04.30 horas del 2 de junio de 1976. En Las Meleguinas, Santa Brígida, el empresario Eufemiano Fuentes duerme plácidamente junto a su mujer, Antonia Naranjo. Un “golpe seco”, como ella misma declararía, la despierta y lo que ve, entre el aturdimiento y la estupefacción, la deja horrorizada: un hombre encañona a su marido. En la oscuridad, con la poca luz que entra desde el exterior, se aprecia una figura que en todo momento deja clara dos cosas a Antonia: no tiene ninguna intencion de raptarla a ella, pero si intenta algo, será su propio marido el que sufrirá las consecuencias de su atrevimiento.
Comienza así uno de los capítulos más tristemente conocidos, a la vez que más turbios, de la crónica negra de Canarias: el secuestro y posterior asesinato de Fuentes a manos de Ángel Cabrera El Rubio.
La figura de Eufemiano Fuentes
Eufemiano Fuentes era hijo de Eufemiano Fuentes Cabrera, empresario tabacalero que amasó una enorme fortuna. Durante el estallido de la Guerra Civil se afilió a Falange Española, formando parte de las tristemente célebres Brigadas del Amanecer responsables de asesinar a presos republicanos en la playa de Las Canteras.
Fundador de la UD Las Palmas, club del que fue presidente de 1950 a 1955, era uno de los personajes más destacados de la sociedad canaria, por lo que aquel secuestro golpeó a la misma y llenó de interrogantes todo lo que lo rodeó.
Teresita del Niño Jesús Fuentes, su hija, denunció ante la Policía Nacional lo ocurrido al día siguiente. En el domicilio de Fuentes se encontró una nota en la que se pedían 100 millones de pesetas para liberar al empresario. Además, sería Teresita del Niño Jesús la que afirmara que durante los días posteriores recibirían llamadas en su casa en nombre del MPAIAC y de un hombre que se identificaba como Rojo 13.
¿Un secuestro político?
La vinculación de Eufemiano Fuentes a la Falange y al bando fascista durante la Guerra Civil provocó que, para muchos, aquello se tratara de una cuestión política. Buena parte de la investigación policial, llevada a cabo por el entonces supercomisario Roberto Conesa, se centró en el movimiento independentista canario, en total ebullición en plena Transición.
Realmente, las autoridades dieron muchos palos de ciego a la hora de capturar a Ángel Cabrera El Rubio, aunque en un primer momento se acordó el pago de un rescate. En el cementerio de San Lázaro se presentaron varios agentes de la policia camuflados, pero cuando fueron detectados por el secuestrador este los ametralló, resultando herido uno de ellos. Sería la última vez, durante los 13 años siguientes, en el que tendrían al Rubio tan cerca.
Un rapto que trajo varias muertes
El Rubio ya era, a estas alturas, el enemigo público número uno en Canarias. La Policía, algo que el juez aceptó, pidió que se aplicara la Ley Antiterrorista y la tensión en las Islas era más que evidente. Fruto de ello llegaría el asesinato, a manos de agentes de la Policía Armada, de Bartolomé García Lorenzo, en Somosierra, Santa Cruz de Tenerife. Era el 22 de septiembre de 1976.
Nadie pagaría por aquella muerte y los agentes manifestarían que todo se había tratado de una confusión: creyeron que Bartolomé era el Rubio y el joven tinerfeño, asustado, fue acribillado a balazos cuando iba a abrir la puerta del domicilio en el que se encontraba. La tensión creció, pues las calles de Santa Cruz de Tenerife se llenaron de indignación y barricadas.
Es el 6 de octubre de aquel año, en un pozo de La Dehesa, en Tenoya (Arucas), cuando aparece el cuerpo mutilado de Eufemiano Fuentes. Su familia lo identificó por el pijama que llevaba puesto porque el mismo había quedado prácticamente irreconocible. Fue su dentista, desde Barcelona, el que confirmó que aquellos eran los restos del grancanario.
Solo unos días más tarde la muerte volvería a hacer acto de presencia en este suceso. El agente de policía Manuel Rey Marino era abatido durante un operativo en Arucas después de que varios testigos dijeran haber visto a El Rubio en la zona. Parecía que siempre era capaz de escapar, más en zonas que conocía a la perfección, de ahí que los investigadores creyeran que contaba con apoyo popular a la hora de darle cobijo.
“Soy El Rubio y vengo a entregarme”
Lo cierto es que Ángel Cabrera seguía sin aparecer, algo que se alargaría durante 13 años. Durante este tiempo, el grancanario vivió en América o Árgel, donde coincidiría con Antonio Cubillo y, poco a poco, su caso fue diluyéndose en una sociedad canaria sumida en varias crisis económicas.
Todo hasta el 14 de agosto de 1989, cuando un hombre entró en la comisaría de la calle Doctor Miguel Rosas, en Las Palmas de Gran Canaria. Se identificó como Ángel Cabrera después de que su abogado le insistiera en que era mejor pactar la entrega: El Rubio estaba cansado de escapar.
Cabrera nunca reconocería ser culpable, pero sí llegó a afirmar que sabía quiénes habían sido los autores de los hechos. Con cierto halo de conspiración, algunas voces llegaron a afirmar que Eufemiano Fuentes había organizado su propio secuestro para escapar de la Isla, pero lo cierto es que El Rubio fue condenado a 12 años de prisiòn, al considerar que se trataba de un caso de homicidio y no de asesinato, pero la acusación, tras presentar varios recursos, logró que la pena ascendiera a 34 años: finalmente sería de 24.
La desgracia del secuestro de Eufemiano Fuentes se cebaría también a la familia del condenado. Juan y José Juan Cabrera, padre y hermano de el Rubio, fueron condenados en 1980 como cómplices del secuestro de Fuentes en un proceso donde se declaró en rebeldía a Ángel Cabrera. Por su parte, Rosario, hermana de Ángel y José Juan, denunció haber sido violada por un policía cuando se encontraba detenida en el calabozo de una comisaría.
El 14 de febrero de 2005, tras una larga enfermedad, fallecía El Rubio en su casa del municipio de Arucas. Había obtenido la libertad tras su grave estado de salud, Jamás reconoció haber sido el autor del secuestro y asesinato de Eufemiano Fuentes.