El doctor José Ramón Arévalo Sierra (Algeciras 1969) se licenció en Biología por la Universidad de Málaga. Es master en Gestión Ambiental por la Universidad de Phoenix (Arizona, USA) y doctor por la Universidad de La Laguna, de la que es catedrático de Ecología. Actualmente es profesor del Master de Restauración Hidrológica en la Universidad de las Ciencias Aplicadas de Magdeburgo (Alemania) y está propuesto como profesor afiliado de la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Ha sido profesor ayudante de Ecología en la Universidad Estatal de Oklahoma (USA). Autor de más de 200 artículos científicos y de nueve libros, incluido el más conocido de todos ellos: “Ecología liberal para no ecologistas y no liberales”, es editor-jefe de la revista científica internacional Ecologies. Ha recibido el premio Libertad del Club Liberal 1812 de Canarias correspondiente a 2024. Ha desarrollado una importante investigación en torno al impacto del fuego en los ecosistemas, las especies exóticas y el impacto de la ganadería extensiva. Tiene un gran sentido del humor y cuando le pregunto por qué estudió biología me dice que “porque en Málaga, en esa época, podía entrar cualquiera, hasta yo, que me dan asco los bichos pequeños y los grandes me dan miedo”. Se le nota el humor andaluz. Sabe mucho del fuego, del que sostiene que es “un elemento del ecosistema”. Ha tenido la santa paciencia de ir a Inverness (Escocia) a recoger fresas y a conocer a los escoceses. Lleva 35 años en Tenerife y es, claro, un tinerfeño más.
-Profesor, ¿quién nos trajo el rabo de gato, un turista o el viento?
“Determinadas especies, como el rabo de gato, tienen complicaciones para explicarnos si han llegado solas o facilitada su presencia por los humanos”:
-¿Y entonces?
“Unas teorías proponen que llegó como ornamental, porque así se utiliza en muchas partes del mundo, otras que apareció en las ruedas de las maquinarias utilizadas en aquella época en el Sahara y que luego fueron traídas a La Palma y finalmente algunos expertos afirman que al ser una especie anemócora y tener una distribución natural relativamente próxima al Archipiélago, podría tratarse de una colonización natural reciente”.
-¿Conclusión?
“A día de hoy se trata como invasora y se realizan esfuerzos para limitar su dispersión. Yo opino que el rabo de gato no degrada el medio, sencillamente es un síntoma de la degradación de éste. Las perturbaciones del medio natural por parte de la actividad humana es lo que lo ha llevado a la situación actual”.
-¿Qué le pasa al clima? ¿Es un cuento chino el cambio climático?
“La actividad humana tiene un impacto en el clima, junto a otra cantidad ingente de factores que no somos capaces de conocer certeramente. No, no es un cuento que estemos en un periodo cálido y que el clima cambia. Lo que verdaderamente sí me parece un cuento es pensar que por planchar a las tres de la mañana o por aumentar nuestro suministro de energías renovables discontinuas y poco confiables podamos cambiar el clima”.
-O sea…
“Ten en cuenta que China quema al día catorce mil toneladas de carbón y que esta es la única forma de mantener su crecimiento. Los experimentos de cerrar plantas térmicas y nucleares están llevando a países como Alemania a una situación bastante delicada. Cierre de empresas, desempleo, aumento del malestar social. Se avecina una serie de problemas mundiales donde tener poca capacidad energética no parece ser buena idea”.
-Si la teoría del cambio climático no fuera cierta, ¿quién se beneficia de ella?
“Desde el punto de vista científico, el cambio climático es un proceso que somete a la población humana a determinados riesgos. Ciertamente, la mayoría de las predicciones apocalípticas no han acaecido y los que tenemos cierta edad las seguimos desde el año 70. Yo mismo he soportado varias predicciones de que la nieve desaparecería del Ártico. Y no era una charla de dos personas hartas de vino, sino que se trataba de los más reputados científicos del momento. Aun así, la ciencia del clima es fundamental desarrollarla para que podamos predecirlo y para ser capaces de adaptarnos a los cambios que puedan ocurrir”.
-Pero hay mucha política en el cambio climático, José Ramón.
“A la política le viene bien lo del calentamiento global. Mira, el Gobierno, sin ruborizarse, con sus medios de información sincronizados, no ha parado de echar la culpa al calentamiento global en lo de la última gota fría de Valencia. Que las predicciones fueran deficitarias y las respuestas políticas tardías parece que nada tuvieron que ver. Parece que la culpa sea de un ciudadano que en algún lugar del mundo aún tiene un coche diésel y no un buen modelo eléctrico, que es lo que pretenden trasmitir”.
-Los ecologistas. A veces lo paralizan todo.
“En general, el ecologismo es un movimiento de activismo político que en cierto modo opta por defender un determinado tipo de sociedad en la que el ciudadano ha de ser controlado en su ansia de consumo. El movimiento considera que los humanos son perniciosos para el planeta y que el consumismo es el gran problema. El éxito del capitalismo y el hecho de que cualquier ciudadano pueda viajar en avión, tener vacaciones o comer copiosamente le resulta pernicioso a este movimiento”.
-Es que hay muchos tipos de ecologistas.
“Sí, existen también grupos ecologistas cuya acción es más directa, como el “nature conservancy”, que en vez de intentar cambiar el sistema lo que hacen es comprar terrenos para proteger el ecosistema o una determinada especie. Estos ya se encontrarían más alejados de una visión política”.
-¿Y tu opinión?
“Pues lo que yo vengo a defender es que hay que distinguir bien entre un ecólogo y un ecologista. Aunque las palabras se parezcan mucho. Había un dicho del profesor Margalef que afirmaba que un ecólogo es a un ecologista lo que un sociólogo a un socialista, o lo que un cartero a un carterista. Tienen poco que ver, aunque obviamente se puede ser cartero y carterista”.
(Nacido en una barriada de Algeciras, hijo de un carpintero, resulta que el niño estudió y se volvió un sabio. Le pregunto si está orgulloso y me dice: “Nunca tuve la percepción de pertenecer a una clase menos privilegiada. Todo lo que me rodeaba era igual. Esas casas de 50 metros con el yugo y las flechas en el portón del edificio, que formaban barriadas habitadas por 5.000 familias, eran una forma de vida de la época. El hecho de poder estudiar fue una casualidad, como fue casual el hecho de convertirme en biólogo y mucho más casual el haber seguido la carrera académica. En cualquier caso, en una familia sin tradición de estudios es algo de lo que presumen no sólo mis padres sino toda mi familia. Y en cuanto a lo que dices de que soy un sabio lo consideraré una licencia periodística”).
-¿Cómo una joven, como Greta Thumberg, puede erigirse en líder de un poderoso movimiento ecologista?
“Pues dado que el cambio climático se ha convertido en un hecho político, el uso de figuras, no sólo como la de Greta Thumberg, sino también de otros elementos folclóricos como Leonardo di Caprio, el rey Carlos de Inglaterra, el fallecido príncipe Eduardo o la baronesa Jane Goodall, es muy útil para los que quieren popularizar las ideas del ecologismo político”.
-Tú has dicho que el fuego es un elemento del ecosistema. Y lo afirma un experto reconocido en la materia.
“Definitivamente, es un elemento intrínseco. Lo henos alterado en sus tasas, pero desde luego pensar que el fuego es algo pernicioso para el medio ha quedado más que acreditado que no es así. De hecho, hasta a veces es necesario. Lo que quizá estemos confundiendo es que el fuego es un peligro para los humanos y sus infraestructuras. Desde este punto de vista hay que estar siempre preparados para combatirlo, con los mejores medios. Porque la vegetación y los ecosistemas se recuperan, pero la pérdida de vidas, no”.
-¿Te preocupa la sobrepoblación del planeta?
“Los últimos análisis de población dicen que empezará a disminuir a partir de 2045 y este será el verdadero reto demográfico. El crecimiento económico del planeta y la mejora de la calidad de vida, tanto en países ricos como en los subdesarrollados, lo ha sido como consecuencia del aumento de la población humana. Existe un ensayo cuantitativo publicado en el libro “Superabundance” que lo demuestra con números”.
-Profesor, están de moda las cumbres del clima. Pero a Azerbayán no fue casi nadie. ¿Qué está pasando?
“No, sí que fueron muchos países, que mandaban aviones con al menos 400 mandatarios. Pero no fueron ni los Estados Unidos, ni Rusia, India, China, Alemania, Francia… Hay que tener en cuenta que estas reuniones se llaman “conferencias de las partes”, lo que indica que deberían ir los máximos mandatarios de cada país. Creo que poco a poco se han ido dando cuenta de que aquello es una romería, a ver quién dice la barbaridad más gorda. Aunque a veces se producen destellos de inteligencia, como el del presidente de la anterior conferencia, en Dubai, que advirtió que abandonar los combustibles fósiles era volver a las cavernas. Pareció como si un adulto hubiera entrado en la habitación”.
-¿Hay una fórmula mágica para salvar la Tierra, o no hace falta salvar la Tierra?
“No es que el planeta esté en peligro, pero nos enfrentamos a determinados retos”.
-¿Por ejemplo?
“La idea de forzar una transición energética desde energías eficientes a otras poco confiables no ha ocurrido jamás en la historia de la humanidad. El desarrollo económico es lo que nos preparará para afrontar los retos de futuro. Basta trabajar en países en vías de desarrollo o subdesarrollados para comprobar los problemas que arrastran para hacer frente a los desafíos ambientales. Lo primero que cualquiera ve en estos países es basura y plásticos por todos lados”.
-¿Entonces?
“No es su culpa. Necesitan primero desarrollarse y para ello es preciso cabalgar a lomos de una energía eficiente y barata. Sin embargo, desde Europa queremos venderles molinillos. Obviamente, aquí China y Rusia han visto una oportunidad de mercado y esto es lo que explicaría que estén colonizando económicamente muchas zonas en desarrollo en todo el planeta”.
-Hay que crecer, entonces, en todos los sentidos.
“Para ser tácitos, crecer es la respuesta. Pero sin adjetivos, como el de sostenible. Todo crecimiento es sostenible porque de lo contrario no sería crecimiento. Y que a nadie le quepa duda de que la era de los combustibles fósiles pasará, pero no será porque se agoten. Lo mismo que la Edad de Piedra pasó y no fue porque se acabaran las piedras, precisamente”.
(El profesor Arévalo termina ahora la carrera de Económicas en la UNED. Es un estudioso, en todo el sentido de la palabra. Sostiene que dentro de quince años faltará gente en el planeta. Hablamos hasta del liberalismo y de los escolásticos de Salamanca. Sabe descender al paraíso de la comunicación sencilla, dejando a un lado rimbombantes teorías académicas. Hablamos de los alumnos y le gasto una broma, en el sentido de que no será difícil aprobar con él. Y me responde con otra: “Suspender conmigo es difícil, tiene que ser muy bruto el muchacho o la muchacha”. Seguimos la conversación tomándonos unas copas en Los Limoneros, hasta que lo va a recoger, ya tarde, su encantadora mujer. Un placer hablar con este auténtico sabio de lo que ocurre en el planeta, que no es poco. Pero sin complicarse la vida lo más mínimo. Y llamando a cada cosa por su nombre).