En una escena que se repite semana tras semana en Guaza, en el municipio de Arona, el agua residual desborda una alcantarilla en la intersección de las calles Amelga y Francisco Feo Rodríguez, justo detrás de unos contenedores de basura. Esta situación afecta a la vida cotidiana de unos 60 vecinos de la zona y ha generado malestar en el área desde hace casi un año.
El ayuntamiento comenzó a enviar regularmente una cuba de succión para extraer el agua, pero la solución es temporal y solo tres días después, y tras llenarse de nuevo por completo, el problema reaparece en forma de ríos que bajan por las calles cercanas con el consiguiente mal olor y otras consecuencias.
“Estamos todos los días saltando charcos”, comenta uno de los residentes. Según muchos vecinos de la zona, el flujo de agua residual aumenta visiblemente alrededor de las 15.00 horas, coincidiendo con la llegada de los niños a sus casas después de la escuela. Por las mañanas y a primeras horas de la tarde, el problema no resulta tan evidente, pero, al caer la tarde, la situación se vuelve insostenible, según denuncian.
Además de los residentes, una empresa que colinda con la alcantarilla también ha denunciado las molestias. Varios trabajadores, que prefieren mantener el anonimato, describen cómo la acumulación de agua afecta a la imagen del local. “No te lo puedes imaginar. Baja un cliente del coche y se sube con el olor de las aguas en su vehículo. Es muy desagradable y genera una visión negativa en la clientela”, explicó. Además, el persistente olor que emana de la alcantarilla ha afectado al ambiente en esta zona, pues nada más acceder a este área el hedor existente resulta “insufrible”. “Pasamos la calle tapándonos la nariz”, añade otro vecino, lamentando la magnitud del problema.
Según las investigaciones iniciales y el testimonio de Luis Manuel Díaz, propietario de uno de los apartamentos contiguos a la alcantarilla, el origen del problema se remonta a una decisión estructural: “Todo radica en que dejaron que se edificara este pozo fuera de la superficie de la construcción de los adosados. Eso no puede estar en la acera o en una zona pública”, remarca Díaz. Este residente, que se considera “el primer afectado” dada su cercanía al lugar de la incidencia, a escasos tres metros, ha buscado soluciones a través del contacto directo con el consistorio y la Policía local, pero “sin obtener una respuesta que ponga fin al problema”. Este periódico tampoco ha recibido respuesta del consistorio tras consultarle ayer sobre esta incidencia.
La alcantarilla conecta con un pozo que recoge el agua de la urbanización y de las zonas aledañas. En la calle principal de Guaza, una red central de suministro de agua abastece a los vecinos. Sin embargo, en vías secundarias, las viviendas tienen entradas independientes de agua que, como dice una vecina, no está conectada a este sistema central, lo que parece complicar la adecuada canalización del agua residual, con estos efectos indeseados.
Proliferación de plagas
La situación ha derivado en problemas adicionales para los vecinos, quienes denuncian la proliferación de cucarachas y el riesgo sanitario que representa el constante desbordamiento. “Salen cucarachas y esto se vuelve impracticable”, comenta un vecino afectado.
Por ahora, el núcleo de Guaza continúa esperando una respuesta efectiva de las autoridades para frenar este problema recurrente.