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El sur de Tenerife clama por más sombras en colegios, plazas y parques infantiles

Vecinos y colectivos sociales reclaman a sus gobernantes “más árboles y menos cemento” frente a unas temperaturas cada vez más altas y una radiación solar que amenaza la salud
Los perros también buscan la sombra los días de calor agobiante. Sergio Méndez
Los perros también buscan la sombra los días de calor agobiante. Sergio Méndez

Cada vez son más los colectivos sociales del Sur que reclaman zonas de sombra en colegios, plazas, parques infantiles y aceras para protegerse de las altas temperaturas, sobre todo en verano, pero también de la radiación solar y sus efectos nocivos sobre la salud, ya que, tal como advierten los dermatólogos, la sobrexposición a los rayos ultravioleta pueden causar graves problemas de salud, entre ellos cáncer de piel.

Aunque en los últimos años se han dado pasos para incrementar la presencia de zonas vegetales –los ejemplos más claros son el Parque Central de Adeje, los dos parques de El Mojón, el Bosque Comestible de Vilaflor o el espacio sostenible de Piedra Hincada, en Guía de Isora- la comarca meridional de Tenerife sigue presentando un considerable déficit de lugares en los que residentes y turistas puedan guarecerse del calor.

La preocupación es cada vez más evidente en padres y madres de alumnos y en el profesorado, que reivindican la instalación de estructuras de sombra en los patios de los centros escolares para propiciar entornos seguros y saludables durante los tiempos de recreo y en las actividades al aire libre.

El consejero de Educación, Poli Suárez, señaló a finales de octubre en el Parlamento que a principios de este curso se presentó un plan de adaptación de los centros educativos a las altas temperaturas, que conlleva crear espacios de sombra, aunque advirtió que dependería de los fondos del Gobierno regional y “de los que podrían llegar” del Ejecutivo central, “algo que no sucederá este año”, indicó.

Suárez cifró en una docena los colegios e institutos en las Islas en los que se han llevado a cabo este año acciones para un mejor confort climático. En dicha comparecencia, el diputado de CC Francisco Linares aportó un dato significativo, al señalar que, de los aproximadamente 800 centros escolares que existen en el Archipiélago, solo el 20% cuentan con sombras. Varios profesores que imparten clases en el Sur consultados por este periódico también constatan que las altas temperaturas afecta de forma directa al rendimiento de los estudiantes.

El Cabildo de Tenerife aprobó, también el pasado verano, una propuesta del grupo socialista para que el grupo de gobierno impulse un “plan coordinado de sombras” en los 31 municipios de la Isla, con el apoyo logístico y financiero del Ejecutivo regional.

Arquitectos como Carlo Garrone Merlo reclaman una mayor sensibilidad a los ayuntamientos sureños a la hora de apostar por un urbanismo en el que prime la salud y el bienestar ciudadano frente al cambio climático, con más árboles, toldos y pérgolas en parques, plazas, paseos y colegios. El autor del parque de Las Rosas, en Arona, defiende “invertir en salud” en vez de apostar por espacios abiertos sin zonas verdes, que abaratan los costes de mantenimiento.

CAMBIAR EL CHIP

“Se te cae el alma a los pies cuando ves sitios públicos inhóspitos donde la gente se achicharra; las administraciones deben cambiar el chip y sus técnicos y responsables políticos, ser más sensibles”, insistió ayer Carlo Garrone en declaraciones a este periódico, quien pidió a los políticos una visión “más a largo plazo” y, sobre todo, “pensar más en el ciudadano” a la hora de idear proyectos.

Asociaciones de vecinos y colectivos ecologistas también se suman a la corriente social que demanda “más árboles y menos cemento” en el Sur. Subrayan que la vegetación contribuye a refrescar el aire y a elevar la calidad de vida de la ciudadanía en una zona especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. Recuerdan que las arboledas en las zonas urbanas reducen el efecto conocido como “isla de calor”, causado por la acumulación térmica sobre el hormigón y asfalto y su liberación por la noche.

En esa línea se encuentra Victoria Ballesteros, la joven adejera que ha comparecido en varias ocasiones en foros de la ONU dedicados a la ciencia, la mujer y el agua, quien sostiene que los espacios verdes desempeñan un papel “vital” para mejorar la calidad del aire, al absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno, contribuyendo así a mitigar la contaminación atmosférica. También apunta ventajas económicas, ya que se rebaja la demanda de energía para la refrigeración artificial.

Además de las consecuencias para la piel de las radiaciones solares, los expertos también advierten sobre los efectos de las altas temperaturas en el organismo, con episodios de olas de calor cada vez más frecuentes que elevan la mortalidad de pacientes con enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada y con patologías crónicas.

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