Ponen color y frescor al paisaje, pero, tras su inofensiva apariencia, lo cierto es que las plantas invasoras representan un auténtico peligro para la flora endémica, sobre todo en el caso de las que han proliferado en el macizo de Anaga. Sólo en los caseríos de Afur, Roque Negro o Taborno, la cumbre se ha cubierto de lechos en los que campan a sus anchas especies exóticas, como la enredadera ipomea o campanilla violeta, así como la hoja cláusula en dos variantes, la licopodio y multicava, plantas de la familia de las suculentas que forman esteras en el suelo de hasta 30 centímetros de altura.
Los vecinos de los caseríos del parque rural dicen estar “cansados” de ver cómo estas especies van trepando por los árboles hasta llegar a secarlos por completo, a lo que se une la cada vez mayor presencia del rabo de gato, que ocupa el 90% de la cumbre en algunas partes, y que ha llegado a apoderarse del asfalto por la carretera vieja del Pico del Inglés.
Los afectados explican que “el Cabildo comenzó una campaña de erradicación de plantas exóticas en la zona en el año 2019, enviando a cuadrillas para acabar con esta invasión, pero estas actuaciones han quedado en el olvido”.
Al respecto, los vecinos se cuestionan “para qué comenzó una actividad que nunca más continuó, cuando encima el tiempo mínimo para acabar con una planta invasora se fija en diez años. Desde ese entonces, nadie más se ha ocupado de este problema”.
“No hay una cuadrilla contra las plantas exóticas en Anaga y, cuando aludimos a esto, nos dicen que, debido al cambio climático, se están propagando más, como es el caso del rabo de gato. Entendemos la razón, pero eso no justifica que, desde hace cinco años atrás, nadie controle esta invasión, que está poniendo en riesgo nuestro monte y nuestra agricultura”, denuncian.