El Ayuntamiento de Adeje ha elaborado un plan integral para acabar con los montones de piedras apilados que proliferan en su litoral. Las estructuras, erigidas tanto por visitantes como por residentes, han pasado a formar parte del paisaje costero en muchos municipios del sur de Tenerife. En el caso de la reserva de Callaos del Agua, cerca de la playa de El Veril, se aprecia este fenómeno, con unos 200 montones distribuidos en toda la costa. Según el Consistorio adejero, estas formaciones “alteran el equilibrio natural y suponen un riesgo para la biodiversidad y el paisaje”.
El ayuntamiento prevé efectuar la retirada de las formaciones, al menos, una vez al mes, llevando a cabo estas actuaciones la Empresa de Servicios de Adeje (EMSA). Además, también se desplegarán campañas de concienciación y sensibilización. Entre las actuaciones, se prevé instalar cartelería informativa, publicaciones en redes sociales y talleres y charlas dirigidos a ciudadanos, asociaciones y centros educativos.
El Ayuntamiento de Adeje apunta que, aunque no se trata de una ordenanza municipal, esta normativa que se prepara se fundamenta en la Ley 4/2010 del catálogo canario de Especies Protegidas y la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.
Ambas subrayan la importancia de proteger los ecosistemas frente a amenazas como la dispersión de especies invasoras o la alteración del hábitat natural. Asimismo, la futura Ley de Biodiversidad de Canarias, en proceso de aprobación, reforzará estas directrices.
EQUILIBRIO NATURAL
El amontonamiento de piedras, como apunta la responsable del área, Patricia Paulsen, “genera graves impactos ambientales y paisajísticos que amenazan el equilibrio natural de la zona”. Este tipo de prácticas, muy asociadas al turismo, altera el paisaje costero, suponiendo un obstáculo para la vista y acelerando la erosión del suelo, ya que el movimiento constante de las rocas desestabiliza el terreno y favorece su degradación.
En el caso de la fauna y flora local, invertebrados como lapas, burgados y cangrejos, además de insectos y especies vegetales marinas, como las algas, son los principales afectados por el movimiento de los cantos. En este sentido, el equilibrio del ecosistema costero se ve gravemente alterado al quedar al descubierto raíces de plantas y hábitats de moluscos y crustáceos.
Asimismo, estas formaciones improvisadas representan un riesgo para turistas y residentes, al tratarse de estructuras inestables que pueden derrumbarse y causar accidentes.