La Policía Nacional ha detenido a un turista por vandalizar las ruinas de Gordejuela, que se encuentra en el término municipal de Los Realejos y es uno de los tesoros más icónicos de Canarias, según informa este miércoles Radio Televisión Canaria.
La televisión pública indica que el varón, del que no han trascendido más datos, pintó grafitis en el elevador de agua, que es de titularidad privada. Un rincón que en los últimos tiempos se ha convertido en un reclamo turístico de Tenerife, dando la vuelta al mundo a través de las redes sociales.
De hecho, Civitatis, la empresa líder en la venta de visitas guiadas, excursiones y free tour en español, ha preparado un listado en el que recoge algunos de los parajes abandonados más bellos del planeta. Y en el primer lugar de ese ranking aparecen, precisamente, las ruinas de Gordejuela.
Durante décadas, las ruinas del elevador de aguas permanecieron olvidadas y prácticamente desconocidas para los foráneos de Los Realejos. Se empezaron a popularizar a raíz del acondicionamiento del sendero turístico, hasta la cercana Rambla de Castro, por parte del Ayuntamiento y el Cabildo. El sendero conecta este paraje natural con la playa de Los Roques y el barrio de Punta Brava, en el Puerto de la Cruz. A medio camino quedan las ruinas de Gordejuela, al fondo de un abrupto barranco, adosadas al acantilado, sobre la playa casi salvaje de La Fajana.
Los deteriorados muros de este enorme complejo, construido en los albores del siglo XX y donde se encuentra la primera máquina de vapor de Tenerife, resisten de manera imponente el embate de las olas del océano Atlántico, creando una imagen digna de una postal que impresiona a primera vista.
Familia Hamilton
La familia Hamilton arribó a la isla a principios del siglo XVIII. Se dedicaron a la producción y exportación de plátanos, tomates y papas, también tuvieron una empresa naviera y operaban con barcos carboneros. Participaron en la fundación del CD Tenerife, el Hotel Taoro y el Real Club Náutico. Asimismo, se encargaron de construir el Semáforo de Igueste y el elevador de aguas de Gordejuela.
En 1898, la empresa Hamilton & Co. fundó la Sociedad de Aguas de la Gordejuela con el objetivo de aprovechar los manantiales en la costa de Los Realejos, nombrada en honor a su propietario original, Juan de Gordejuela y Mesa. La instalación del elevador en un antiguo molino de gofio, equipado con la primera máquina de vapor de la isla de Tenerife, fue un logro destacado en su época. En 1902, ante la posibilidad de un aumento en los precios, la empresa adquirió todas las acciones de la sociedad. A partir de entonces, se construyó una estación con bombas de vapor para elevar 10.000 pipas diarias -equivalentes a 4.800 metros cúbicos- hasta un embalse ubicado a 270 metros de altura, a través de una tubería de hierro de dos kilómetros de longitud. Para la distribución en el Valle de La Orotava, se construyó un acueducto de doce kilómetros.
La industria estaba formado por dos unidades: la primera, aparte de un almacén y la casa de los medianeros, poseía otra casa, con una chimenea de 50 metros de altura, en la que se ubicaba la máquina de vapor. El otro edificio, el más representativo del conjunto, fue en su momento uno de los mayores de Tenerife, con cinco niveles. La obra, que fue proyectada y supervisada por el ingeniero militar José Galván Balaguer, fue calificada en su época de “obra de romanos”.
El coste total de la instalación superó el millón de pesetas de entonces, lo que colocó en delicada situación financiera a la empresa promotora. Además, las expectativas económicas variaron por la coyuntura internacional, lo que afectó al comercio frutero. Con objeto de garantizar una remuneración a la inversión, optaron por arrendarla en 1910 a Elder & Fyffes, para luego vendérsela en 1919. Los avances tecnológicos de años siguientes obligaron a cambiar el método de elevación, lo que hizo innecesario el complejo tal como había sido planteado y fue abandonado paulatinamente.