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El atraco a la arepera Bolívar: las nueve horas que mantuvieron en vilo a Tenerife

Dos atracadores se atrincheraron en el lugar, viviéndose escenas de tensión, y surrealismo

Eran casi las 00.00 horas del 27 de septiembre de 1995. En la puerta de la arepera Bolívar, en La Cuesta, en Tenerife, aparecieron dos hombres, Vicente y Domingo, que, escopeta en mano, comienzan un atraco en el que durante durante nueve lograron mantener a ocho rehenes dentro del local, obligando a la Policía Nacional a llevar a cabo un asalto que mantuvo en vilo a Tenerife.

Vicente y Domingo eran dos atracadores habituales. Su adicción a las drogas, según recalcan las crónicas de la época, los había llevado por el camino de la delincuencia en una sociedad que trataba de avanzar dejando atrás los terribles -al menos en lo que a incidentes violentos se refiere-, años 80.

Aquel día, tres personas aparecieron en la arepera Bolívar armadas con una escopeta de cañones recortados y varios cuchillos. Entraron en el local, situado en el popular barrio de La Cuesta, porque necesitaban dinero para comprar droga. Los primeros instantes del atraco fueron tan confusos que una de las clientas que se encontraban en el lugar, además del tercer atracador, escaparon de la zona. Lo que sucedió después forma parte de la crónica de sucesos de Canarias.

La Policía Nacional se hizo rápidamente con la situación. “Parecía una película”, reconoce uno de los testigos que presenció, desde el exterior, el “increíble despliegue” policial. Los negociadores llegaron al lugar, se pusieron en contacto con los atracadores, mientras efectivos del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), se preparaban por si fuera necesario un asalto al lugar.

Los atracadores mostraban “un gran nerviosismo” debido al síndrome de abstinencia que padecían, por lo que deciden, como una de sus peticiones, solicitar una dosis de heroína. La policía optó por ofrecerles sedantes como la dolantina. Posteriormente, este aspecto se antojaría importante, pues uno de los asaltantes cambió su actitud, sumamente nerviosa, tras inyectarse la sustancia.

Los atracadores de la arepera Bolívar dan declaraciones

En medio de aquel ambiente de confusión, los medios de comunicación, por desgracia, tuvieron un papel demasiado protagonista. Periodistas llegaron a llamar a la arepera, consiguiendo declaraciones de los asaltantes generando un clima de cierta tensión.

Nueve horas más tarde del inicio del secuestro, a las 08.45, cuatro efectivos de los GOES entran en el local aprovechando que los delincuentes deciden liberar a un tercer rehén. todo sucedió de manera muy rápida. Una detonación de distracción permitió a los agentes aturdir a los secuestradores y liberar a las cinco personas que quedaban dentro de la arepera Bolívar, mientras detenían a vicente y Domingo.

Luego se sabría que la rápida actuación de la policía fue la que provocó que los delincuenten optaran por atrincherarse en el local. Su intención era llevar a cabo un atraco rápido, pero consideraron que su mejor opción era encerrarse en el establecimiento a la espera de encontrar una mejor salida.

Andrés de las Casas, portavoz de la Policía Nacional, resultó clave en el desenlace del atraco, pues fue la persona que estuvo en contacto en todo momento con los secuestradores. Él logró que los delincuentes liberaran a Nieves (cocinera de la arepera) y a Carlos, camarero, casi desde un primer momento, poniéndolos a salvo.

Los contactos, curiosamente, los estableció acercándose a la puerta metálica del local, hablando con ellos por las rendijas situadas en la parte superior, algo que podría haber desencadenado un desenlace fatal. Logró controlar la situación pese a que, en un momento determinado, uno de los atracadores, para “demostrar que iban en serio”, como reconocería Rafael Rodríguez, comisario jefe, comenzara a disparar contra una de las paredes.

El éxito de los GOES, en parte, fue gracias a Nieves y Carlos, los dos rehenes liberados, pues fueron ellos los que comunicaron a los agentes, llegados desde Gran Canaria esa misma noche, datos sobre el interior de la arepera que, de otro modo, no habrían conocido. La Policía Nacional recalcó que “en ningún momento” ninguno de los retenidos corrió peligro gracias, en buena medida, a aquella información proporcionada. Se cometieron numerosos errores, tantos, que la intervención se puso como ejemplo de lo que no hay que hacer cuando se afronta una situación con rehenes.

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