Cada año se diagnostican alrededor de 50.000 casos de cáncer anal en todo el mundo, y más de 8.500 en Europa, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). Aunque es un tumor poco frecuente en comparación con otros, su incidencia ha aumentado en las últimas décadas, especialmente entre grupos de riesgo como personas con VIH o inmunodeprimidas. En la mayoría de estos casos, el cáncer tiene un antecedente claro: la displasia anal.
La displasia anal es una lesión precancerosa provocada casi siempre por el virus del papiloma humano (VPH). Lo preocupante es que esta lesión no da síntomas y suele pasar desapercibida si no se realizan controles específicos. La buena noticia es que, al igual que con el cáncer de cuello uterino, hoy sabemos que la detección temprana y el tratamiento adecuado de la displasia pueden evitar la progresión al cáncer anal. El desafío está en aplicar ese conocimiento a los pacientes que realmente lo necesitan.
¿Qué es la displasia anal y a quién puede afectar?
Eldoctor Luis Eduardo Pérez, especialista en Cirugía General del Hospital Quirónsalud Costa Adeje y Quirónsalud Vida explica que la displasia anal es un cambio anormal en las células del canal anal causado principalmente por el VPH. “La mayoría de las personas que contraen el virus no presentan síntomas y su sistema inmunológico lo elimina de forma natural. Pero en determinados grupos, esta eliminación es más difícil, y eso puede derivar en lesiones precancerosas”, aclara el especialista.
La displasia anal ocurre cuando el virus del papiloma humano persiste en el canal anal y altera progresivamente las células de esa zona. Aunque cualquier persona puede infectarse, hay ciertos colectivos con mayor riesgo, como:
- Personas que viven con VIH.
- Hombres que tienen sexo con hombres.
- Pacientes inmunodeprimidos (trasplantes, enfermedades autoinmunes, etc.).
- Mujeres que han tenido lesiones causadas por el VPH en la vulva o la vagina.
“En estos pacientes, el virus permanece durante más tiempo, lo que puede provocar lesiones de alto grado, consideradas precursoras del cáncer de ano”, explica el Dr. Pérez.
Una enfermedad sin síntomas
Una de las principales dificultades para detectar la displasia anal es que no produce síntomas en sus primeras fases. El paciente no nota nada. Solo cuando la lesión progresa y se convierte en un cáncer de ano, pueden aparecer signos como:
- Dolor en la zona anal.
- Sangrado.
- Úlceras o bultos palpables.
Por eso, el diagnóstico precoz es clave, especialmente en personas con factores de riesgo.
¿Cómo se diagnostica?
El proceso diagnóstico comienza con una sencilla prueba de detección del VPH mediante una torunda (bastoncillo) que se introduce en el canal anal. Con esa muestra se hace una PCR para detectar si el virus está presente y qué tipo de genotipo tiene.
“Existen más de 100 genotipos de VPH”, clara el doctor. “Algunos son de bajo riesgo, pero otros, los de alto riesgo, son los que más alteraciones celulares pueden provocar”, añade.
Junto a esta prueba se realiza una citología anal, muy similar a la que se emplea para el cuello del útero. No es dolorosa y permite analizar si hay cambios celulares sospechosos.
Si los resultados muestran la presencia del virus, o si se detectan genotipos de alto riesgo o alteraciones en la citología, se indica una prueba más específica: la anuscopia de alta resolución (HRA).
¿Qué es una anuscopia de alta resolución?
La HRA permite examinar con detalle la zona donde suelen producirse las alteraciones celulares. Para ello se introduce un pequeño instrumento, el anuscopio, en el canal anal del paciente. No requiere anestesia ni sedación, y se puede realizar de forma ambulatoria.
Se aplican colorantes especiales que tiñen las células alteradas, y mediante un microscopio se identifican las zonas afectadas. Si se observan lesiones sospechosas, se toman biopsias para analizarlas en laboratorio.
“La mayoría de los pacientes toleran bien el procedimiento. Es rápido, eficaz y muy útil para confirmar o descartar displasia”, asegura el especialista.
¿Cómo se trata la displasia anal?
Durante años se debatió si era necesario tratar estas lesiones, ya que no son cancerosas en sí mismas. Pero un importante estudio publicado en EE. UU. en 2022 cambió el paradigma. Más de 4.400 pacientes con lesiones de alto grado fueron evaluados: a la mitad se les aplicó tratamiento y a la otra mitad no. El resultado fue tan contundente —muchos más casos de cáncer en el grupo no tratado— que el estudio se detuvo por motivos éticos.
Desde entonces, la comunidad científica ha asumido que las lesiones de alto grado deben tratarse para prevenir su evolución a cáncer.
Opciones de tratamiento
El tratamiento puede ser médico o quirúrgico, dependiendo del tipo y gravedad de la lesión.
- Tratamientos autoaplicables:
Son medicamentos en forma de cremas o supositorios, como el imiquimod, que el paciente puede aplicar en casa. Este fármaco estimula el sistema inmune y ayuda a detener la replicación del virus. - Tratamientos realizados por el especialista:
- Electrocoagulación: se quema la lesión con bisturí eléctrico.
- Láser: se destruye el tejido alterado mediante energía láser.
- Ácido tricloroacético: se aplica directamente sobre la lesión y no requiere anestesia. Es un procedimiento sencillo, similar al diagnóstico.
Los tratamientos quirúrgicos deben realizarse en quirófano y con anestesia. La elección depende de cada caso, siempre valorado de forma individual por el especialista.
Seguimiento y prevención
Una vez tratadas, las lesiones de displasia anal requieren seguimiento periódico, ya sea anual o cada dos años, en función del historial y del riesgo del paciente.
Además, la prevención juega un papel fundamental. La vacuna contra el VPH ha demostrado ser muy efectiva para reducir las infecciones por los tipos más agresivos del virus.
“Vacunar a los niños y niñas desde los 12 años ha sido un gran avance. Hoy en día, incluso los adultos no vacunados pueden beneficiarse de la vacuna, porque reduce el riesgo de infección y también el potencial del virus para causar lesiones”, destaca el Dr. Pérez.
La importancia de la detección precoz de la displasia anal
La displasia anal es una lesión precancerosa que puede evolucionar hacia un cáncer de ano si no se detecta y trata a tiempo. En muchos casos, esta afección no presenta síntomas en sus etapas iniciales, lo que hace fundamental el diagnóstico precoz mediante pruebas específicas.” No obstante”, indica el doctor Néstor Rocío, especialista en Medicina de Familia del Hospital Quirónsalud Costa Adeje, “cuando hay signos clínicos, estos pueden incluir sangrado anal no relacionado con hemorroides, dolor o molestias persistentes en la zona, picor, cambios en la piel perianal o sensación de masa”.
Para su prevención el especialista del Hospital Quirónsalud Costa Adeje recomienda la realización de una citología anal, especialmente recomendada en personas con factores de riesgo como quienes viven con VIH, hombres que tienen sexo con hombres, personas inmunosuprimidas o aquellas con antecedentes de verrugas genitales causadas por el virus del papiloma humano (VPH). “Realizarse estas pruebas de forma periódica permite identificar alteraciones antes de que progresen y aumenta significativamente las probabilidades de curación con tratamientos poco invasivos”, concluye el doctor Rocío.
Un mensaje claro para la sociedad
La displasia anal se comporta de forma muy similar a las lesiones del cuello uterino, por lo que las estrategias que han funcionado allí pueden aplicarse con éxito también en este campo. Sin embargo, la clave está en centrar los esfuerzos en los grupos de riesgo, no en la población general.
“Es necesario concienciar tanto a los profesionales sanitarios como a la sociedad. El cáncer de ano se puede prevenir, pero para ello hay que detectarlo a tiempo. Y eso solo se consigue con revisiones, seguimiento y conocimiento”, concluye el especialista del Hospital Quirónsalud Vida, cuyos Servicios de Cirugía General se posiciona como líder en intervenciones quirúrgicas, desde técnicas mínimamente invasivas hasta procedimientos avanzados.
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