Marieke Huysmans-Berthou lleva 12 años viajando en un velero alrededor del mundo con su piano para ofrecer su arte de forma más lenta, más conectada con los territorios y más respetuosa con el medio ambiente. Su proyecto Pianocean le permite componer y regalar al público un momento poético conectado con el mar y abierto a todas y a todos, además de descubrir culturas, historias y músicas, y hacerlas viajes de puerto en puerto a través de canciones que navegan por el mundo.
Para conseguirlo, tuvo que transformar su barco y diseñar un sistema eléctrico que le permite elevar su piano a bordo, ofrecer conciertos desde la cubierta y volverlo a guardar mientras navega en uno de los camarotes de popa. Allí tiene un pequeño de estudio de grabación donde escribe y compone las canciones en diferentes idiomas. Todas cuentan historias de sus travesías, que luego traslada con lujo de detalles al público, y también se atreve con piezas folclóricas de los sitios que visita, como ocurrió el año pasado en Las Azores, cuando se estrenó con el fado.
Marieke es francesa, de la zona de Bretaña, una región con una fuerte tradición marinera. Quizás por eso no le importa vivir a bordo la mitad del año, porque el mar le fascinó desde que era adolescente, igual que la música. “La conexión es única, porque, cuando navegas, el tiempo es el maestro”, sostiene.

Estudió música clásica y jazz y es pianista profesional desde hace 15 años, pero las giras en guagua y en avión no le gustan porque “tocas y después tienes que partir rápidamente”, confiesa en un español casi perfecto, aunque insiste en que sólo lo habla “un poquito”.
Ya lo experimentó y tiene claro que no es lo que quiere. Tampoco salas cerradas y oscuras en las que no puede convivir y compartir con la gente, como a ella le gusta. Cree que la vida está en el muelle, donde las personas pasean, juegan, interactúan unas con otras y con sus seres queridos, y por eso lo ha elegido como anfiteatro.
Su objetivo es trasladar la música a lugares donde no se espera, como el puerto de Garachico, en el que lleva atracada desde el miércoles. Ayer ofreció un concierto con el que cautivó a quienes se dejaron seducir por su voz y su talento, y vivieron un momento mágico e inolvidable, como ella pretende.
A los 18 años, viajó por Irlanda con su música y ahí descubrió que quería vivir como los marineros y dar a conocer su arte de una manera más libre. Aprendió a navegar, compró el velero, al que llamó Freedom (libertad), e instaló allí su piano, un compañero de viaje inseparable desde entonces, al que se sumaron Sebastián, su esposo; su hijo de 7 años y su gato, que deambula permanentemente entre la cubierta y los dos camarotes.

Freedom está dividido en dos y a un lado se encuentra el pequeño estudio de grabación donde Marieke compone. Cuenta con micrófonos y equipos que le permiten grabar sus CD e invitar a los músicos que conoce durante los viajes a trabajar juntos. En el otro, el camarote vivienda, que consta de una habitación, baño y sala cocina, en el que la familia desarrolla su vida varios meses del año.
Llegar a destino supone hacer trayectos muy largos que suponen un mínimo de 25 días. Quizás por eso, conectar con la gente local es para ella “fundamental”. Arribó a Canarias hace un mes. Su primer destino fue el puerto de Arguineguín, en Gran Canaria. Allí conoció el Proyecto Vecinal de Alimentos de Mogán y no dudó en sumarse porque considera que música y solidaridad pueden ir de la mano. Ofreció tres conciertos en los que se pedía a la gente que acudía que llevara alimentos no perecederos, como arroz, pasta, conservas, legumbres, leche, para destinarlos a 80 familias necesitadas del municipio.
Desde el miércoles, se encuentra en Tenerife, isla en la que vivirá hasta el viernes, día en el que partirá hacia La Gomera. El último concierto en el Archipiélago será en agosto en La Palma.
Pianocean es una gira musical diferente. Marieke vende su concierto a los ayuntamientos o a festivales con el único requisito deque sean gratuitos y abiertos porque no quiere poner gradas, ya que le gusta que la gente camine mientras disfruta de su música. La venta de los CD que graba son su mayor parte de ingresos, igual que las donaciones por parte del público.
Ya ha navegado por el Mediterráneo, la costa oeste de Francia, tierras irlandesas y, en enero del próximo año, tiene pensado cruzar el Atlántico hasta El Caribe y llegar a Canadá. En total, 9 meses, el trayecto más largo que ha hecho hasta el momento. Después, le gustaría hacer una gira por Groenlandia “y aprender un nuevo idioma” -bromea- que sumará al inglés, francés, portugués, español y gaélico.
La expresión “que se vaya con su música a otra parte’ es, en el caso de esta artista francesa, el mayor deseo para quienes esperan la posibilidad de conocer a alguien que ha convertido su pasión por el mar y la música en un proyecto de vida.
Un sistema para regular la humedad y la temperatura del piano
El velero de Marieke y su familia guarda armonía con su forma de vida, tiene placas solares y ella y su esposo se encargan de mantenerlo, tarea de la que se ocupan cuando no viajan. Mientras están a bordo, el trabajo más importante consiste en afinar el piano -que no es precisamente sencillo- dos horas antes y después de cada concierto, así como controlar su temperatura y humedad. Para ello, dispone de un pequeño sistema de regulación ubicado frente al teclado que le indica el nivel que tiene en cada momento. Cuando está atracada en algún puerto, también funciona con electricidad. Este instrumento, que aprendió a tocar desde pequeña, requiere mantenimiento y protección, fundamentalmente cuando la lluvia la coge de imprevisto en un concierto, como le ocurrió en varias ocasiones en Irlanda, y para lo que debe estar prevenida.