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Estallido de colores en Costa Adeje para festejar la primavera hindú

Cerca de 2.000 personas se reunieron en el Sur para celebrar una nueva edición del Festival Holi; una tradición en la que los polvos de colores se lanzan al aire para simbolizar la igualdad, la alegría y el desprendimiento del ego

Personas llegadas de todas las Islas, residentes, turistas y, por supuesto, una representación importante de la comunidad hindú se dieron cita ayer en Costa Adeje para celebrar el festival Holi, una cita que, en la cultura hindú, festeja la primavera y celebra el triunfo de las fuerzas del bien tras una denodada batalla contra el mal.


La comunidad hindú, fuertemente arraigada en Canarias, y en este caso en el Sur de Tenerife, ha consolidado año tras año una tradición festiva que marca la transición estacional y que se festeja con el Holi, un festival de colores que simboliza la renovación, el amor y la alegría de vivir.


La celebración comenzó con los preparativos desde las once horas y, aunque la mañana estuvó parcialmente nublada, con el paso de las horas el cielo se despejó y las temperaturas fueron subiendo, marcando el inicio de una jornada que acabó, para muchos, con largas duchas para quitarse de encima la pintura y el polvo que tiñeron el aparcamiento de la avenida de Moscú, transformando este espacio en un arco iris viviente.


Organizado por la Asociación Hindú Tenerife Sur y ST Eventos, con el respaldo del Ayuntamiento de Adeje, el Holi congregó a más de dos mil personas a lo largo de la jornada. Desde las primeras horas del día, familias enteras se acercaron al recinto, muchas de ellas vestidas de blanco, sabiendo que pronto quedarían irreconocibles tras las explosiones de color.


El Holi, también conocido como Rangwali Holi o Dhulhenduna, en la tadición hindú, marca el final del invierno y la bienvenida a la primavera. Es una fecha marcada en el calendario que representa el renacimiento de la naturaleza, la fertilidad, la renovación espiritual y la celebración del amor.


Su fecha varía cada año, pues se rige por el calendario lunar hindú y coincide con el día posterior a la luna llena del mes de Phalguna (entre febrero y marzo).


Pero la fiesta es mucho más que una simple lluvia de pigmentos. Los polvos de colores -gulal- que se lanzan al aire simbolizan la igualdad (todos quedan teñidos por igual, sin distinción de casta, religión o estatus), la alegría desenfrenada y el abandono del ego, ya que cubiertos de color, las diferencias externas desaparecen. En Adeje, esa filosofía se hizo carne: niños, adultos y mayores se fundieron en abrazos y bailes sin importar el idioma o la procedencia.


La jornada incluyó además castillos hinchables, piscinas de agua, pistolas con tintes, música en vivo y carpas con platos típicos de la India e internacionales, hasta exhibiciones de danzas tradicionales, coreografías de Bollywood, fiesta de espuma, duchas artificiales y DJs locales e indios.Incluso el grupo Hare Krishna se unió a la celebración con cantos y danzas.

UNA NUBE MULTICOLOR


Los colores más utilizados fueron negro, azul, rojo, rosa, morado y blanco. El resultado fue una escena digna de una postal: cuerpos y ropas cubiertos totalmente de pigmentos, sonrisas encendidas y una nube multicolor flotando sobre el gentío.


Adeje, que acoge a personas de más de 117 nacionalidades, fue nuevamente el escenario perfecto para este encuentro multicultural. Para el concejal del área de Presidencia, Manuel Luis Méndez, esta cita confirma que “Adeje es un municipio plural, donde la convivencia y la diversidad no solo se respetan, sino que se celebran”.


Por su parte, la concejala de Bienestar Comunitario, Raquel Rodríguez, agradeció “a quienes siguen eligiendo este lugar para compartir sus tradiciones y acercarlas a la ciudadanía”.
Shiam Aswani, presidente de la Asociación Hindú Tenerife Sur y ganador de un premio Taburiente, lo resumió con sencillez: “En el mundo hay mucho estrés y problemas. Estamos intentando erradicarlo con esta fiesta y repartir alegría. Me da una satisfacción enorme ver tanta gente”.


Y así fue. Muchos llegaron de punto en blanco y salieron disfrazados de colores. Para muchos asistentes, fue su primer contacto con esta festividad. Más allá del color y la música, la jornada dejó una impresión duradera: la de una tradición milenaria que, edición tras edición, gana arraigo y reconocimiento en el Sur.

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