arona

La vida de Walter Fabián en una autocaravana en Tenerife: “Con 4 euros que saco en la calle, hago mi comprita”

A sus 62 años, este ciudadano malvive desde 2022 en un viejo vehículo en Playa de Las Américas, donde ha rumiado en soledad un cáncer de colon que está a punto de superar
La vida de Walter Fabián en una autocaravana en Tenerife
Walter, el pasado martes, por fuera de su autocaravana. DA

La llamada de DIARIO DE AVISOS sorprende a Walter Fabián Espósito, de 62 años, en Hiperdino, donde se dispone a exprimir los cuatro euros que ha obtenido de la caridad ciudadana en la calle durante la mañana. Mientras empieza a responder a nuestras preguntas, se escucha su conversación con la dependienta: “Pónme, por favor, 90 céntimos de queso”. Segundos después, bromea con la empleada: “Me pusiste 93 céntimos, hoy no te puedes fiar de nadie”.

La conversación con este ciudadano argentino, que llegó a Tenerife en 1996, transcurre mientras hace la compra: la compra de una ración de comida que estirará todo lo que pueda. Además del queso, mete en la cesta del supermercado dos salchichas, un pan y algo de hielo para su nevera de playa. “¡Qué bueno! Hice mi comprita y me sobraron 50 céntimos”, exclama al pasar por caja.

Las esperanzas de Walter están puestas en una “ayuda” del Gobierno de Canarias que confía en cobrar a final de mes, después de dos años sin percibir una paga: “Me dicen que, en teoría, ya está aceptada”, suspira, aunque no las tiene todas consigo por una deuda que arrastra hace tiempo.

Mantiene “medio controlado” un cáncer de colon, -“falta una prueba para cantar victoria”-, enfermedad que le impidió seguir trabajando como ayudante de cocina hace 3 años en un hotel de Los Cristianos.

Con la indemnización se compró una autocaravana “de cuarta o quinta mano”, que se ha convertido en su hogar desde el 2022 y que casi pierde hace un par de años al quemarse la nevera. Estacionada en el parking de Hospiten, junto al depósito de grúas de Playa de Las Américas, rumia allí su soledad y llora “cada dos por tres”, aunque, por momentos, da muestras de su sentido del humor durante la conversación.

Su salud no se lo está poniendo fácil. “Me canso mucho y tengo dolores de cabeza”, subraya. A sus problemas de colon, se une un último sobresalto, unas analíticas que acusan “algo raro” en la próstata, lo que espera aclarar pronto con una segunda prueba.

Desde que contó su historia, en mayo de 2024, a Norberto Chijeb en este periódico, su vida no se ha enderezado. “Me vuelvo loco por trabajar”, asegura. En aquel reportaje confesó que, pese a todo, se levantaba cada mañana con una sonrisa y mostró su deseo de “seguir viviendo”. Ahora, su percepción es otra. Las condiciones en las que malvive desde hace años y la falta de expectativas le pasan factura. “Si pudiera pedir un deseo, pediría dormirme y no despertar nunca más; sería la persona más feliz del mundo”.

La esperanza en un golpe de suerte se desvanece con el paso del tiempo. Walter, censado con pasaporte español en su autocaravana, reconoce que no sabe de dónde saca fuerzas, “porque con la familia no cuento y los amigos se esfuman cuando ya no tienes café para invitarlos”, confiesa en el trayecto del supermercado a su hogar.

Allí se las apaña para lavar su ropa y bañarse con agua fría cada día, “porque soy un maniático de la limpieza”, asegura. Su única ilusión, admite, es juntar el dinero que le pide “un señor que se porta muy bien” para hacerse con una nevera trivalente por valor de 250 euros, lo que le permitiría conservar alimentos durante más tiempo.

Walter expresa su gratitud por la ayuda que recibe en la calle y la que le da alguna persona que se acerca hasta su autocaravana (incluso con algún bizum), así como “lo bien que se porta la Policía Local de Arona”.

Al final de la conversación con este periódico, se muestra también agradecido: “Cuando vengas por aquí, te invito a tomar agua, que es lo que te puedo ofrecer. Para el café hay que esperar”, comenta con una sonrisa amarga.

TE PUEDE INTERESAR