Barcas
Si la Ópera de París tenía un fantasma, Costas tiene el suyo; y si el de la Ópera habitaba en los subterráneos, horrorizando a artistas y empresarios, dejando caer telares sobre la diva de la compañía o tutelando tan secreta como obsesivamente a su Christine, aquí, hace años, muchos ya, Costas tiene su propio fantasma pero, a diferencia del parisino, éste habita en los despachos, dedicándose a mortificar de forma compulsiva, soberbia e injustificada a los usuarios de nuestras playas, dejando caer decisiones con tics colonialistas sobre