“Hay interés por la historia de España; de lo que se trata es de renovar la oferta con rigor y calidad”

Entre las iniciativas que se desarrollan para conmemorar los 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes, Tenerife acogió esta semana las Jornadas Cervantinas Villa de La Orotava. Uno de sus invitados fue el historiador Alfredo Alvar Ezquerra, con el que DIARIO DE AVISOS mantuvo esta charla
Foto FRAN PALLERO
Foto FRAN PALLERO

Entre las iniciativas que se desarrollan para conmemorar los 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes, Tenerife acogió esta semana las Jornadas Cervantinas Villa de La Orotava, impulsadas por la Asociación Cultural Alisios con el apoyo de la Universidad Libre de Infantes Santo Tomás de Villanueva y la colaboración de los consistorios de La Orotava y de Villanueva de los Infantes, así como del Cabildo de Tenerife. Uno de sus invitados fue el historiador Alfredo Alvar Ezquerra, con el que DIARIO DE AVISOS mantuvo esta charla.

-Cervantes vivió entre 1547 y 1616. ¿Cómo describiría la situación de España en ese periodo?

“Era una monarquía bihemisférica y plurinacional con muchas oportunidades. Si no se tenían en la Península, se buscaban en las Indias o en el imperio europeo. Al otro lado de la balanza, se trataba de una sociedad con una vulnerabilidad extrema, con grandes injusticias. Es un mundo complejo y por eso es fascinante. De ahí la necesidad de historiadores que estudien los mundos complejos. ¿Es una época en la que me quedaría a vivir? No lo sé, aquí está mucho mejor la sanidad”.

-¿Qué paralelismos se dan entre ese tiempo y el actual?

“Pocos. Si pusiéramos a un hombre del siglo XVI en el XXI, quizás reconocía algún edificio, por lo demás, se volvería loco. Entre las diferencias más sensibles destacaría que de aquel tiempo nos resultarían insoportables los hedores, mientras que a ellos del nuestro les serían insufribles los ruidos. Son dos mundos que poco tienen que ver entre sí. Aunque el ser humano es el mismo: codicioso, mentiroso, leal, generoso… Las organizaciones políticas han cambiado, pero no las ansias de poder. El homo sapiens es un homínido de una curiosidad, una capacidad de creación y una violencia infinitas”.

-Uno de los aspectos que se señalan al hablar de Cervantes es que inaugura la modernidad literaria. ¿Qué nuevos caminos abrió?

“Pensemos en un individuo de finales del siglo XVI, principios del XVII, que leyera el Quijote. Le debió sorprender mucho si lo que había leído antes era literatura mística o libros de caballería, o tratados de derecho… Cervantes es un revolvedor de la conciencia. Aunque en principio es una obra de entretenimiento, el éxito del Quijote responde a que toca muchas fibras sensibles. Su modernidad está en contar una historia a través de un juego de espejos contrapuestos maravilloso. Para empezar, declara que no es el autor de la obra, sino que la encontró en el mercado de Toledo, estaba en árabe y la tradujeron. Y claro, eso lo escribe en 1605. Luego te acercas a otros trabajos y también son sorprendentes. El Viaje del Parnaso es un manual de bibliografía en verso. En el entremés El juez de los divorcios te preguntas cómo es posible que fuera escrito a principios del XVII… Y así, una sorpresa tras otra. ¿Dónde está su grandeza? No sabemos dónde recibió su formación primera, no estudió en la universidad y, sin embargo, lo leyó todo. Cita a más de 400 autores, conoce perfectamente las novelas de caballerías, la España literaria de su tiempo, a autores que hoy nadie recuerda. Anduvo por ese mundo, se nutre de una inmensa corriente cultural y la sabe filtrar. Y posee una originalidad que no tienen otros. Es la humanidad de Cervantes lo que hace que su lectura sea tan emocionante. Hay dos principios esenciales en su obra: la exaltación de la libertad individual y la dignidad del ser humano. Las virtudes superiores por las que aún tenemos que luchar”.

-Usted ha publicado la biografía Cervantes. Genio y libertad (2004). ¿De qué manera asume uno un proyecto tan ambicioso?

“Pues preguntándome cada día para qué me metía en eso. ¿Cómo se afronta una biografía sobre Cervantes? Desde la inconsciencia. También he tenido la fortuna de trazar una biografía sobre López de Hoyos, su maestro; me interesé por su biblioteca, por cuáles podrían ser los orígenes de la obra de Cervantes a partir de los libros que tenía su maestro”.

-¿Existen aún muchos lugares comunes acerca de Cervantes que deberíamos abandonar?

“Cervantes es como Ortega: se le cita mucho y se le lee poco. Pero no tiene mayor importancia, Miguel de Cervantes es un mito nacional. Hay una encuesta del Instituto Nacional de Estadística que dice que han leído el Quijote el 20% de los españoles, bastante me parece. El 80% restante podría hacer algo al respecto, aunque qué más da. Los lugares comunes no se podrán desterrar nunca, pero también eso da igual. Lo peor con los lugares comunes es que gente instruida los alimente. Porque de Cervantes,
mientras no se encuentre nueva documentación, está todo dicho. Pero sí, se hacen muchas elucubraciones y se dicen muchas necedades”.

-En la conmemoración de los 400 años de la muerte del autor no faltan las críticas que hablan de la escasa relevancia de los actos programados. ¿Qué opina usted?

“Me parecen injustas y malintencionadas. Desde un punto de vista político es posible que existiera algún retardo en anunciar actos e iniciativas, pero no hay que olvidar que estamos con un Gobierno en funciones. En España han funcionado las denominadas sociedades estatales para conmemoraciones culturales desde 1994, si mal no recuerdo, con motivo del Tratado de Tordesillas. Hubo infinidad de actos para conmemorar a Cervantes y el Quijote en 2005. En 10 años era difícil que hubiera una revolución en el conocimiento de Cervantes y de su obra, habida cuenta de la cantidad de documentación que se ha ido exhumando en los archivos desde finales del siglo XVIII. De manera que si es una crítica institucional, se actúa con deslealtad. Lo que va a quedar entre 2005 y 2016 no se lo salta un torero. Me niego a caer en ese pesimismo, en el que da placer que las cosas vayan mal”.

-Series de televisión como Isabel o Carlos, rey emperador han sido un éxito de audiencia. ¿A qué responde este renovado interés por nuestra historia?

“No creo que sea un interés renovado, pues demanda de conocimiento histórico ha existido siempre, por más que en los planes de estudios de las comunidades autónomas se haya intentado bloquear el conocimiento de la historia de España. La cuestión no es una renovación de la demanda, sino una renovación de la oferta. Participé en el cómo se hizo de Carlos, rey emperador, El mundo de Carlos, y también en un programa sobre Isabel. Ha sido fascinante. Hacer series de calidad y de rigor, con algunas licencias a la galería porque hay que captar audiencia, es el camino. Y ahí están los resultados. Más de dos millones de espectadores cada lunes a altas horas de la madrugada. Aunque la televisión pública no es para audiencias, es para calidad. Creo que fueron 16 capítulos de El mundo de Carlos, cada uno visto por más de un millón de personas. En ninguna universidad se dan 16 horas de clases sobre Carlos V durante un curso, y tampoco se reúne a un millón de estudiantes en torno a Carlos V”.

-También en los últimos tiempos hay un auge de la novela histórica. Aunque es injusto generalizar, ¿cree que se traiciona demasiado la historia en favor de la ficción?

“No debería existir el término novela histórica. Es novela, y si le añaden lo de histórica es porque se sabe que existe esa demanda de conocimiento. Ahora bien, los historiadores tienen mucha culpa de esto por no haber querido entender su función social y escribir unos leños que no se los leen ni ellos mismos. Entonces, ¿quiénes han venido a nutrir esa demanda? Autores que son incapaces de leer el original de un manuscrito del siglo XVI. Por eso siempre defiendo que ha de existir un discurso histórico para profesionales diferente del discurso de la narrativa histórica para aquel que no es especialista. Es además una cuestión de supervivencia para los historiadores”.

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