Paco Gómez: “Canarias tiene comida para tres meses. Si pasa algo, nos comemos entre nosotros”

El presidente de la Federación de Alimentación Facca y mayor importador de carne del archipiélago afirma que "vivimos del turismo en estado de alto riesgo y hemos renunciado al autoabastecimiento"
Foto: FRAN PALLERO
Foto: FRAN PALLERO

Este hombre cree que en su tierra se puede producir casi toda la carne que se importa. Pero en Arico le impidieron poner una granja de cerdos, “porque estaba a menos de 500 metros de la cueva de un cabrero”. La historia de Paco Gómez, presidente de la Federación de Alimentación Facca, es el sueño americano de un güimarero en Tenerife. Empezó de peón albañil a los once años de edad, antes de convertirse en uno de los grandes importadores de carne de Canarias. “Yo vengo de una familia muy humilde y lo más que me gusta es un plato de potaje”. Ha ganado mucho dinero y los negocios le van bien. Pero, tras medio siglo de empresario, teme por sus nietos. “¿Qué será de ellos el día de mañana?”. Con pesar, admite: “De seguir así, no le veo un gran futuro a Canarias”. Y remacha con la misma franqueza: “¡Que los jóvenes salgan fuera a estudiar y trabajar! ¡No es ninguna tragedia! Yo digo que hay que salir”. Campechano y bonachón, es incapaz de contenerse sin bromear. “Traigo chaqueta porque vengo de Las Palmas, si no estaría en mangas de camisa”. No es un pesimista obstinado, disfruta con sus cuatro baipases como un niño con zapatos nuevos, y su vida es un ejemplo de superación y éxito. Ahora bien, un diagnóstico es otra cosa, dice, y él tiene el suyo: “Vivimos del turismo en estado de alto riesgo y hemos renunciado al autoabastecimiento”. Estima que “solo tenemos comida para tres meses en caso de emergencia, y después nos comeremos los unos a los otros”. En la entrevista cita varias veces la paradoja de la cueva del cabrero.

-Paradigma del self made man, usted es un hombre hecho a sí mismo que empezó de albañil.
“De peón albañil y con tu padre, maestro albañil, lo cual es más difícil. Tengo 69 años y trabajo desde los 11. Me enseñó a ahorrar, trabajar y respetar. Cuando una persona mayor dice blanco, es blanco, no la contradigas delante de nadie. Era de Igueste de Candelaria y mi madre de Valle Gran Rey. Pero vivimos siempre en Güímar. Francisco y Cecilia. Se casaron jóvenes y enseguida me trajeron a mí y después a mis dos hermanos. Mi padre murió de alzhéimer. Mi madre tenía un bulto en un pecho y se lo calló. Los dos me enseñaron a vivir. Mi madre siempre me decía “ten cuidado, mi hijo, que aquí la gente se alegra del mal ajeno”.

-¿Por qué llamó PIDA a su empresa?
“Significa Productos Importados de Alimentación. El nombre sale del de una multinacional suiza ya desaparecida a la que quise mucho, DIPA (Distribuidora Insular de Productos Alimenticios), donde empecé de repartidor. Un día puse un pero y el director me dijo que yo era solo un empleado y un empleado bajo. Entonces, nos fuimos tres a trabajar por nuestra cuenta comprando y vendiendo carne en los años 60. Nuestra empresa se llamaba Paco Gómez, pero me parecía chabacano y le puse PIDA,S.A. Ganábamos un duro de margen. Si vendíamos una caja eran 25 duros, y muchos 25 duros hacían mucho dinero”.

-¿De qué países importa?
“Uruguay, Brasil, Nueva Zelanda, casi toda Europa”.

-¿Por qué no de Argentina?
“La expresidenta Kirchner puso impuestos a la exportación y borró del mercado la carne argentina, que era la mejor del mundo”.

-¿Y actualmente cuál es la mejor carne del mundo?
“La poquita que producimos en Canarias. Podemos competir con la mejor vaca holandesa, pero no nos dejan”.

-¿Cuál es el problema?
“Que montar una granja de cerdos es imposible. Aquí se puede producir cerdo y pollo, para cubrir hasta el 70% del consumo local. Pero nadie quiere una granja cerca. Las Directrices, las leyes, todo son pegas. Teníamos los terrenos y un alcalde de Arico me dijo “Paco, que estén como mínimo a 500 metros de las casas”. No había nada alrededor. Le explico dónde es y me dice “pero allí está la cueva del cabrero”. Una cueva no es una casa. Pues no pudimos, molestábamos al cabrero. En Holanda hueles a mierda de vaca sin problema. Aquí somos muy finos. En Güímar se puso una granja de cochinos autorizada; el pueblo fue creciendo hacia la granja y la echó. Lo razonable es que tengas el 20% de autoconsumo; nosotros estamos en un 5, el 7%”.

-¿La Ley del Suelo redime al campo, pese a la polémica?
“Cuando la vea, lo creo. Ahora se te cae una pared y la levantas porque se te viene abajo el cantero, y el Seprona te denuncia. Esa ley se carga cinco leyes contradictorias, favorece al sector primario y regula el territorio. Si lo consigue, chapó don Fernando Clavijo. Podré hacer la pared”.

-¿Y la granja?
“Espero que también”.

-Usted es Paco Gómez, el veterano importador de carne, pero ¿se ha diversificado?
“Hemos ido creciendo. Entré en el frío; montamos naves; estamos en Hiperdino; compramos 5 Océanos. Con Martín García Garzón fundamos Lanzateide. Con Marichal padre e hijo tenemos un hotel en el sur. ¿Diversificación? Llámalo como quieras”.

-A García Garzón le preguntamos una vez por usted y nos habló de un tándem “que dura 40 años”. Su mujer se va a poner celosa.
“Mi mujer se llama Catalina Medina, pero mi jefe se llama Martín García Garzón. Martín y yo somos como padre e hijo. Haber hecho negocios con él ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Como es un castellano austero, me ha enseñado mucho. Una vez me asusté en Dinamarca: me vi con un contenedor de 11.000 kilos de carne, y lo llamé para que cada uno trajera la mitad. Fue nuestro primer negocio. Y después seguimos haciendo negocios juntos. Tenemos una sociedad que puede valer cualquier cantidad”.

-¿Qué reflexión política hace de este momento?
“No concibo que no haya Gobierno después de que voten hoy en País Vasco y Galicia. Es imposible que sean tan ineptos”.

-¿Cuál es su ideología?
“¿Quién quiere que haya paro y hambre? No sería humano. Yo quiero que todo el mundo trabaje. Y la gente que no respeta la propiedad privada me saca de quicio. Tenemos un edificio en Santa Cruz y sorprendo a alguien saliendo por la puerta rota. Y me dice: ‘Yo vivo aquí, soy un okupa’. Llamé a la Policía, pero vinieron dos patrullas, una llamada por mí y otra por el okupa, porque dice que yo lo estaba coaccionando. Después, abandonó el edificio y pudimos tapiar el acceso. Tenía un librito con instrucciones y llamó a un teléfono nacional diciendo que era un okupa y el dueño lo quería echar. ¿Mi ideología? Esa”.

-¿Ha cambiado el voto en esta tesitura?
“En las primeras elecciones voté a UCD y a María Dolores Pelayo. En las últimas, a Anita Oramas, a Carlos y a Fernando. Fernando Clavijo es un chico de aquí y ha sabido llegar. Y Carlos Alonso es un político que no nos merecemos; con el puesto que tenía en Europa”.

-¿Cómo ve a Coalición Canaria?
“El gran problema de CC es que todos se creen dueños del partido. En CC caben desde UPC hasta Fuerza Nueva. Cabemos todos. Pero después aparecen los padres de la patria… Me da un poco de vergüenza decir lo que voy a decir, pero lo digo: qué bien lo está haciendo el PNV, que hoy va a ganar, qué calidad de políticos. Apenas hay paro. A pesar de las tonterías que han dicho sobre la ETA y lo que no es la ETA, esa gente primero trabaja y después dice las tonterías. Tenemos que aprender mucho del PNV”.

-¿Este pacto se va a romper, a tenor del runrún?
“Gobierno en Canarias va a haber, otra cosa es con qué pacto”.

Foto: FRAN PALLERO
Foto: FRAN PALLERO

-El próximo año cumple medio siglo de empresario. ¿Se arrepintió de serlo alguna vez?
“Comprar y vender es bonito de verdad. Suponte, llevar un furgón -que en aquella época no era isotermo- con diez cajas de carne, y tú ir calculando que la habías comprado a diez pesetas el kilo y la ibas a vender a 12. Y decir, llevo 200 kilos de carne, con dos pesetas que me voy a ganar por kilo, me cacho en diez, tengo 400 pesetas más. El secreto es comprar calidad y vender barato, que la gente entre y compre. En 5 Océanos, todos los meses vendemos a un euro. Un kilo de muslo un euro, un kilo de pollo un euro…A mí me gusta ganar dinero, y cuanta más gente compre más ganaré”.

-¿Cuánto ha ganado en toda la vida?
“Ni puñetera idea”.

-Cifre su volumen anual de negocio.
“De una parte, podemos estar vendiendo entre 40 y 60 millones al año. Pero además de PIDA, soy consejero de otras empresas como 5 Océanos o Hiperdino, que, cuando entramos Martín y yo hace cuatro años se estaba hundiendo y acudimos con los hermanos Domínguez a su rescate. Valía por debajo de nada y ahora vale muchísimo. Javier Puga, el consejero delegado, es un dios. Hiperdino es la principal empresa del comercio en Canarias y la que más ayuda a la industria de las Islas”.

-¿Cómo ve la situación económica?
“Lleva dos, tres años mejorando mucho. Llegué a creer que no salíamos. En 2006 sentí que cerraban el grifo del crédito. Un amigo me dijo que quería saber quién puso el pie delante. Delante del euro que rodaba. En el año 12 y 13 alguien levantó el pie y ya los bancos nos daban lo que pedíamos si la proposición era honesta. Decía Arístides Ferrer que a Hacienda se le podía vender un machango, siempre y cuando estuviera bien vestido”.

-¿Conoció a don Arístides, el matemático grandullón?
“Era muy simpático. Lo conocí mucho. Él arafero y yo güimarero. Los números son mi debilidad”.

-Dice que pensó que no salíamos.
“Y aún no hemos salido del todo. Pero Canarias está mejor que hace tres años. Llegué a pensar que podía acabar con todos nosotros. Que todos íbamos a hundirnos. Una chica politóloga guatemalteca, Gloria Álvarez, dice que los populistas aman tanto a los pobres que los multiplican. Pues yo pensé en una cosa así”.

-¿Está mentalizado para pagar a cuenta el Impuesto de Sociedades por el déficit?
“No es la primera vez que el Gobierno nos pide adelantarlo. Hablando mal y pronto, es una putada, pero se paga y ya está”.

-Tiene cuatro baipases y ¿cuántos cargos?
“Demasiados. Estoy en el comité ejecutivo de la Confederación Española de Comercio; soy vicepresidente de la CEOE y la Cámara de Comercio de Tenerife; presido desde hace 20 años la Asociación de Importadores y Distribuidores de Productos de Consumo (Adican) y, desde hace cinco, la Federación de Alimentación Facca. Tengo más cargos de la cuenta”.

-¿Crea puesto de trabajo?
“Solo en 5 Océanos tenemos 400 empleados. En Hiperdino son 8.000”.

-¿Cómo está Canarias?
“Como siempre, con pleito. Yo tengo negocios en las dos provincias. Madrid ha logrado que estemos peleándonos y así no nos acordamos de lo que nos falta de allá”.

-¿Imagina a Canarias cayendo en la senda de Cataluña?
“Si nosotros consiguiéramos la independencia del Reino de España, después tendríamos que tener la independencia de Las Palmas de Gran Canaria, y después de La Laguna y Santa Cruz. Sería de coña. Las Islas tienen bastante con los peligros que la acechan”.

-¿Cuáles?
“Tenemos una gran ventaja comercial y turística. Si no nos pasa ninguna desgracia que está en la mente de todos”.

-¿En caso de emergencia, contamos con provisiones?
“Para tres meses. Los canarios no tenemos comida para más. Si pasa algo, nos comemos los unos a los otros”.

-Y se hizo ‘creyente’ del Puerto de Granadilla.
“Ya que no producimos, seamos plataforma. Las Islas son siete portaaviones anclados que no gastan gasoil. Utilícenlos. Y no se está haciendo, salvo algo Las Palmas. A mediados del próximo año, por fin, tendremos puerto. El sueño puede hacerse realidad. La mercancía cautiva va a seguir viniendo por Santa Cruz. Pero la de reexportación, el gas, los cementos, va a venir por el puerto de Granadilla. Tenemos estudios hechos y estoy convencido de que será la plataforma de distribución entre América, Europa y África. En esa logística estamos dispuestos a invertir”.

-Tras esta feria europea de cruceros de 2.500 congresistas, ¿el comercio puede permanecer insensible?
“Yo discutía con el expresidente de Fedeco Luis de Miguel. Tenemos que abrir para los cruceros. Cuando venía un barco de pasaje los indios abrían por la noche”.

-¿Tiene su receta para los negocios?
“Endeudarme lo menos posible, porque vengo de una familia muy pobre”.

-¿El solomillo ha perdido caché?
“Bajó de precio y ya no es lo que era. Hoy, un buen cherne salado es un plato de lujo”.

-¿Ante las Navidades, cuál es su oferta estrella?
“En carnes, el solomillo en pasta filo y el cerdo. Y en aves, el pavo, el pato y la pechuga de pollo”.

-¿El REA se aplica a mayor gloria del consumidor o del importador?
“Cuando Canarias entró en la Política Agraria Común en el 92, con Saavedra, se crea el REA (Régimen Específico de Abastecimiento), para que no se encarecieran las carnes, granos, aceites, leche y quesos, productos de primera necesidad. Y se ha logrado que los precios no se disparen”.

-¿Se considera un nostálgico de los Puertos Francos?
“Éramos la envidia de la Península; importábamos libremente, como la famosa mantequilla El Ancla, que venía de Australia”.

Foto: FRAN PALLERO
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-Usted cofundó los Chicharros Mensajeros, el Imserso de emigrantes…
“Sí, con Roberto Torres del Castillo, gran hombre, ahora por desgracia atrapado en el alzhéimer. Confluían Jorge Martínez, el mejor agente de viajes que he conocido, y Paco Padrón en Radio Club. Una vez en el hotel Crowne Plaza de la capital de México, Elfidio Alonso lanzó la idea, y allí mismo, en la hora feliz (pedías una copa y te servían dos), creamos los Chicharros Mensajeros. Hicimos felices a muchos mayores de América con más de 30 años fuera”.

-¿Cuál es su mayor preocupación en estos momentos?
“Mi mujer, mis hijos y mis nietos. A mis hijos, con más de 40 años, les veo futuro, pero no sé qué va a ser de mis nietos aquí. Si seguimos igual, no le veo futuro a nuestra tierra. Somos frágiles. Un mal fario y nos hundimos todos. A mis nietos, si yo viviera, los mandaba fuera a conocer mundo y trabajar en otros sitios. Soy un defensor de animar a los chicos a salir. Hay que irse, salir de aquí. No es una tragedia, te hace crecer. Que la tierra no nos apegue tanto. Yo ya con casi 70 años no voy a salir de casa. Pero mis chicos tienen que salir todos”.

-La casa no es el mundo, sino la sombra del almendro, diría Estévanez.
“Yo pienso que nuestra casa, si no es el mundo, sí es más que Canarias”.

-¿Tiene algún proyecto en la recámara?
“Una licencia solicitada en Arona para hacer un hotel de cinco estrellas con Martín y los Marichal”.

-¿Su afición a trabajarle anula las demás aficiones?
“Trabajo desde que era un niño y me gusta. De siete de la mañana a nueve de la noche. Pero también me gusta jugar a las cartas y leer. Ya no fumo puros. Y como me estoy haciendo mayor, voy a las Teresitas a primera hora a caminar. Los quince minutos de baño en Las Teresitas a las ocho no se pagan con dinero. Desde que me operé engordé por la medicación”.

-¿Qué recuerdo le dejó el quirófano?
“Hace seis años, San Rafa Llorens me puso cuatro baipases en el corazón. En Hospiten hay dos grandes cardiólogos a los que tengo una gran consideración: Manolo Maynar y Rafa Llorens. O me operaba o me quedaba. Tenía el síndrome del escaparate: me cansaba y me paraba a mirar”.

-Líder de la alimentación y ‘cofrade’ del potaje, ¿es bueno de boca?
“A veces como cosas raras. En un viaje de los Chicharros Mensajeros en Colombia comimos hormigas fritas en un cucurucho. Estaba bueno. Y aquí por poco me como una cucaracha en una bola de helado”.

-¿Su plato favorito?
“Un plato de potaje de berros, uno con gofio y otro sin gofio. Y un pescado salado con papas peladas”.

-Usted es hombre de sobremesa en Los Limoneros.
“Desde hace veinte años, una docena de amigos comemos ahí una vez a la semana. Pero con otro grupo desayunamos en el bar El Puente de Güímar. Y los sábados nos vamos al norte de guachinches”.

-Haga un alto en el camino. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?
“Yo siempre digo que hay alguien sobre mí que me marca los pasos que tengo que dar”.

-¿Quién le protege?
“En el 79 perdí una hija de tres años, y esa niña me ha marcado. Era viernes. Un día agitado. La niña solo tenía placas en la garganta. Pero murió a las diez de la noche. De una meningitis. Desde ese momento, siento que va conmigo. Ahora mi niña tendría 40 años”.

-¿Siempre vuelve a Güímar?
“Es mi pueblo y a donde dirijo siempre mis pasos. La semana que no voy me falta algo”.

 

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Novelas de bolsillo

Dejó de estudiar porque leía de modo adictivo novelas de pistoleros de Marcial Lafuente Estefanía, Donald Curtis, Keith Luger y Silver Kane, y se quedó en segundo de Bachillerato pegando tiros en el oeste. “Si no estudias, trabajas”, le dijo el padre y lo metió con él de albañil, “cuando tener once años y curro no era pecado de ley”. A los 13, simuló tener 18 para ser peón. “Se cobraba el doble que de pinche en Cepsa”. Las aventuras de bolsillo del far west quedaron atrás; ahora lee novela negra nórdica – “los suecos son enrevesados, pero buenísimos”- después de haberse engullido a todo Grisham, un novelista abogado, que es lo que hubiera querido ser. “Se lo exigí a mi hija, y estudió la carrera”. Él se consuela: con el certificado de estudios primarios le ha bastado para ser quien es, padre de cuatro hijos, abuelo de seis nietos y empresario de la alimentación.

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