Ana María Matute: “El mundo no está bueno; la humanidad no es respetable”

Más orgullosa, como Borges, de los libros leídos que de los escritos, la Matute nos deja siempre una huella cuando leemos de ella, aunque sea una entrevista
ANA MARÍA MATUTE
ANA MARÍA MATUTE
Ana María Matute. / DA

El caso es que esta conversación con Ana María Matute (1925-2014), que sostuve con ella hace 10 años en Tenerife, concluye en esta tercera entrega invocando la lectura como hábito de vida. Un hábito feliz. Más orgullosa, como Borges, de los libros leídos que de los escritos, la Matute nos deja siempre una huella cuando leemos de ella, aunque sea una entrevista.

-¿Qué es el reconocimiento?

“Cuando estoy firmando libros, ver a la gente, a los jóvenes que vienen, y a los no tan jóvenes también, esa es una cosa maravillosa, y lo que me dicen, eso es el reconocimiento, es muy bonito”.

-Y usted fue feliz de niña en Mansilla de la Sierra…

“Claro, eso era el paraíso. Era la finca de mi madre”.

-Donde todos los niños no eran acomodados como usted.
“Exactamente, niños del pueblo. Aprendí mucho allá. Aquellos niños me enseñaron mucho; por ejemplo, que se muriera una vaca era un drama tremendo, o una mala cosecha. Aquellos niños, que vivían de una manera tan distinta a como vivíamos nosotros, tenían conciencia y sentido de la responsabilidad. No porque fueran niños eran tontos, eran bajos, pero no tontos”.

-¿El débil tiene la fuerza de voluntad?

“Sí. Yo siempre he estado de parte del débil contra el fuerte, contra el opresor, contra el que hace valer su fuerza con el que no la tiene”.

-¿Cómo observa los problemas actuales?

“Estos son a escala mayor que entonces”.

-¿Qué mundo es este?

“El mundo no está bueno. El día que no haya ninguna guerra, que no haya ningún niño que pase hambre, ningún niño que no tenga medicinas y por eso se muera, ese día se podrá empezar a pensar que la humanidad es respetable, pero hasta que eso no ocurra, no, y quien dice los niños, dice también los hombres y las mujeres”.

-¿Incluye en ese desiderátum el cambio climático?

“Claro, la contaminación, mira los cambios de tiempo, de frío”.

-¿Y la guerra como una constante histórica?
“A veces te tocan de cerca y a veces de lejos. A mí, por ejemplo, la guerra de Irak me parece algo espantoso, pero la guerra española me llegó más cerca, porque la viví, claro”.

-¿Tiene opinión formada sobre la memoria histórica y la exhumación de los restos de las víctimas del franquismo?

“De estas cosas no hablo, no me meto. Yo tengo mis opiniones, pero prefiero no hablar de eso, yo hablo de literatura”.

-¿Cómo debe enfrentarse un lector a un libro suyo, como algo que es o que no es, como la vida o como lo que evade de la vida?

“Yo creo que un libro es la vida, porque aunque sea un poco fantástico, sigue siendo la vida, eso forma parte de la vida también. No sé, yo no soy quién para decir cómo tiene que ir un lector a un libro mío, eso lo sabrá él, yo lo escribo, luego cada uno que haga lo que quiera. Los lectores que se me acercan suelen ser aquellos a los que mis libros les ha gustado, excepto una vez que una señora vino a un cóctel y me dijo: “Oiga, ¿es usted Ana María Matute? Pues, ¿sabe que le digo?, que los personajes de Primera memoria son muy antipáticos y no los puedo soportar”.

– ¿En la literatura ser mujer es un hándicap?

“No debería serlo, en otros países no lo es, aquí ya empieza a no serlo, creo que ya en este momento en España no es un hándicap. Ahora, que te den un premio importante, a lo mejor lo es, tampoco estoy convencida. Si no te lo dan es porque no les gustas y punto, ya está. Es muy distinto lo del derecho de la mujer”.

-¿Cómo está la literatura en español?

“Están saliendo escritores fantásticos, latinoamericanos, españoles, y de todas partes”.

-Estos días usted ha coincidido en un mismo foro en la isla con Nélida Piñón, de Brasil; la española Rosa Regàs…

“Por eso te decía que ahora, precisamente, hay mucha gente, y mujeres hay muchas, muchas escritoras y muy buenas. Está una Soledad Puértolas, por ejemplo; Josefina Aldecoa, que es buenísima también, hablo de las mayores; está Lucia Etxebarria, una muchacha que todavía tiene muchas cosas que aprender y que hacer, pero que es una escritora de raza, eh”.

-¿Acuden a pedirle consejos las jóvenes escritoras?

“No, que va; además, yo no doy consejos, en mi vida no he dado un consejo, ni sobre literatura ni sobre nada. Consejos son los que para mí no tengo; no, yo no doy consejo, porque, además, los consejos están hechos precisamente para que no se cumplan, para que no se haga caso de ellos”.

¿Le gustó el Quijote la primera vez?

“Cuando era jovencita y me leyeron el Quijote, me pareció un tostonazo impresionante, y no lo podía soportar, la verdad, pero luego, cuando fui mayor, lo leí y me di cuenta de que cada cosa tiene su edad y su momento. Yo vi a un niño de 12 años llorar a lagrima viva, porque en el colegio le habían dado a leer El Buscón de Quevedo y tenía que hacer una redacción. Yo dije, esto es una crueldad, a este niño dale a leer Harry Potter, que es lo suyo, y después, ya le das el Quijote o El Buscón. Se trata de dar amor a la lectura, que se vea que no es una obligación, que es un placer, un goce, que si no lees te vas a perder algo increíble, eso es lo que hay que hacer con los niños y no embutirles a libros, que no, hombre, no. Donde digo Harry Potter, también digo Alicia en el país de las maravillas, que tampoco está mal, eh”.

-Y Olvidado rey Gudú.
“Ojo, que ese no es un libro para niños. A partir de los 15 años ya pueden leer lo que quieran, si les gusta leer; si no les gusta leer, da igual 40 que 80”.

-¿Usted ha sido una gran lectora?

“Yo sí, soy una lectora compulsiva. Tú sabes que Borges decía que estaba más orgulloso de los libros que había leído que de los que había escrito; pues yo lo suscribo”.

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