“Los canarios debemos asumir que la palabra volcán no se asocia a alarma”

El vulcanólogodel ITER y coordinador del Involcán confiesa que lo "más triste y débil" de 20 años de vigilancia volcánica en Canarias es que solo el Cabildo se haya implicado en crear un centro vulcanológico nacional con sede en las islas, pese a que fue apoyado por las Cortes y el Parlamento canario.
Nemesio Pérez, director de  la División de Medio Ambiente del ITER y coordinador científico de Involcan. / SERGIO MÉNDEZ

Nemesio Pérez conoce como la palma de su mano los volcanes tinerfeños. Lleva décadas investigando los gases que emite el subsuelo como señales precursoras de actividad volcánica. Dirige la división de Medio Ambiente del Instituto Tecnológico de Energías Renovables (ITER) y es coordinador científico del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan). En esta entrevista explica la importancia de medir de forma constante las emisiones de esos gases, invisibles, para predecir posibles erupciones. Destaca la actividad internacional del ITER, centro que depende del Cabildo tinerfeño, y lamenta que solo esta Administración pública se haya implicado en la creación de un centro de vulcanología que, según recuerda Péréz, fue apoyado por el Parlamento y por las Cortes para que tuviera carácter nacional y sede en Canarias, dado que es la única región volcánicamente activa de España. “Es lo más triste y débil del desarrollo de la vigilancia volcánica en Canarias en los últimos 20 años”, confiesa.

– Usted ha liderado en la isla el estudio de las emisiones de gases difusas como señal precursora de ascenso magmático y, por tanto, de la posibilidad de erupciones. ¿Qué conclusiones se pueden ya extraer sobre este método?

“Es ampliamente aceptado por la comunidad volcanológica internacional que los gases son la fuerza motriz de las erupciones volcánicas. Partiendo de esta premisa, es lógico pensar que la monitorización de su composición química y sus emisiones ha sido, es y será una pieza clave para la predicción de erupciones volcánicas. De hecho la monitorización de gases volcánicos ha sido clave en erupciones volcánicas de diferente magnitud, como así ha sido con la erupción pliniana del volcán Pinatubo en Filipinas ocurrida en 1991 o como la reciente erupción stromboliana del volcán Fogo en Cabo Verde ocurrida en 2014-2015. Desde hace una veintena de años, los científicos que trabajamos en el uso de la geoquímica para la monitorización de la actividad volcánica estamos prestando una especial atención a las emisiones difusas de gases volcánicos, unas emanaciones silenciosas y no visibles al ojo humano, fundamentalmente de dióxido de carbono, que se escapan a través de la superficie de los edificios volcánicos y que son de gran utilidad para la vigilancia volcánica. La razón de esta especial atención radica que el dióxido de carbono es el segundo componente mayoritario de los gases volcánicos y que además este se escapa con suma facilidad como consecuencia de su baja solubilidad en los fundidos silicatados (magma). La detección de cambios significativos en la emisión difusa de dióxido de carbono en los volcanes, así como la observación de variaciones en la distribución espacial de emanaciones difusas anómalas, van a estar siempre ligadas a cambios de la actividad sísmica y/o movimientos de magma en el subsuelo de los edificios volcánicos. Otra gran ventaja de la monitorización de las emanaciones difusas que se ha puesto de manifiesto en procesos de reactivación magmática es que los cambios significativos de estas emanaciones no visibles se pueden detectar mucho antes que se detectan los cambios en las manifestaciones visibles de gases volcánicos (fumarolas, penachos volcánicos…)”

– ¿Contamos con los medios suficientes ya para hacer una vigilancia volcánica adecuada?

“Los recursos técnicos y humanos para la vigilancia volcánica en Canarias son mucho mejores que los que había hace 20 años cuando yo regresé a Canarias procedente de la Universidad de Tokio y después de 8 años formándome y haciendo investigación en el extranjero, más concretamente en Estados Unidos de América y Japón. Por otro lado, tenemos que ser conscientes que el desarrollo tecnológico y el avance del conocimiento, aplicable a la vigilancia volcánica, están en continua evolución; no solo estos no se paran sino que crecen constantemente. Por lo tanto, el mantenimiento de un programa de vigilancia volcánica en Canarias debe conllevar una continua inversión para su actualización con la finalidad de mantener el nivel de calidad más alto posible máxime cuando sabemos que el objetivo final del mismo es contribuir a la seguridad de los residentes en Canarias y los millones de turistas que nos visitan”.

-¿Está completada ya la red de sismógrafos del ITER?

“En estos momentos la Red Sísmica Canaria cuenta con 13 estaciones sísmicas operativas en Tenerife y 2 estaciones sísmicas que estarán operativas próximamente en Gran Canaria. Próximamente los resultados del análisis de la señales sísmicas estarán disponibles en la web del Involcan (www.involcan.org), y a medida que otras administraciones públicas canarias se involucren con el fortalecimiento del Involcan, como así se reflejó en la decisión unánime del Parlamento de Canarias a principios de 2006, la Red Sísmica Canaria continuará creciendo”.

– ¿Existe la adecuada cooperación y colaboración entre instituciones científicas para que el estudio y la vigilancia de la actividad volcánica en Tenerife sea más eficaz?

“Sinceramente tengo que decir que este el punto más triste y débil sobre la evolución que ha experimentado el desarrollo de la vigilancia volcánica en Canarias durante los últimos 20 años. En este asunto se ha querido jugar más a ser cabeza de ratón que a ser de cola de león. Con la finalidad de acabar con un modelo sobre la gestión del riesgo volcánico en España impuesto por el primer gobierno de Zapatero a través de un Real Decreto del 2004, sin consultar con la Comunidad Autónoma de Canarias, aún vigente y que refleja una carga muy pequeña de sentido común y de responsabilidad pública, el 2 de noviembre de 2005 el Senado fue la primera de las cámaras legislativas que expresaba su rechazo al Real Decreto del 2004 y solicitaba de forma unánime la puesta en marcha urgente e inaplazable de un centro nacional de volcanología que pudiera aglutinar todos los recursos humanos y técnicos que las diferentes administraciones públicas destinan a la gestión científica del riesgo volcánico sin que ello implique la pérdida de la titularidad de sus respectivos recursos. Es evidente que la ubicación de ese centro nacional de volcanología debe estar en Canarias y que por ello se le denomina Instituto Volcanológico de Canarias, como así ocurre con el Centro Nacional de Supercomputación que se le denomina Barcelona Supercomputer Center por estar ubicado en Barcelona. Lo que es igualmente evidente es que Canarias es la única región volcánicamente activa del territorio nacional con riesgo volcánico; por lo tanto, no es justificable que recursos humanos y técnicos destinados a la reducción del riesgo volcánico en España, dígase Canarias, residan en la península por razones más que obvias. A fecha de hoy, la realidad es que la única administración pública y centro público de I+D que se han comprometido con esta decisión unánime de las cámaras legislativas han sido el Cabildo Insular de Tenerife y el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER). Según parece corren otros aires en las administraciones públicas Canarias sobre este asunto pendiente; por lo tanto espero y deseo que entre todas sumen los esfuerzos necesarios para avanzar en un proyecto que ha sido solicitado de forma unánime por el Parlamento de Canarias”.

– Desde el punto de vista de la ordenación del territorio, ¿contempla la legislación y los planes el riesgo volcánico de un modo adecuado o es necesario incidir en ello?

“La limitación territorial que conlleva vivir en una isla densamente poblada y volcánicamente activa como Tenerife hace que la planificación de su territorio en función de la zonificación de la peligrosidad volcánica del mismo no sea una de las acciones científicas más efectivas para contribuir a la reducción del riesgo volcánico en Tenerife. Por lo tanto, la acción de naturaleza científica más eficaz que nos queda para contribuir a la reducción del riesgo volcánico en Tenerife es fortalecer el sistema de alerta temprana aprovechando constantemente el desarrollo tecnológico y el avance del conocimiento sobre el fenómeno volcánico en la isla”.

– Este tipo de cuestiones suele generar preocupación en la sociedad, cuando no alarmismo, por lo que ¿debemos afrontar de un modo más natural el fenómeno volcánico los canarios? ¿Qué debe saber o hacer la población para no caer en un pánico innecesario?

“La acción de naturaleza no científica más eficiente para la reducción del riesgo volcánico es y será siempre informar y educar a la población sobre el fenómeno volcánico y como una sociedad (administrados y administradores) debe materializar la gestión del riesgo volcánico en su territorio. Lo primero que todos debemos asumir es que las personas que vivimos en Canarias no debemos nunca asociar la palabra ‘volcán = alarma’, por el contrario si debemos trabajar constantemente para asociar la palabra ‘volcán= alerta y oportunidades’ reflejando de esta forma una mejor convivencia con el territorio dónde desarrollamos nuestras actividades. Esta última filosofía de convivencia con el territorio se encuentra más arraigada en Hawaii que en Canarias, pero la sociedad Canaria tiene la capacidad suficiente para mejorar en este aspecto”.

– El ITER tiene presencia internacional. ¿En qué proyectos participa en la actualidad fuera de Canarias?

“Desde la puesta en marcha del grupo volcanológico del ITER en 1997, nuestro grupo ha materializado trabajos de investigación en 23 diferentes países y regiones volcánicamente activos de todos los continentes (África, América, Asia, Europa, Oceanía y Antártica) y de algunas regiones insulares de los océanos Atlántico y Pacífico. Durante el pasado año 2016 hemos materializado trabajos de cooperación científica en Cabo Verde, Etiopía, Filipinas, Japón, Kenia, Marruecos, Nicaragua y Nueva Zelanda. Muchos de estos trabajos de investigación estuvieron enfocados para fortalecer los programas de vigilancia volcánica en Cabo Verde, Filipinas, Japón y Nicaragua. Por el contrario en el ámbito de la geotermia en el 2016, nuestro grupo de investigación ha materializado trabajos de cooperación científica en Kenia y Etiopía, en colaboración con la Universidad de Glasgow (Reino Unido), en Marruecos, en colaboración con el Laboratorio Nacional de Energía y Geología (LNEG) de Portugal, y en Nueva Zelanda, en colaboración con el Centro de Investigación Alemán de Geociencias (GFZ) y el GNS Science de Nueza Zelanda.Para este año 2017 tenemos previsto materializar trabajos de investigación en Azores, Cabo Verde, Ecuador, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Japón, Madeira y Nicaragua”.

-¿Qué nos pueden enseñar otros territorios del mundo a los canarios para afrontar estos fenómenos y qué podemos enseñarles los canarios?

“Los trabajos de cooperación científica en el exterior son tremendamente beneficiosos para nosotros como para nuestros colaboradores locales dado que nos permite en ocasiones materializar trabajos de investigación en otros volcanes más activos que los que tenemos en Canarias. Por otro lado, el beneficio que nuestros colaboradores locales en el extranjero reciben por nuestra parte es una experiencia y know-how desarrollado a lo largo de 20 años de investigación con resultados de interés para los programas de vigilancia volcánica así como para la exploración geotérmica”.

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