
El 31 de marzo de 2002 está grabado a fuego en la memoria de los chicharreros. Ese Domingo de Resurección de hace ya 15 años la lluvia arrasó con cuanto encontró a su paso. La riada del 31M, como se la conoce, dejó muerte y destrucción pero también una gran lección: la necesidad de un servicio de emergencias con capacidad de respuesta ante catástrofes de este tipo. Solo 11 días antes se había aprobado el Plan de Emergencias Municipal de Santa Cruz (PEMU), un documento que recogía los riesgos del municipio conocidos hasta ese momento y la forma de enfrentarlos. La riada superó cualquier previsión. Han pasado 15 años y, después de una ardua labor de actualización, esta misma semana la Comisión autonómica de Protección Civil y Emergencias dio su visto bueno a la que será la guía, no sólo para saber qué hacer ante un riesgo concreto, sino también cómo prevenirlo. En estos 15 años, junto a la riada del 31M, la capital se ha tenido que enfrentar a una tormenta tropical (Delta 2007), las inundaciones por mareas vivas en San Andrés (2011) o el último fenómeno tormentoso vivido en la ciudad, las lluvias de octubre de 2014, que provocaron cuantiosos daños y fueron las culpables del fallecimiento de una persona. Todos estos fenómenos han hecho que los riesgos que ya existían en el PEMU de 2002 hayan elevado su clasificación de bajos a medio o alto. También se han añadido otros nuevos, como los derivados de los productos químicos, el viento, desprendimientos o los que acompañan al cambio climático, como la sequía.
Los técnicos de Protección Civil Jesús Gómez y Margarita García Ramos han sido los encargados de recopilar toda la información y darle un impulso definitivo al PEMU, que ha concluido con la aprobación del documento. Gómez reconoce que lo más complicado ha sido el análisis de los riesgos, “por extenso y porque es multidisciplinar”. Han contado con la inestimable ayuda de la Universidad de La Laguna (ULL). “Nos han echado una mano para poder categorizar una veintena de riesgos diferentes”.
Novedades
Gómez señala que una de las novedades de este PEMU es, precisamente, la gran participación con la que ha contado, tanto de los colectivos vecinales como de las distintas administraciones y cuerpos de seguridad involucrados en el área de Protección Civil. García Ramos detalla que a través de los talleres se logró reunir la experiencia acumulada en estos últimos 15 años. “Cada uno de los participantes fue aportando la experiencia vivida”. A este trabajo hay que añadir la recopilación de toda la normativa que ha cambiado en estos últimos diez años, una década en la que “la Protección Civil se ha desarrollado mucho en Canarias”, añade.
En cuanto al catálogo de riesgos, los técnicos señalan que Santa Cruz tiene prácticamente todo el catálogo existente, incorporándose algunos, como impactos de rayos, mientras que otros se han desglosado como, por ejemplo, los incendios. “Antes estaban como un solo ente, ahora se desglosan los forestales de los urbanos y estos de los de industrias y riesgos tecnológicos”, explica García Ramos. “Por primera vez se incluyen también los riesgos derivados del cambio climático, como por ejemplo la sequía”, añade.
Por otra parte, señalan que se incorpora un estudio del impacto sobre cinco elementos vulnerables, entre ellos las personas. “Además de ver si el riesgo es bajo, medio o alto, también se cuantifica el impacto que tiene sobre las personas, el medio ambiente o las infraestructuras”, concluye el técnico Jesús Gómez.
Paralizado desde 2013, se ha aprobado en algo más de un año

La concejal de Seguridad y primera teniente de alcalde, Zaida González, quiso poner en valor el trabajo desarrollado por los técnicos municipales de Protección Civil. “La tramitación comenzó en 2013, pero la comisión puso bastantes reparos y se quedó parada la renovación prácticamente hasta 2015. Cuando cogí el área, me reuní con Margarita García Ramos y Jesús Gómez y, entre todos, con la ayuda de la ULL, le dimos el impulso necesario al PEMU para su aprobación”. “Incluso -continúa-, conseguimos presentarlo el año pasado, pero justo en esa época se rompió la presa de La Orotava y nos pidieron desde la comisión de Protección Civil que completáramos el censo de las presas en la capital para tenerlo completamente actualizado”. A partir de ahora empieza su aplicación práctica.