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Hacían una chuletada mientras apostaban en la pelea de perros en Güímar

Entre los detenidos por el operativo nacional hay andaluces, grancanarios y un policía local de Adeje encargado de una finca en Arona también registrada el domingo
Foto FRAN PALLERO

Mientras unos asaban costillas y guisaban papas, otros apostaban en torno a un cuadrilátero de diez metros cuadrados como se despellejaban los perros, casi todos pit bull y bardinos. Eran las ocho y media de la noche del sábado cuando una veintena de policía nacionales venidos exprofeso de la Península para ello, interrumpieron semejante festejo en un chalet apartado en La Medida, en el municipio de Güímar. La Policía Nacional registró y cacheó a la veintena de individuos que quedaron arrestados, mientras un grupo de veterinarios se hacía cargo de una docena de perros, tres de ellos heridos de consideración, que fueron trasladados el día después por la Policía Local de Güímar a un albergue de animales en el sur de la Isla.

Aunque a estas horas todavía no hay versión oficial del Ministerio del Interior, este periódico ha podido saber que entre los detenidos, que están entre 18 y 21, hay peninsulares, grancanarios y tinerfeños, uno de ellos vecino de Güímar que ejerce de policía local en Adeje y que es el encargado de una finca en el Valle San Lorenzo (Arona), donde tenía una gran cantidad de perros, también registrada el domingo, así como también hubo otro registro en El Ortigal (La Laguna), en casa de un conocido cuidador de perros. Las unidades especiales de la Policía Nacional llegaron el viernes a la Isla con el objetivo de desmantelar una red de apuestas ilegales con peleas de perros que opera a nivel nacional e inicialmente tenía planificado hacer seis registros en la Isla, de los que han trascendido tres (Güímar, El Ortigal y Arona).

Dantesco

Modesto Díaz, un conocido transportista de la construcción, conocido en Güímar como el de los castillos, no tuvo reparos en enseñarnos el chalet donde sucedieron los hechos. El constructor, junto a dos de sus hijos, Fernando y Armando, nos relataron que “solemos alquilar la casa los fines de semana y siempre a gente mayor, porque no queremos jaleos con los jóvenes, pero esto se ha ido de madre”, comentó mientras nos enseñaba la puerta principal rota por la intervención policial y las tres habitaciones y el salón todo revuelto, con bolsos, ropa y comida desperdigadas por el suelo, mientras en la mesa se observaba un DNI y un carnet de conducir con residencia en Almería, junto a una pastilla de hachis. En los cuartos, los bolsos todavía tenían la identificación del embarque, de Gran Canaria o de la Península, mientras por el suelo se observaba alguna jeringuilla y productos veterinarios, así como los cazos para dar de comer o beber a los animales, porque según afirmaron los veterinarios, los perros, para evitar cualquier manipulación del ‘rival’ dormían en las habitaciones con sus transportines. “Alquilamos la casa a un señor de unos cuarenta años, de buen aspecto”, comenta Modesto Díaz, y la querían para hacer una fiesta “con amigos de Las Palmas, nos dijo”. El alquiler era el sábado y domingo, pero “normalmente les dejo entrar los viernes por la tarde-noche para que dejen la casa el domingo por la tarde”, relata el propietario de un chalet apartado a donde se llega por una sinuosa pista asfaltada por la que solo cabe un coche y a donde los participantes llegaban siguiendo una pegatina (M/A) puesta desde Güímar en los contenedores de basura para no perderse tan indigno espectáculo.

Tanto Modesto como sus hijos fueron avisados por la Policía a las nueve y media de la noche, cuando todo el operativo de detención ya había sido realizado, aunque hasta hoy la casa sigue tal cual, con todas las pertenencias de los detenidos, incluidos tres coches con jaulas de perros, en el interior. La sorpresa fue encontrar, en la finca, dentro de una bolsa de basura el cadáver de un bardino, que a tenor de como estaba, no llevaba más de 48 horas muerto, producto de caer en una pelea dentro de un escenario dantesco, con sillas alrededor del ring y un antepalco con pipas, galletas, chocolatinas y cervezas, como si se tratara de ver una película. Una película de terror.

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