La ruta de los almendros en flor, la cara más primaveral del invierno

Cada año por estas fechas florecen los almendros en Santiago del Teide, un espectáculo que colorea de rosa y blanco el paisaje del oeste de la isla de Tenerife y que atrae a un número de visitantes cada vez mayor
FOTOS: FRAN PALLERO

El invierno tiene una cara primaveral y esa es la floración del almendro. Cada año llega puntual a su cita. Entre los meses de enero y febrero, las medianías de Santiago del Teide, el paisaje que marca la frontera entre el norte y el sur de la Isla, se transforma en una explosión de color, con cientos de árboles con sus ramajes pintados de rosa y blanco, en un mensaje subliminal de la naturaleza en el adviento del Carnaval.

La espectacularidad del almendro en flor atrae a numerosos devotos de este fenómeno, ávidos por contemplar la singular belleza de la eclosión de sus pétalos. En este enclave del oeste de Tenerife, el tono rosáceo de la mutación agiganta su percepción como contraste a la huella azabache del volcán Chinyero, cuyas coladas de lava se extienden entre escobones, malpicas, tabaibas y tuneras.

El almendro tiene una historia detrás que nos remonta a otras épocas. Desde el siglo XIX, a raíz del declive de la cochinilla, se convirtió en el medio de vida para numerosos habitantes de las comarcas áridas del suroeste. Almendros, higueras y tuneras representaron el sustento de familias enteras, fue su agricultura de subsistencia. En el caso de las almendras, muchos vecinos hacían dulces en sus casas que luego vendían en mercados y tiendas. Incluso, sus cáscaras se aprovechaban para encender el hogar en las frías noches de invierno.

Santiago del Teide se convierte por estas fechas en lugar de obligado peregrinaje para excursionistas y amantes de la fotografía atraídos por este fenómeno natural. Si el tiempo lo permite, muchos de ellos participarán hoy en una nueva ruta guiada, la última de la temporada, organizada por el Ayuntamiento, que partirá desde el Calvario de Los Baldíos hasta llegar a Las Manchas. Cuatro kilómetros para disfrutar de un espacio natural de incomparable valor estético. Aquí hallarán, incluso descubrirán, como en el célebre poema de Nicolás Estévanez, la dulce, fresca, inolvidable sombra del almendro.

“Un referente y un medio de vida”

Emilio Navarro, alcalde de Santiago del Teide, apela a la historia para ensalzar la importancia de los almendros en la zona oeste de Tenerife. “Siempre ha sido un referente; antiguamente, muchas familias vivían aquí de su producción, pero también hoy hay vecinos cuya vida gira en torno a este alimento”. A su juicio, el municipio ha aprovechado este recurso natural como dinamizador económico y subraya la aportación del emblemático árbol al paisaje: “Es un espectáculo único contemplar la belleza de su floración mezclada con las coladas volcánicas del Chinyero; ese contraste cautiva a vecinos y a visitantes”.

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