La nieve y las bajas temperaturas aparcan la investigación en el teleférico

Los técnicos confirman que los cables del funicular se encuentran en buenas condiciones pero aún no pueden dar una información concluyente sobre la avería porque no han culminado todos los trabajos
La coordinación interadministrativa, el buen trabajo de los profesionales y la suerte, jugaron a favor del rescate, tanto el miércoles como el jueves. Andrés Gutiérrez

La nieve y las bajas temperaturas obligaron a suspender ayer la investigación sobre los motivos que ocasionaron la avería que se produjo el miércoles en el teleférico, que conllevó el rescate de 238 personas, 70 de las cuales iban en las dos cabinas.

El director técnico de la empresa, Luis Pintor, no sabe cuándo se podrá retomar la actividad, aparcada ayer al mediodía por las duras condiciones climáticas que impidieron acabar con la agenda prevista.

Tampoco puede certificar que hoy continúen los trabajos, ya que es muy probable que el cable coja hielo y la instalación estará pendiente de poderla mover con escarcha durante uno o dos días.

Sin embargo, en el tiempo que estuvieron en el funicular, los técnicos (cinco de Teleférico del Teide, dos ingenieros de la empresa suiza Doppelmayr/Garaventa, fabricante de la instalación) pudieron confirmar una información relevante: que el cable está en buenas condiciones “y eso es fantástico”, subraya Pintor. Además, un experto de la empresa Fatzer, también suiza, llegó el viernes a Tenerife para comprobar todo el sistema de cableado y asegurarse que el incidente no había causado daños en ninguno de ellos. Y así es.

Pero todavía siguen sin saber cuál ha sido el motivo del incidente y por lo tanto, no pueden dar una explicación concluyente de lo sucedido ya que no han culminado todos los trabajos que están previstos.

No obstante, Pintor manifiesta que esperará al dictamen de las empresas suizas para dar las conclusiones finales. “No voy a dar una información sin tener el visto bueno de ellos”, aclara.

Del susto al rescate
El suceso que tuvo lugar el miércoles estuvo teñido por un golpe de suerte, el buen trabajo de los profesionales, y la coordinación entre las cuatro administraciones: Ayuntamiento de La Orotava, Cabildo de Tenerife, Gobierno regional y central.

El hecho que se haya producido cerca del mediodía, con muchas horas de luz por delante, sin viento, nieve ni lluvia, hizo que el rescate fuera óptimo y no se registrara ni una sola incidencia entre los 238 evacuados, 93 de los cuales pasaron la noche en tres puntos diferentes de la cumbre.

Como es lógico en estos casos, hubo personas que sufrieron mal de altura e hipotermia, síntomas que desaparecían cuando se cubrían con mantas y comían. Desde el punto de vista sanitario hubo asistencia en todo momento. También psicológica, ya que un equipo de once profesionales se ocupó de tranquilizar a los rescatados y en el caso de los niños, hacer que lo vivieran como una aventura. Muchos de ellos consiguieron quedarse dormidos.

En la mañana del jueves el rescate comenzó muy temprano. Pasadas las once se consiguió evacuar a las 93 personas que habían pernoctado en la base superior del teleférico y en el refugio de Altavista con gran éxito y sin lamentar heridos.

El despliegue técnico durante los dos días fue impresionante. Además de los cuatro helicópteros que operaron al mismo tiempo, al lugar se desplazaron 377 efectivos de los distintos cuerpos de seguridad. Entre ellos, Guardia Civil de Tráfico, Policía Canaria, Policía Local de La Orotava, bomberos, GES Tierra y Aire, UME; SUC; Cruz Roja, 1-1-2, Protección Civil; personal de Teleférico, del Teide y del Parque Nacional, y bomberos voluntarios de Guía de Isora. Tres por cada evacuado, entre ellos 45 rescatadores.

La mayoría de los afectados eran turistas y subían por primera vez al pico del Teide. Otros, como los estudiantes de segundo de Bachillerato del instituto de Las Veredillas, de Tíncer, pretendían pasar la noche en el refugio de Altavista y disfrutar del amanecer al día siguiente. Un objetivo que se vio truncado ya que dejaron el inmueble para las personas que no pudieron bajar caminando y tuvieron que pernoctar allí. No se descarta que puedan ser recompensarlos por este gesto con alguna excursión y acción educativa en el parque.

En resumen, un total de 22 horas que para algunos se convirtieron en una aventura irrepetible.

El contacto fue permanente y los que viajaban en las cabinas no estuvieron solos

La queja unánime de las personas que viajaban en las cabinas fue la falta de información y eso provocó que las cuatro horas que estuvieron dentro fueran “interminables”, aseguraron varias de ellas a este periódico.

Sin embargo, desde Teleférico del Teide, empresa que gestiona el funicular, aseguran que hubo contactos de forma permanente con los afectados y éstos nunca estuvieron solos, ya que si no hay un cabinista el teleférico no se mueve, “es una norma de seguridad”, recalcaron.

Dentro de la cabina siempre hay un operario que está comunicado con la sala de control. En los primeros momentos se intentó reiniciar el sistema, una operación que finalmente se anuló porque se acercaba la noche. A partir de ese momento se activó la alarma para el rescate y la operación pasó a manos del Cecoes.

Cada cabina tiene lugar para 44 personas, pero en la que asciende nunca se lleva más de 35. En la bajada, el número es similar. El límite de peso que soportan cada una de ellas es de 3.120 kilos. El teleférico opera de 09.00 a 16.00 horas en subida mientras que en el caso del descenso el horario finaliza a las 16.50. En total, realizan entre seis y nueve viajes diarios.

Más allá de esta queja puntual, todos coincidieron en que el trato y la atención fueron muy buenos. “Nos han dado ánimo, compañía y todo lo que hiciera falta. Y además, vimos un estupendo amanecer”, bromearon cinco integrantes de una familia procedente de Hamburgo.

TE PUEDE INTERESAR