Son microalgas por el aumento de la temperatura del mar debido al cambio climático y no contaminación por aguas residuales. Lo han reiterado expertos y la propia Consejería de Sanidad del Gobierno canario al explicar la presencia de estos microorganismos (cianobacterias) que colorean de marrón el agua del mar. La autoridad sanitaria minimiza los riesgos y solo recomienda no bañarse dentro de estas manchas, porque pueden llegar a irritar la piel, pero sin obligar al cierre de playas, pues la calidad del agua, según este organismo público, es “excelente” en el litoral canario.
Pero el debate está que arde en las redes sociales, donde la población que acude a las playas comparte fotos y vídeos con esta manchas y entabla debates en los que pone en duda que los vertidos de aguas negras sin la debida depuración en Canarias -un problema de sobra conocido- no estén contribuyendo a esta proliferación de microalgas sin precedentes, al menos con tal intensidad, en islas como Tenerife, en las costas este, oeste y sur, y menos en la del norte.
No faltan quienes en Twitter o Facebook atribuyen estas manchas directamente a aguas fecales, algo que Sanidad niega de modo tajante. La realidad es que la sociedad mezcla ambos problemas porque los dos son eso, problemas fácilmente asociables. De hecho, en el último censo oficial disponible, con datos de 2007, existía la friolera de 378 puntos de vertidos de tierra al mar en Canarias sin autorización, el 74% del total, mientras solo 107 estaban legalizados. Por incumplir la normativa de depuración de aguas y verterla al mar sin el tratamiento adecuado en la costa española, incluida la canaria, la Comisión Europea propuso a fines de 2016 multar a España con 46 millones de euros.
Pero Sanidad ha intentado, por lo que se ve aún sin éxito, cortar de raíz la preocupación social por las microalgas, y salió al paso de informaciones que cree alarmistas en la prensa británica. “Advierten a los turistas de Canarias para que eviten las algas tóxicas conocidas como serrín del mar”, rezaba un titular en The Guardian, en una noticia firmada por la agencia France Press.
Abundan en las redes sociales opiniones entre la población canaria de quienes sospechan que se trata de minimizar los dos problemas para no perjudicar al turismo, que vive unos años de récords absolutos. Incluso circulan mensajes en WhatsApp sobre bañistas que han contraído gastroenteritis o hepatitis A, extremo no confirmado. Hace unos días, la jefa del Servicio de Sanidad Ambiental del Gobierno canario, Luisa Pita, declaró a este periódico que “en ningún caso” estas mareas rojas las provocan aguas fecales, pues asegura que esa contaminación, cuando se da, ni siquiera se ve a simple vista. Sin embargo, la profesora de Botánica Marina de la Universidad de La Laguna Marta Sansón declaró a finales de julio al DIARIO que “los vertidos, aunque no tengan relación directa, sí favorecen estos fenómenos, porque desequilibran los ecosistemas; y también la calima, que trae hierro, sirve de nutriente” a estos microorganismos.
No hay cierre de playas, pero se recomienda evitar las mareas rojas
Desde la Consejería de Sanidad de Canarias indicaron ayer a EL ESPAÑOL que “la mayoría de estas cianobacterias son inocuas, pero algunas sí tienen efectos irritantes”, por lo que asegura que comunicó a los ayuntamientos que recomendaran a los usuarios de sus playas evitar el baño, “con cartelería o con las personas que prestan allí sus servicios, como los socorristas”, en las zonas donde se observen estas manchas. Estos bancos de microalgas suelen darse en alta mar, pero distintos factores -desde las temperaturas a las corrientes, pasando por el polvo en suspensión asociado a la calima- han hecho que se aproxime a la costa. En la Consejería de Sanidad quisieron dejar claro a EL ESPAÑOL, como ya hiciera anteriormente en un comunicado, que este fenómeno no tiene nada que ver con la contaminación.