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El primer centro de pernoctación de emergencia abre en el Sur de Tenerife

La iniciativa impulsada por la Asociación Comedor Social La Buena Estrella permite dormir bajo techo en El Fraile (Arona) a 14 personas que hace unas semanas lo hacían en cajeros, plazas y playas
La directora junto a Moussa (centro), usuario del Comedor, y Pedro, trabajador. J. C. M.
La directora junto a Moussa (centro), usuario del Comedor, y Pedro, trabajador. J. C. M.
La directora junto a Moussa (centro), usuario del Comedor, y Pedro, trabajador. J. C. M.

El primer centro de pernoctación de emergencia de la comarca sur ya ha abierto sus puertas en El Fraile (Arona). Las nuevas dependencias disponen de 14 plazas, repartidas en seis literas dobles y dos camas auxiliares, en las que duermen otras tantas personas sin recursos que hasta hace unas semanas lo hacían al raso en la playa de Las Burras o en cajeros automáticos y en plazas de El Fraile y Las Galletas. Además de las camas, las instalaciones cuentan con servicio, ducha, comedor y televisión.

Detrás de este proyecto está el Comedor Social La Buena Estrella, una asociación sin ánimo de lucro que desarrolla una labor tan meritoria como callada, dando de comer desde el 18 de noviembre de 2014 a quienes no disponen de los mínimos recursos para subsistir. Hoy, 45 personas se sientan de lunes a sábado en las hileras de mesas y sillas del comedor, donde encuentran mucho más que el alimento necesario para sobrevivir. Aquí comparten recuerdos, penas y risas en torno a una mesa donde intentan recomponer, pieza a pieza, el puzle de sus sueños rotos. En el número 3 de la calle Miguel Calcerrada han descubierto su hogar y hoy forman una gran familia, como pudo comprobar DIARIO DE AVISOS. Su directora, Solange Díaz de las Casas, ha visto cumplido su sueño de “sacar de la calle” a 14 personas que no tenían un techo bajo el que dormir. “Después de abrir en 2014 el primer comedor social de toda el área sur [una tarea en la que le acompañó Laura Infante, hoy dedicada a otros proyectos sociales], tenía en mi cabeza la idea de ampliar la ayuda con la creación de plazas para alojamiento temporal”.

Solange Díaz de las Casas, directora, en las nuevas instalaciones. J. C. M.
Solange Díaz de las Casas, directora, en las nuevas instalaciones. J. C. M.

Una muerte, el origen

El proyecto empezó a cobrar forma una tarde de 2015 en la que apareció muerto un indigente rumano, usuario del comedor, en una cala de El Fraile. Solange jamás olvidará los dos besos que recibió de Víctor después de comer, un gesto inusual en él, horas antes de que su cuerpo sin vida fuera hallado junto al mar. Aquellos besos que la directora interpretó como un gesto de agradecimiento eran también de despedida.

Ese fue el embrión del centro de pernoctación de emergencia al que desde enero han empezado a llegar demandas desde los ayuntamientos de la comarca para ocupar plazas. “A pesar del poco tiempo que llevamos, tenemos lista de espera”, señala Solange, que aclara que el servicio de pernoctación está orientado para los hombres, “más desprotegidos y con menos recursos de atención que las mujeres. De hecho, el 90% de las personas que nos llegan solicitando ayuda son varones”.

Uno de los controladores del centro pernocta con ellos y vigila que se cumplan las normas establecidas, que incluye la obligación de ducharse antes de la cena. Luego, disponen de un tiempo para ver la televisión antes de meterse entre sábanas.

“Contamos con usuarios de edad media y también mayores, uno de los últimos que ha llegado ha sido un hombre de 65 años, enfermo del riñón, que cobra una paga de 420 euros y que fue desahuciado por no poder afrontar una subida de alquiler”, relata la directora, que también destaca los casos de personas que, tras llevar alrededor de un mes en el centro, han conseguido trabajo y hoy se pueden costear un alquiler.

Labor de reinserción

En ese sentido, los números avalan la labor de la Asociación Comedor Social La Buena Estrella: en los casi cuatro años que lleva abierto ha logrado reinsertar en el mercado laboral a 14 usuarios, que hoy trabajan en hoteles y en el parque acuático Siam Park. “Y después están las personas mayores que probablemente se quedarán aquí hasta el final de sus días”.

En el engranaje del comedor y del centro de pernoctación juega un papel fundamental Pedro, que se ha convertido en la mano derecha de la directora, una tarea en la que le acompañan Manoli y Germán, dos voluntarios ejemplares. La vida le ha dado una segunda oportunidad a este cordobés de 51 años y la ha aprovechado. Tocó fondo después de casi cuatro decenios de adicciones al alcohol y la droga y un día se presentó con su hijo en el comedor para pedir un plato de comida. En el local hallaría la mano tendida que lo rescataría del infierno.

Hoy, contratado como trabajador, dedica todo su tiempo a ayudar a los demás, se siente útil, y ha descubierto la ilusión por vivir. “Solange me ha demostrado que las hadas madrinas existen”, asegura.

Gala solidaria el día 16 para recaudar fondos

La encomiable labor que presta el Comedor Social La Buena Estrella no es un camino de rosas. De hecho, se las ve y se las desea para afrontar los gastos mensuales.

El próximo día 16 empresas, colectivos y particulares tienen una oportunidad para ayudar a mantener esta gran labor social. Ese día, a las 14.00 horas, se celebrará una gala-almuerzo benéfico en el Centro Hípico Xanadú [Calle los Gorones, 10, Guargacho, Arona], al precio de 22 euros el cubierto.

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