Ha sido noticia a lo largo de este verano y, no precisamente, por las bondades de las que hablan sus habituales usuarios, sino por la presencia, hasta en siete ocasiones, de heces en el agua, lo que obligó al Ayuntamiento de Candelaria a cerrar su piscina municipal y realizar en algunos casos el vaciado de vasos y, en otros, un protocolo de choque con cloro.
La instalación, pese a los siete tristes episodios de contaminación humana, ha seguido siendo usada durante este verano por cientos de personas, de Candelaria y otras partes de la Isla, siempre con los controles sanitarios pertinentes, comentan tanto Airam Pérez Chinea, concejal encargado de la instalación, como Argeo González, del servicio de mantenimiento.
Un octogenario que lleva 14 años acudiendo casi a diario a la piscina señaló que “si me entero de quién está haciendo esas guarrerías no vuelve a pisar más Candelaria; lo que está claro es que se trata de un culo grande”, afirmó antes de meterse en el agua para realizar sus ejercicios diarios, en una instalación singular al ser al aire libre, de agua salada y climatizada, lo que implica un mayor gasto, aunque tiene la virtud, según Antonio Méndez, otro asiduo visitante, que “al entrar el reboso del mar siempre está limpia en el fondo y en la superficie. Aquí no verás un pelo como se puede ver, por ejemplo, en la piscina de Santa Cruz”, indica quien trabajó durante muchos años en el Organismo Autónomo de Deportes del Ayuntamiento capitalino.
Sandra, que no quiso dar a conocer su apellido, lo tiene claro: “No sé quién es o quiénes son los que están cagando aquí, pero desde luego que quien lo hace lo está haciendo adrede”.
Airam Pérez Chinea, responsable de Epelcan, indica que “esta no es la piscina más sucia de España, como la calificó un medio nacional que ni siquiera contrastó la noticia, pero es evidente que esta sucesión de contaminación por heces nos ha obligado a poner más seguridad, aunque aún así resulta difícil impedir acciones de ese tipo. Advirtió que “algunas pudo ser de niños pequeños, a los que ya obligamos a tener pañales, pero la mayoría no son de niños”, lamentó el concejal, que recordó que todas estas incidencias suponen un gasto considerable, por el vaciado de los vasos y el plan de choque con cloro y pH, así como la pérdida de recaudación por los días que ha estado cerrada la instalación.
En verano, la Piscina Municipal ofrece actividades diversas: natación para niños, para personas mayores y clases para mujeres embarazadas. Por eso, ante un caso de contaminación del agua, las autoridades deben cerrar las instalaciones automáticamente siguiendo el protocolo de manera firme. Y en apenas dos meses se ha tenido que cerrar hasta en siete ocasiones, aunque al día siguiente se ha vuelto a reabrir una instalación que es la única acuática de propiedad municipal gracias a una concesión de Costas, que se ha ido renovando desde que en los años sesenta comenzara la actividad de una piscina que “nos ha dado la vida”, señala Antonio.
Una piscina que cada año ve incrementa sus servicios e instalaciones y que en el próximo contará con más sombra y con un servicio de cafetería-restaurante, muestra del compromiso municipal por una instalación que sobrevive a las guarrerías de algunos desaprensivos.
Y es que, aunque salga adelante el proyecto cubierto -paralizado por una sentencia contra el proceso de concesión-, la instalación llamada ahora ‘Nadador Juan Pérez Cruz’ seguirá siendo siempre, la piscina de los candelarieros, encantados que están con ella.
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