icod de los vinos

Las tablas de San Andrés también son cosa de mujeres

Las calles del casco lucían desde temprano neumáticos apilados al final de la calzada y puestos de castañas y vino para celebrar un día muy esperado: la festividad de San Andrés
Cinco mujeres de dos generaciones distintas unidas por una misma pasión: arrastrarse en tabla la víspera de San Andrés. Sergio Méndez

Icodense que no se tira en las tablas no es icodense, dicen los vecinos de la Ciudad del Drago, que llevan preparándose desde comienzo de semana para celebrar uno de los días más esperados: la víspera de San Andrés.

Desde primeras horas de la mañana las calles del casco estaban preparadas con neumáticos apilados al final de la calzada, y puestos de castañas y carne asada, vino, y perritos calientes, mientras se podía ver a cientos de adolescentes caminando apurados luciendo por grupos una camiseta diseñada especialmente para la ocasión.

Otros se entremezclaban con sus mayores para compartir una tradición que pervive en el tiempo, se transmite de generación en generación, y en la que no hay distinción de sexos, ya que las tablas también son cosas de mujeres. En este último grupo estaban Yexsi Luis, de 32 años, Patricia Martín (39) Marina González y Marta Martín (20) y Aroa Pérez, de 16. Juntas subían y bajaban la calle El Plano, la preferida de los más jóvenes por ser la de mayor pendiente, cargando sus tablas de tea.

Ellas también comenzaron a tirarse desde antes del mediodía porque se trata de no perder ni un solo minuto de un largo día, al que llegan “agotadas pero felices” y que “vale la pena vivir”.

Patricia ha sido una de las primeras mujeres de Icod de los Vinos en arrastrarse en una tabla, aunque hay unas cuantas de una generación anterior. Lo hace desde pequeña en esa calle, donde se crió, y todos los años intenta “buscarse un huequito”, aunque ya es madre de tres niños y “evita arriesgarse” y elige otras vías no tan empinadas, como la calle El Sol. Allí puede hacerlo con sus pequeños de uno y siete años, a los que poco a poco les inculca la tradición.

“El que tiene once empezó este año a tirarse solo por El Plano, y tengo que vigilarlo más, para que no le pase nada, y que los mayores no se le tiren encima, pero no le puedes decir que no lo haga, aunque pases miedo”, asegura.

Yexsi no tiene niños pero desde hace unos años había dejado aparcada la tabla por el trabajo. “Ahora le estamos dando paso a las nuevas generaciones y las veteranas nos estamos retirando un poco, aunque siempre nos hacemos un tiempo para matar el monito que nos entra en esta fecha”, apunta.

En su caso es difícil apartarse de la adrenalina que genera el arrastre porque lo hace desde los 10 años, “porque a su madre siempre le gustaron las tablas”.

Marta empezó mucho antes, a los cuatro, y Marina a los ocho y hoy, con 20 disfrutan de la víspera de San Andrés con la misma pasión. O quizás más, ya que hace varios años estas dos amigas que son como si fueran hermanas, dicen, se tiran de la calle El Plano y la diferencia con otras vías “se nota mucho”.

Lo mismo opina Aroa, la más pequeña del grupo, que hasta hace tres años solo se animaba en su barrio, Los Piquetes, pero ahora se unió al grupo.
Cuentan que principio sus padres tenían un poco de miedo porque no conocían muy bien la calle, en la que el único peligro es la gente que se pone en el salto o se atraviesa para hacer la mejor foto o el mejor vídeo y que en cualquier momento “te la puedes llevar por delante porque corres el riesgo de perder el equilibrio o asustarte por estar pendiente de ellos”, dice Yexsi.

Por eso se empezaron a usar los pitos, para avisar a los más curiosos que hay gente bajando. Antes se silbaba o se gritaba ‘voy, voy’, palabras que todavía muchos mantienen, aunque el silbato es más efectivo.

El Plano no fue la única vía en la que se olía a goma quemada y se veían saltar chispas. Los Franceses, Hércules y San Antonio también fueron elegidas ayer por muchos icodenses, a quienes les basta con una tabla, una calle empinada y por ende, muchísima adrenalina para pasárselo bien.

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