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“Hace mucho tiempo que superamos la concepción de que fuera de la Iglesia no hay salvación”

Jesús Manuel Calero es misionero javeriano y desde hace ocho años vive en la República de Chad
Jesús Manuel Calero Perera, misionero palmero en Chad
Jesús Manuel Calero Perera, misionero palmero en Chad
Jesús Manuel Calero Perera, misionero palmero en Chad. / DA

El regreso a las Islas, en particular a El Paso, su municipio natal, inicialmente orientado al descanso, está discurriendo con la abnegada aceptación de una agenda en la que su vocación de servicio la lleva a extender y compartir inquietudes, en el frenesí de una agenda inabarcable. Jesús Manuel Calero es misionero javeriano y desde hace ocho años vive en la República de Chad, país de mayoría musulmana (56,7%) que figura en los últimos puestos del Índice de Desarrollo Humano. Le entrevistamos al término de la charla Conocer para dialogar con el Islam, que pronunció en la iglesia de María Auxiliadora.

-¿Se hizo misionero en Canarias?

“Ha sido un proceso que inicié con 11 años cuando decidí entrar en el Seminario, en La Laguna. Allí pude experimentar que la vocación crece en el silencio, el trabajo… y gracias al buen hacer de quienes se encargaron de nuestra formación. Cuando tenía 19 años me empecé a plantear la idea de ir de misiones. Conocí a los Misioneros Javerianos y estuve con ellos en Madrid, donde experimenté que el hierro se forja en el fuego. Asumí que, como en toda relación entre personas, también con Dios pasamos momentos de duda, de frialdad, de crisis. Conocí varias realidades pastorales y la idea de ser misionero hacía vibrar mi corazón”.

-Y optó por un espacio de frontera… en África.

“Llegué con 25 años a Camerún y durante nueve meses aprendí francés desarrollando nuestro carisma javeriano: “Hacer del mundo una sola familia”, con el compromiso ad gentes, ad extra y ad vitam. Llegué luego al Chad, donde he estudiado el árabe chadiano y comencé a realizar el trabajo pastoral. Nuestra misión se basa en la Palabra de Dios, las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), y tiene un marcado aspecto social atendiendo escuelas, centros culturales, bibliotecas, el seguimiento de enfermos de sida, la radio diocesana, la construcción de pozos…”.

-¿La realidad vence a los tópicos?

“Allí entiendes que no cabe recurrir a las generalizaciones que tenemos sobre África o el islam. En el continente hay un conjunto de grupos humanos, algunos muy diferentes en cultura, historia, geografía… La misma idea quisiera repetir cuando hablamos del islam: no es lo mismo un sunita, un chiita, un sufí, un wahabita, un salafista, un hermano musulmán. Es posible que lleguemos al Chad o a Camerún para hacer un servicio humanitario y que mucha gente piense que somos un blanco más que viene a robar las materias primas, o que un musulmán piense de nosotros que somos un cristiano cruzado que viene de Europa a convertirlo. Si nos dejamos guiar por los prejuicios, será difícil un verdadero encuentro con el otro que es diferente. Si queremos conocer algunos aspectos de África o del islam, un primer paso es el de entablar relaciones con un africano o con un musulmán. No podemos conocer África sin llegar a conocer africanos y no podemos conocer el islam sin entrar en relación con musulmanes. Después de un primer encuentro, nos podrá llegar el interés de entender lo que el otro vive y podremos estudiar su cultura, su historia… La tarea es compleja; los misioneros solemos decir entre nosotros que cuando se llega a un sitio nuevo, el primer año hay que callar y observar… Ojalá tomemos el tiempo necesario para contemplar e intentar entender la cultura, las costumbres, la religión… del otro. Respecto al islam, esto nos permitiría, como decía el Vaticano II, ver lo que hay de verdadero y santo en las otras religiones”.

-¿Estudia el islam, el Corán?

“Acabo de terminar una Licencia de segundo ciclo en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos, PISAI, en Roma, donde se nos inicia a realizar un análisis académico del islam. Allí he defendido una tesis de Licencia sobre la emergencia del islam en el espacio chadiano hasta el siglo XVII, siguiendo manuscritos de Muhammad al-Wãli al-Fulãni, que son los primeros en árabe que se conservan del Chad. La obra que he empezado a traducir es un credo sobre la unicidad de Dios; tiene numerosos aspectos de la mística sufí. Actualmente estoy preparando un proyecto de doctorado sobre estos temas relacionados con el islam subsahariano. Los próximos años voy a intentar trabajar en África y pasar algunos meses en Europa para centrarme en el doctorado…”.

-¿Puede el Corán alentar la violencia?

“Antes permítame la pregunta: ¿pudo la Biblia alentar las cruzadas? Yo creo que hay contextos muy concretos en los que la utilización político-ideológica de la religión y de los libros sagrados puede justificar el uso de la violencia. A partir de 2015 comenzaron los primeros atentados del grupo islamista Boko Haram en el Chad. En ese momento tuvimos que crear un grupo que controlaba a la gente que entraba en la iglesia. En nuestra parroquia central, cada domingo los militares velaban por la seguridad en torno a la iglesia. Lo paradójico es que este problema también lo tenían los musulmanes, porque Boko Haram ha matado varios de ellos. Este grupo terrorista nació en Nigeria (en Maiduguri) y está presente también en Camerún, Níger y Chad”.

-¿Se puede curar el odio?

“Es difícil explicar este fenómeno terrorista, porque es el resultado de muchas causas: movimientos islámicos fundamentalistas anteriores que lo han podido inspirar (como la yihad de Usman dan Fodio a inicios siglo XIX y más tarde el movimiento Izala), el intento de extender la sharía a otros estados federales de Nigeria, la corrupción, el comercio de armas, ¡que no son fabricadas en África!, alianzas con otros grupos terroristas supranacionales (como Estado Islámico), la pobreza… Además, también tendríamos que preguntarnos si las nuevas formas de neocolonialismo no contribuyen a estas realidades. ¿Con qué intención un país de Europa puede mantener más de 4.000 soldados en el Chad (se llama la Operación Barkhane) y controlar los aeropuertos, circular con sus aviones y drones en el Sahel…? ¿Es simplemente por prestar una ayuda desinteresada? Desafortunadamente, se habla muy poco de estas realidades en nuestro país. El hecho de llevarnos el petróleo del Chad, Camerún, Nigeria…, el uranio de Níger, el leño de Centroáfrica… ¿no es un gesto de violencia y de humillación hacia otros pueblos?”.

-¿El diálogo supera los prejuicios?

“En estos nueve años puedo afirmar que he convivido con hermanos musulmanes, y que con algunos he entablado una bonita amistad. La Iglesia cuando habla de diálogo interreligioso, lo divide en cuatro categorías: de vida, de las obras, espiritual y teológico. Dialogar no significa negar tu identidad, sino más bien un respeto recíproco que es capaz de reconocer la diversidad y luchar por valores comunes. El sacerdote francés Louis Gardet (1905-1986), especialista en islam, decía: “Para que se establezcan relaciones serenas entre cristianos y musulmanes, los cristianos deberían hablar del islam de tal manera que los musulmanes se reconocieran a sí mismos por lo que se dice de su fe; y los musulmanes deberían hablar del cristianismo de tal manera que los cristianos se reconozcan a sí mismos en lo que se dice sobre ellos”.

-El papa Francisco pide desmilitarizar el corazón del hombre…

“Desde el papa Juan XXIII hasta el papa Francisco se ha consolidado oficialmente en la Iglesia un espíritu abierto hacia aquellos que no comparten la misma fe. Pero a pesar de los muchos gestos de acercamiento, podemos tener la sensación de que el impulso dado por el Vaticano II está perdiendo fuerza. El fundamentalismo, el integrismo, pueden hacernos pensar que las predicciones del estadounidense Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones sean reales. La ignorancia y el miedo están en la raíz de la mayoría de nuestros malentendidos e incomprensiones. En cierta medida, podemos hablar de choque de ignorancias. Es necesario que las grandes religiones busquen conocerse, descubrir todo lo que tienen en común, evitar que los hombres se refugien en el fundamentalismo y el sectarismo. En el documento La Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, que firmaron en febrero el papa Francisco y el imán Al-Tayyib, se llama “a la reconciliación y a la fraternidad entre todos los creyentes, incluso entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad”, y se pedía claramente toda repudio a “la violencia aberrante y el extremismo ciego”. En lo que respecta a nuestra acción evangelizadora, hace mucho tiempo que superamos la concepción de que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Nuestra tarea, como misioneros, es la de colaborar a hacer presentes los valores del Reino de Dios (amor, justicia, igualdad entre los hombres y mujeres, verdad, libertad…). Todavía en el Sur del Chad hay mucha gente que siguen las religiones tradicionales. Entre ellos hay quienes abrazan el Evangelio cada año. Nosotros no bautizamos niños, porque la evangelización es muy reciente (60 años) y no es seguro que los recién nacidos sean educados en la fe. El papa Francisco recuerda que la Iglesia propone y testimonia con sus actos, nunca impone la fe. El cristianismo sigue creciendo en África porque hay mucha sed de Dios. Mi experiencia en Chad ha sido la de acompañar una Iglesia donde la mayoría de los fieles son jóvenes. Esta Iglesia africana es muy dinámica y bastante diferente de lo que nosotros vivimos en Europa”.

-¿Regresará para retomar el diálogo?

“A partir de octubre formaré parte de una nueva comunidad de los misioneros javerianos en el norte del Chad, en una zona que tiene el 99% de musulmanes. Allí estamos llamados a ser testigos del amor de Cristo entre los hermanos de la otra religión y a acompañar a la minoría cristiana. En lo que concierne a nuestro trabajo social, no hacemos diferencias de religión o acción de proselitismo. Para nosotros lo que importa, antes de nada, es el servicio a todo ser humano. Nunca he conocido a nadie en Chad que hable bien del terrorismo, que lo justifique o lo apoye. El terrorismo no los representa y para ellos es un problema. En 2015, el ministro de comunicación chadiano criticó que el 40% de las armas encontradas en manos de Boko Haram tenían origen en un país europeo. Estamos ante un problema múltiple y harán falta soluciones múltiples”.

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