“Ha sido la peor experiencia de mi vida”, confesó ayer entre sollozos a este periódico Solange Díaz de las Casas, directora del comedor social y centro de pernoctación de emergencia La Buena Estrella, en El Fraile, minutos después de echar el cierre a unas dependencias en las que medio centenar de personas sin recursos económicos desayunaban, almorzaban, cenaban y formaban una gran familia, renovada con el paso del tiempo, desde hace casi cinco años. La mitad de ellas dormían en las propias dependencias.
La retirada, por parte de la Dirección General de Políticas Sociales e Inmigración del anterior Gobierno de Canarias, de una subvención de directa de 40.000 euros para este año, remitiendo al comedor a una “concurrencia competitiva-convocatoria pública”, ha sido la puntilla a una situación económica insostenible.
Solange no olvidará de la jornada de ayer las lágrimas ni los abrazos de los usuarios, que volverán a buscarse la vida en la calle y a dormir en las playas, cuevas y cajeros automáticos. “Esta mañana se me acercó Alí, un joven musulmán que duerme en un coche, nunca lo había visto llorar, me dio ánimos y un abrazo interminable; me preguntó si se podía dar la última ducha”. “¿A dónde hay que ir, Solange, para ayudar? Ya nos da igual, no tenemos nada”, me preguntó, confiesa emocionada.
Los usuarios se repartieron las existencias que quedaban en la despensa. “Todos se llevaron sus bolsas con comida, mantas y productos de higiene. Te rompía el alma verlos salir con los sacos de dormir”.
Algunos se agarraban a la directora del centro y le preguntaban: “¿Qué vamos a hacer ahora sin ti?”. Otros se preguntaban si el cierre era de verdad. Solange de momento no tiene respuestas. “Ya no voy a mover nada, que lo muevan los políticos, no puedo más”, manifestó, convencida de que la solución no pasa por las aportaciones desde el sector privado sino en un “cambio de formato” tutelado por las administraciones públicas.
La responsable del comedor, un local situado en la calle Miguel Calcerrada número 3, alquilado hasta septiembre, confesó que albergaba alguna esperanza de que “en el último momento apareciera algún salvador”. Pero no hubo milagro, la triste realidad se impuso y Solange, acompañada de Patricia, una de las voluntarias, y de cuatro usuarios, fue la encargada de girar el rotor del candado.
“No vino nadie, ni del Ayuntamiento ni de ninguna otra administración pública para acompañarnos en un día tan duro, aunque solo sea por humanidad”, señaló Solange, que agradeció la visita de un directivo de la cadena Spring Hoteles que se personó en el local para transmitirle su predisposición a colaborar.
La concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Arona, Elena Cabello, subrayó que su departamento “siempre se ha tenido muy en cuenta la labor que desempeña el Comedor Social La Buena Estrella”, y recordó que se han tramitado sucesivas subvenciones anuales, con un presupuesto que se ha incrementado en los últimos cuatro años. “Dada la complicada situación que ha sufrido la asociación, a principios de año se agilizaron los trámites para poder firmar el convenio y conceder una subvención de 20.000 euros para afrontar este año, que ya ha sido abonada, pero un recurso como este necesita el apoyo de todas las instituciones para que pueda ser viable.”
Cabello destacó que La Buena Estrella es una asociación privada que, aunque está instalada en Arona, cuenta con usuarios de toda la comarca. Respecto al futuro que les espera a estas personas sin hogar, indicó que los residentes en el municipio serán atendidos por las trabajadoras sociales para conocer cada caso y “así poder ofrecer apoyo y alternativas de ayuda”. “Son personas que están en riesgo de exclusión social, por lo que tenemos todo activo para tramitar posibles ayudas de emergencia”, indicó.