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Bajo la Cuesta sigue sin ver la luz al final del túnel, tres años después

La mayor parte del barrio costero de Candelaria tiene clausurada una treintena de viviendas a la espera de que las administraciones actúen en el talud propiedad de Dani Ran y que Costas dé una concesión
Hace un año y medio regresaron una veintena de vecinos a las viviendas bajo el talud propiedad de Endesa, el resto aún debe esperar y no hay muchas esperanzas de que sea pronto. Sergio Méndez
Hace un año y medio regresaron una veintena de vecinos a las viviendas bajo el talud propiedad de Endesa, el resto aún debe esperar y no hay muchas esperanzas de que sea pronto. Sergio Méndez
Hace un año y medio regresaron una veintena de vecinos a las viviendas bajo el talud propiedad de Endesa, el resto aún debe esperar y no hay muchas esperanzas de que sea pronto. Sergio Méndez

Los vecinos de Bajo la Cuesta recordaron hoy con un video, que expondrán en YouTube y redes sociales, los tres años que llevan fuera de sus casas, por una orden de desalojo firmada por la actual regidora Mari Brito, atendiendo a los informes técnicos que alertaban del peligro de desprendimientos en el barrio costero, situado bajo un enorme talud que linda con la autopista del Sur, precisamente en la zona que hace unos días comenzaron a caer restos del muro de hormigón que la sustenta.

Tres años después del desalojo que se decretó el 26 de octubre de 2016 después de un largo expediente, unas treinta viviendas siguen clausuradas por la autoridad, mientras sus propietarios permanecen en otros inmuebles de su propiedad, en casa de familiares o en régimen de alquiler, como las cuatro familias que todavía están recibiendo ayudas del Ayuntamiento, al carecer de otra vivienda. No era el caso de Ramón Loureiro, su mujer y su hijo, que no pudieron recibir esa ayuda, porque para el secretario municipal, tener una vivienda en Ourense les impedía acceder a la misma.

La familia Loureiro pasó buena parte de esos tres años viviendo en una de las casetas de madera que se montaron en el descampado junto a la central de Endesa, pero hoy ya viven de alquiler y aunque el campamento se mantiene en pie, apenas hay vida en el mismo.

Se dijo que el desalojo iba a ser cuestión de unos meses, pero hasta el 28 de mayo de 2018 no se procedió al realojo de las viviendas situadas debajo del talud de Endesa, la empresa que actuó para asegurar el terreno junto al Ayuntamiento, al lograr este la autorización de Costas sobre los mil metros cuadrados en Dominio Público Marítimo Terrestre. Entonces, unos veinte vecinos pudieron sonreír, el resto se resigna a vivir una larga espera. Ni aparece la empresa fantasma Dani Ran, propietaria del otro talud, ni la autorización de Costas ni el dinero comprometido del Gobierno y del Cabildo. Y así 36 meses.

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