Güímar puede presumir de muchas cosas. De tener una vasta historia, aborigen y colonial, de costa y de cumbre, y sobre todo, por mucho que hoy se sigan viendo huertos abandonados, de una agricultura excepcional. Por la bonanza de su clima, por la riqueza de su suelo y por el agua que nace en Izaña, no es extraño que durante mucho tiempo se considerara al Valle la despensa de Tenerife.
Siendo así se diría que se tardó mucho en poner en el propio pueblo un escaparate de los productos de la tierra. No fue hasta 2004, se creó precisamente la feria denominada Productos de la Tierra, cuando surgió el acuerdo entre agricultores y ganaderos de Güímar de crear el Mercado del Agricultor.
Desde entonces, cada domingo, la plaza del Ayuntamiento, uno de los recodos más bellos del municipio, acoge una exhibición de productos frescos, de kilómetro cero, sacados del huerto a la plaza, sin intermediarios, sin congelación. Tanto que en quince años se ha quedado pequeño, cuando ya, como reconoce el concejal Gustavo Pérez, se está pensando en ampliarlo “estudiamos hacía Santo Domingo o algunas se decantan por seguir hasta San Pedro”.
La meta fundamental de este mercado es la de ayudar a solventar los graves problemas de comercialización que tienen los agricultores de la comarca, ofreciendo la posibilidad de vender sus productos directamente a los consumidores y con ello la recuperación de numerosos terrenos que se encontraban abandonados poniéndolos en cultivo de forma que el agricultor encuentre su medio de vida.
Muchos de esos terrenos se han convertido hoy en grandes explotaciones de moringa y olivo, que comienzan a hacerle la competencia al aguacate, la manga, la papaya o la vid, que siguen siendo quienes consumen más metros de terrenos, sin olvidarnos de los invernaderos. Porque en Güímar conviven la pequeña huerta con las grandes fincas, siendo los primeros aquellos que aprovechan el Mercado para darse a conocer y como sustento de la economía familiar, como reconoció María Jesús González Díaz, premio Guataca 2019 junto a Fernando de la Rosa. “Llevo 34 años con cabras y el mercado ha significado para mi vivir más desahogadamente”, a la par que daba las gracias a sus compañeros agricultores por “darme esos manjares que meterme en la boca”.
.Y es como dice, José Miguel Díaz, “cuando se hace un buen trabajo con profesionalidad e ilusión siempre se recogen los buenos frutos”. Y Güímar sale darlos.