noche de finado y halloween

De los muertos a los monstruos en La Laguna

Los cementerios se llenan de familiares que acuden cada año a recordar a sus difuntos con flores, mientras Halloween enraíza en las calles y los colegios gracias a las nuevas generaciones
Los cementerios de las Islas se llenan estos días señalados de homenajes a los familiares difuntos, mientras, al mismo tiempo, en las calles se celebra la fiesta de Halloween. Sergio Méndez
Los cementerios de las Islas se llenan estos días señalados de homenajes a los familiares difuntos, mientras, al mismo tiempo, en las calles se celebra la fiesta de Halloween. Sergio Méndez
Los cementerios de las Islas se llenan estos días señalados de homenajes a los familiares difuntos, mientras, al mismo tiempo, en las calles se celebra la fiesta de Halloween. Sergio Méndez

En el medio kilómetro que debe haber entre entre la antigua iglesia quemada de San Agustín, en La Laguna, y el viejo cementerio de San Juan, que se inauguró en 1814, uno puede ver un Mercadona, una casa de apuestas, un molino de gofio o una panadería. Pero es fácil imaginar, que, en otra época, por allí se bajaba a los muertos camino del descanso eterno. En San Juan no se entierra a nadie desde 1983, pero la gente sigue yendo a recordar a sus familares, entre tumbas aristocráticas y sencillos nichos.
“En el fondo, el cementerio no habla de los muertos, sino del poder de los vivos”, afirma Alfonso Miguel García, profesor de la Universidad de La Laguna, y un gran conocedor del mundo de la muerte.

En el viejo cementerio lagunero estaba ayer Ana enramando las tumbas de sus familiares, entre abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, alguno de ellos marqués. “Es un día especial para honrar la tradición familiar”, comentaba. “Entre esos familiares hay mucha gente a la que nunca conocimos, pero se ha hablado tanto de ellos en casa, hay tantas historias, que es como si formaran parte de uno”.

Con cierta dificultad caminaban Tomás, de 90 años, y Candelaria, de 79, que salían ya por la puerta de piedra después de ponerle flores a la madre de ella, que murió hace 45 años, pero que todavía hace que se le quiebre la voz. “Es que la madre era buena, y el padre también”, comentaba Tomas camino del tranvía para volver a La Cuesta, aunque antes iban a parar en el molino de gofio.

Lali y Ansita fueron ayer porque dicen que hay pocas escaleras para enramar los nichos, y hoy estarán muy disputadas. Aun así volveran con su madre a pasar hoy todo el día, como hacen desde que eran pequeñas y picaban una flor de aquí y de allá para enramar las tumbas solitarias donde nadie enramaba. “Antes estábamos todo el día sin comer, ahora paramos para tomar algo y luego volvemos con mi madre por la tarde”, comentama Lali, que cree que el cementerio necesita que lo remocen un poco.
Y no será porque Pedro, uno de los guardianes del lugar, no le eche ganas y cariño. Dice que lleva diez años trabajando allí y que ya lo cuida como sui fuera su jardín. “Me ofrecieron hace poco cambiarme a otro sitio, pero yo les dije que ya me había casado con el cementerio de San Juan”.

Pero la ciudad también vibraba ayer con Halloween (una palabra que deriva del inglés “All Hallows’ Eve”: víspera de todos los santos). De origen celta, la fiesta se llamó originariamente Samhain y tenía una mezcla de elementos religiosos y paganos. Se hacía para celebrar el fin de las cosechas y que los antepasados muertos regresaban. “Luego, el catolicismo llegó a la islas británicas y se apropió de ella, le cambió el nombre por el del día de todos los santos y le quiso dar ese componente triste e introspectivo que tiene la muerte en la cultura cristiana”, explica Alfonso García. Pero una parte muy importante de ese aire pagano y festivo pervivió en el mundo anglosajón y se manifiesta en Halloween. “Al coincidir con el fin de las cosechas, se propiciaba que se mantuviera ese espíritu festivo”.

En pleno campo lagunero, en el Colegio de Las Mercedes, los niños llevan organizando Halloween toda la semana gracias a sus profesoras de inglés, y ayer entraban al colegio al ritmo de la canción ‘Thriller’, de Michael Jackson. No se trata de una excentricidad. “Una de las partes del currículum de inglés es conocer la cultura anglosajona, y Halloween es una oportunidad perfecta”, afirmaba Miriam, una de las profesoras. Han hecho manualidades con productos reciclables, han organizado talleres con los padres. “Y también nos permite trabajar emociones, como el miedo”. Por las calles de la ciudad los niños deseaban “Feliz Halloween” y la tienda Party Fiesta triplicaba su caja normal de un día. Por la noche, la urbanización Pueblo Hinojosa se convierte, cada año más, en una fiesta gigante de niños pidiendo golosinas. Truco o trato.

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