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Kelly, tras superar el coronavirus: “Vivir con el COVID ha sido como protagonizar una película de ciencia ficción”

Kelly Davis, inmunodeficiente, de 43 años, salíó adelante después “una gran metralla, con medicamentos muy agresivos como el que se utiliza para el VIH", durante 10 días en el hospital de La Candelaria
Kelly Davis estuvo ingresada del 22 de marzo al 2 de abril en La Candelaria / DA

Un enorme aguacatero tapa parte del portón de madera que da entrada la casa de Kelly Davis en una de esas fincas rústicas que pueblan el Valle de Güímar.

Kelly, una inglesa que lleva 22 de sus 43 años en Güímar, nos abre la puerta con una enorme sonrisa, bien maquillada, como esteticién que es, y con una blusa blanca llena de flores que se confunden con los colores violetas de una gran bounganville. Mientras su marido, Lai, aguanta a tres perros juguetones, nos sentamos junto a ella, manteniendo las distancias. Viéndola, nadie diría que un mes atrás había pasado por un auténtico calvario para terminar derrotando al Covid-19.

“Los diez días que pasé en el hospital de La Candelaria fueron traumáticos, como si fuera la protagonista de una película de ciencia ficción”, comenta en un perfecto castellano sin perder el deje británico. “Yo ya era inmunodeficiente, teniendo un cuadro autoinmune bajo tratamiento, que hace que tu cuerpo esté más expuesto a tener cualquier tipo de infección. Los diez días que estuve en el hospital, desde el 24 de marzo al 2 de abril, fueron traumáticos, porque yo he estado muchas veces en el hospital, pero siempre tenías la posibilidad de que te visitara la familia, pero con el Covid, no. Estaba completamente aislada, aunque tuve la suerte de compartir la habitación con mi amiga Carmen, de 84 años. Apenas entraban las enfermeras, fue bastante duro, aunque teníamos a disposición un teléfono y con mi móvil ponía en contacto a Carmen con su marido de 94 años y a sus hijos con videollamadas. Ella salió más tarde, pero ya está en su casa y en el Día de la Madre tuvo el detalle de mandarme flores. Estoy deseando que pase esto para ir a verla”, comenta orgullosa de haber ganado una amiga en tan traumática situación.

Su marido Lai, instructor de kitesurf y sus hijos Jessie, que quiere ser boxeadora y Jake, estudiante de Enfermería, la familia de Kelly./ FRAN PALLERO

Mi familia también tuvo síntomas

A Kelly Davis la ingresaron el 24 de marzo, cuando una ambulancia fue a buscarla a su casa, después de dos días seguidos con fiebre y mareos, solo con el contacto telefónico con el 112. “Yo ya avisé que podía tener el virus, pero tardaron dos días en hacerme las pruebas. Y lo que no entiendo es como no se las hicieron también a mi marido, que va a cumplir 49 años en julio y nunca se pone enfermo. Esos días también estaba con fiebre, tos y cansado, sin tener fuerza ninguna, al igual que mis dos hijos”, comenta convencida de que ellos también pasaron por el Covid-19, “aunque no se representa de igual manera e importa mucho las edades y su capacidad inmunológica, porque por ejemplo, mi neurólogo dio positivo y nunca tuvo fiebre en ningún momento”, para añadir “me extraña y me molesta que no le hicieran las pruebas a mi familia habiendo estado conviviendo con un positivo, así que en los números que dan en la tele y en la prensa de contagiados al menos faltan tres, los tres de mi casa”, afirma con seguridad.

“Cuando me llevaron al hospital-prosigue- me hicieron el PCR y por la tarde se confirmó el positivo, trasladándome a una habitación de medicina interna, que denominaban sala Covid, donde subían la máquina para realizar las pruebas. Allí me dieron metralla, con medicamentos muy agresivos, con un tratamiento antivírico que se utiliza para el VIH, que hace que el virus no vaya a más, pero que tiene unos efectos secundarios que tienen sus consecuencias. A mi me afectó el lado derecho del pulmón, que junto con el asma que sufro, me dejó muy débil, la verdad”.

Kelly no sabe con exactitud donde se contagió, pero especula que pudo haber sido diez días antes del 22 de marzo “cuando terminé en el hospital de día de La Candelaria una sesión de inmunoterapia, o tal vez también pudo ser en mi trabajo, en el centro de estética que tenía en la plaza de San Pedro”. Un centro que no abrirá porque “se cerró por todo lo que estaba pasando y luego pensando que si lo iba a dejar o no por la salud, el mismo virus tomó la decisión por mí”.

Ha habido y hay muchas especulaciones sobre la inmunidad de aquellos que han superado el Covid-19, Kelly Davis tampoco lo tiene muy claro: “Eso dicen. Al principio dijeron que podía tener una nueva carga vírica y no solamente eso, sino que eras inmune durante tres años, y sigue habiendo mucha incertidumbre con ello.Los surcoreanos son de la teoría de que ya no puedes contraer el virus, pero la OMS no lo deja tan claro.De todas formas como yo son una persona inmunodeficiente voy a seguir siempre tomando precauciones, hasta incluso con la calima, porque para mí la calima es lo peor”, señala recordando el tremendo episodio de polvo en suspensión vivido semanas antes de que se confirmara su positivo por Covid-19.

Kelly Davis, tras ser dada de alta el 2 de abril, al no tener ya fiebre, pero aún positivo, volvió cinco días después al parking de La Candelaria para realizarse un nuevo test. “Me metieron el hisopo hasta el fondo de la nariz”, y entonces dio negativo y luego en casa “tuve que seguir un protocolo, aislada en una habitación, con un baño solo para mi y limpiando todo lo que tocaba. Los médicos me llamaron todos los días, para controlar la temperatura, los dolores y todo ello conviviendo con mi familia, una cuarentena muy difícil”. Desde entonces lleva un mes sin síntoma febril alguno, reconociendo que “hay un antes y después del Covid, porque es un comecocos, aunque solo sea ir al supermercado y estar tocando cosas, acordándote constantemente que lavarte las manos, de desinfectar esto o aquello. Todo un protocolo que en realidad te cambia la vida, y más cuando convives con alguien”, comenta.

La desescalada

Para Kelly Davis, “la desescalada es un problema, porque seguro que vamos a tener un repunte de casos como ha ocurrido en Alemania y otros países, eso es lo más probable. Pero debemos salir poco a poco porque de lo contrario vamos a tener un problema de economía, y más aquí, en Canarias que en el resto de España. Tengo amigos que son directores de hoteles en el sur y están muy preocupados, porque tienen que cambiar muchas cosas, como el buffet, por ejemplo, o que abran las fronteras. La gente va a sufrir muchísimo, con mucho desempleo; ya se está hablando que hasta 2023 no va a subir de nuevo la economía”.

Echando una mirada a su país, Inglaterra, Kelly Davis no tiene dudas en reconocer que “han superado ya los muertos de España, con más de 30.000 y han tomado la cuarentena mucho más leve, con más calma y ya se están dando cuenta que así no van a ir a ninguna parte”, un hecho que seguro retrasará la llegada, de nuevo, de turistas británicos a Canarias. “Todo eso -dice-tendrá que ver mucho con lo que decida Europa sobre la movilidad y me temo que mucha gente, sobre todo el Norte, va a decir que no viene a España porque pensarán que se pueden infectar. Aunque tengo familiares que les encanta Tenerife y están deseando venir”.

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