la laguna

La lucha por mantenerse a flote

La reducción de clientes y de ingresos obliga a los trabajadores del Mercado de La Laguna a apostar por nuevas fórmulas, como la venta a domicilio, para lograr cubrir gastos en medio de la pandemia
Las medidas para evitar la propagación de la Covid-19 han supuesto la reducción del aforo de los negocios y, con ello, de sus ingresos. Sergio Méndez
Las medidas para evitar la propagación de la Covid-19 han supuesto la reducción del aforo de los negocios y, con ello, de sus ingresos. Sergio Méndez
Las medidas para evitar la propagación de la Covid-19 han supuesto la reducción del aforo de los negocios y, con ello, de sus ingresos. Sergio Méndez

No hay sector económico que, hoy en día, no se vea afectado, en mayor o menor medida, por la crisis económica derivada de la pandemia de la Covid-19 y las medidas impuestas para evitar su propagación, lo que ha supuesto cierres de empresas o reducción de horarios y aforos en otras, con la consecuente bajada de ingresos. Esta situación ha provocado que muchos negocios se hayan tenido que reinventar y buscar nuevas fórmulas para lograr sobrevivir, y ha potenciado, también, la solidaridad y el compañerismo entre trabajadores y empresas.
El Mercado Municipal de La Laguna no es ajeno a esta situación. Con las restricciones de movilidad impuestas desde la declaración del estado de alarma, y la consecuente reducción del aforo, la afluencia de compradores se ha reducido mucho. Y eso se nota en la caja. Según datos del área de Mercado del Ayuntamiento lagunero, la media de visitantes, durante el primer mes de estado de alarma, al Mercado fueron unas 440 personas al día de lunes a viernes, cifra que sube hasta las 680 personas en fin de semana y que alcanzó hasta las 818 de media los pasados días 2-3 de mayo, fin de semana del Día de la Madre y en el que Estado permitió las salidas para pasear y hacer deporte. “Estamos observando que están asistiendo más clientes en los últimos días, lo que nos da más confianza para seguir trabajando y seguir mejorando para que haya más vuelta de clientes. Por ejemplo, el pasado jueves subió a más de 500 personas”, destaca el concejal responsable del área, Andrés Raya.
En la actualidad, el aforo dentro del Mercado se ha estipulado desde el Ayuntamiento a una persona por puesto abierto, en base a las mediciones de los pasillos, lo que hace que la cifra de personas que pueden estar a la vez en la carpa varíe entre las 50 y 60. “Cada día se observa el número de puestos abiertos y el aforo se ajusta a eso”, apunta el edil. Una medida que se mantendrá “hasta que las normas vayan cambiando, siempre pensando en mejorar la prestación de los servicios y contemplando la seguridad”.

Pérdidas

La reducción en el número de clientes ha conllevado una lógica reducción de los ingresos. A este respecto, el concejal señala que, hablando con los representantes de quienes tienen allí sus puestos, “me trasladan que hay una merma media de rendimiento del 40-50%, y en algunos casos específicos han llegado hasta el 80%”, aunque otros han logrado mantenerse gracias, fundamentalmente, a la venta a domicilio, ganando incluso algún nuevo cliente.
Una radiografía parecida es la que traslada Venancio Díaz, más conocido como Nacho Díaz, actual presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado de La Laguna (Asocomel) y que trabaja en un negocio familiar dedicado a los congelados de pescadería. “Hay de todo. Hay gente que ha cerrado porque no le compensa estar abierto, y hay gente que malamente se está manteniendo, y quien vende más que antes, aunque son muy pocos la verdad, pero también se lo han ganado, porque a lo mejor ha hecho un esfuerzo en redes sociales… Pero se están dando todos los términos”, explica, aunque no se atreve a concretar cifras de pérdidas dada la multitud de diferentes situaciones.
Lo que está claro es que quienes mejor están capeando el temporal son los que se han reinventado, apostando por la venta a domicilio y las redes sociales para dar a conocer negocios, productos y servicios. Sin embargo, “hay mucha gente en el Mercado que nunca se ha dedicado al reparto, solo tiene su puesto donde va a vender y no tiene vehículos preparados para el reparto porque nunca lo han hecho, nunca han tenido necesidad de hacerlo, porque tu clientela era la que iba al Mercado, y entonces no lo pueden hacer y están atados de pies y manos”, apunta Venancio Díaz. Pero ahí es donde está surgiendo la solidaridad y el compañerismo.
“Hay buena sintonía en el reparto entre los compañeros, y cualquier persona que llama a cualquier puesto y pide productos de otro, pues seguramente se le dice que sí. Todos nos estamos arropando”, enfatiza. Venancio Díaz trabaja en un negocio familiar dedicado a los congelados de pescadería, y que ha ampliado ahora su oferta a carne congelada también. “Personalmente, a nosotros nos falta una parte muy importante, que es la restauración, porque teníamos unos cuantos bares y restaurantes con los que trabajábamos, y, por otra parte, la gente que viene al Mercado es poca, son 50 personas las que pueden entrar -relata sobre la situación de su negocio en particular-. Cuando todo esto empezó no sabíamos cómo nos iba a ir, hemos logrado mantener el tipo, y aquí estamos, no hemos tenido que cerrar ni hemos dejado a nadie parado. A nosotros nos funciona un poco el reparto a domicilio, no llegamos a las ventas de antes, pero podemos mantener el personal que tenemos y cubrir los gastos”. “Pero estamos trabajando más y más tiempo para llegar a los objetivos no ya de antes, sino para llegar a unos límites para mantener el negocio a flote. Ahora ya no acabas a las dos como antes, sino que sales por la tarde a repartir. Nosotros vamos a la gente, e igual que le llevo mercancía mía le llevo de otros compañeros, y le llevo la compra completa. En ese sentido, hay buena sintonía entre los comerciantes”, añade.
En el Mercado se mantiene en torno a medio centenar de puestos abiertos, pero, hasta este pasado fin de semana, han estado cerrados los bazares, floristerías, los bares y la churrería.
María del Cristo Ramallo es representante del gremio que engloba bares, estancos de tabaco y prensa y herbolarios, y es propietaria del puesto Hierbas de la Recova. “Los dos estancos que hay están trabajando y las ventas les habrán bajado un 20-30%, según dicen. Y los herbolarios hemos estado trabajando también, casi todos hemos puesto servicio a domicilio. Yo, por ejemplo, que vendo más productos de alimentación he escapado más, pero los que son más de especias y hierbas, han bajado más, como un 60%”, explica María del Cristo.
Sobre su experiencia personal con su negocio, relata que “yo llego a cubrir gastos justo, en realidad nos salvan los fines de semana, que son mucho más flojos que antes, pero nos salva la semana, aunque ahora ha subido un poquito más…”. Aún así, lamenta que “nosotros también dependíamos mucho del turismo, y nos ha afectado, yo lo noto, la ausencia de clientes fijos de temporada, como los extranjeros que vivían en La Punta o Bajamar… Sí que nos ha afectado la ausencia de turismo”.
María del Cristo ha apostado también por reinventar las fórmulas de su negocio para lograr salir a flote. “Estoy tranquila, trabajando, buscando nuevas formas, creo que el servicio a domicilio ha venido para quedarse, porque los compañeros han visto que funciona, y hay que trabajar más con las redes sociales, por ejemplo, porque la mayoría las teníamos paradas y nos hemos puesto las pilas”, señala. “Hay que actualizar el Mercado, no queda otra”, enfatiza.
Asimismo, considera que quizás habría “que regular bien los aforos, porque a veces hay gente esperando fuera y nosotros estamos un poco sin gente..”
Teresa Navarro es representante del gremio que aglutina los puestos de la zona de animales y semillas, en la parte exterior del Mercado, y es propietaria del puesto El rincón de tu mascota. En su sector “las ventas están siendo de pena”, lamenta. “Yo, por ejemplo, estoy cubriendo con los vecinos y edificios de alrededor y a duras es lo que está saliendo, se está notando mucho. Ahora mismo estoy centrada en la alimentación, yo tengo animales pequeños como peces, tortugas… pero cuando se finalizó la última remesa que tenía, pues todo eso está parado ahora, porque no entran animales y la gente tampoco sale a comprar de eso, estamos para cubrir la alimentación de los animales y las personas, y nada más. Y se nota muchísimo. Vienen a lo que vienen, a comprar el pienso de los animales, pero ya los caprichos han quedado en un segundo plano”, explica.
Esta comerciante también ha apostado por la venta a domicilio para lograr mantenerse, sobre todo con los clientes que antes acudían para grandes sacos de pienso. “Yo me desplazo y se los llevo, no puedo permitirme el lujo de perder clientes”, enfatiza.

Incertidumbre

“Han pasado muchos días y ahí seguimos a duras penas. Nosotros estamos resistiendo, pero hay miedo, hay incertidumbre -añade-. Y vendas o no vendas, la mano del Estado está ahí y estamos pagando los autónomos y los módulos religiosamente, pero si a mí no me entra dinero yo no puedo pagar”.
Aún así, Teresa Navarro reconoce que la situación era peor los primeros días: “Verme por la mañana temprano que no veías a nadie y pensar en dónde te estabas metiendo.. Yo veía toda la pasarela de madera, y no ver pasar a nadie… pero a medida que han ido pasando los días pues parece que nos hemos ido adaptando”.
Los comerciantes confían en que según vayan avanzando las fases de la desescalada, su situación, como la de toda la economía, pueda ir mejorando, aunque son conscientes de la gran incertidumbre que hay.

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