
Por José Maza
Las alfombras de flores de la Orotava son la seña de identidad artística más importante que tiene este pueblo tinerfeño. La Villa, según la documentación existente, fue el primer municipio en Canarias en elaborar alfombras de flores para el paso del Santísimo Corpus Christi allá por el año 1844. Le siguieron en la isla de Tenerife, Tacoronte y La Laguna.
Las alfombras no fueros siempre como las conocemos hoy en día. No se consiguió alfombrar con tapices y corridos todo el recorrido hasta los primeros años de la década de los 80 del siglo XIX y no se elaboró la primera alfombra en la plaza del Ayuntamiento para tal ocasión hasta 1919. Aparte, claro está, de que no fue hasta 1892 cuando se unificaron las dos fiestas más importantes de la Orotava, la Octava de Corpus y San Isidro, como se siguen celebrando en la actualidad. Y durante estos más de 175 años solo se han suspendido la elaboración de las alfombras, tres veces, en 1891, en 1897 y en este año de 2020.
Lo curioso es que tanto la primera vez, en 1891, como este año de 2020 el motivo ha sido prácticamente el mismo, el de una pandemia a nivel mundial, que ha exigido las mayores medidas de seguridad sanitarias y que incluyen el distanciamiento social como una de las principales acciones a realizar. En 1891 la pandemia que puso en jaque al planeta fue la viruela y este año ha sido, como todos conocemos, el coronavirus o covid-19.
Al igual que ha ocurrido este año, en 1891 pocos países a escala mundial se libraron de padecer las graves consecuencias de la viruela, siendo notorias las escasas precauciones que tomaban las autoridades sanitarias a nivel global. Sin embargo, la prensa del momento sí que alabó los esfuerzos que realizaron las autoridades locales orotavenses en pro de erradicar esta epidemia en el municipio.
Las autoridades sanitarias locales, de acuerdo con el Ayuntamiento establecieron un hospital provisional en las afueras de la población a fin de aislar y cuidar a los enfermos.
La prensa orotavense escribió en su momento, “que la viruela se propaga al contacto de las personas sanas con las enfermas y que los gérmenes contagiosos se conservan muchas veces en las ropas y objetos que usan las últimas, cuyo contacto debe evitarse”. Y también escribió que “hay que ser lógicos: se han prohibido las alfombras por la posibilidad de que vinieran forasteros que trajeran el germen de la enfermedad y lo dejasen al paso por las adornadas calles”.
Pero esta no fue la primera vez que una epidemia de viruela atacaba La Orotava, ya que durante los meses de marzo a julio de 1870, fue muchísimo más virulenta que la de 1891. Esos meses de 1870, enfermaron en la Villa 292 personas, de las cuales fallecieron 46. En la de 1891 solo fallecieron dos personas.
En 1891, ante el temor de lo sucedido años antes, se tomaron todas las medidas sanitarias de protección posibles. Pero un hecho curioso si que acaeció ese año de 1891, y fue que durante el mes de abril y con motivo de la procesión denominada Visita de Enfermos se alfombró, con las tradicionales alfombras de flores orotavenses toda la calle de La Hoya, hoy Hermano Apolinar.
Y si seguimos hablando de graves epidemias que afectaron tanto a la población tinerfeña como a la orotavense, no podemos olvidarnos de la fiebre amarilla que atacó esta isla varias veces. La primera vez constatada data de 1810. Ese año la epidemia, entró a Canarias por el puerto de Las Palmas de Gran Canarias, cuando Santa Cruz de Tenerife no autorizó el atraque de una polacra española procedente de Cádiz, en la que murieron la mitad de la tripulación y llegó a el puerto grancanario. De ahí pasó la enfermedad al año siguiente de 1811 a los puertos de Santa Cruz y de La Orotava enfermando gran parte de la población. Luego, también a afectado notablemente los años 1846 y 1862-63.
En 1865, la prensa capitalina le pidió al notable medico orotavense Miguel Villalba que contase el estado real de la salud pública en esta Villa, por la alarmante cantidad de personas que estaban falleciendo por causas desconocidas. A lo que el destacado doctor respondió: “La enfermedad que en esta Villa y sus contornos se padece, y que ha precipitado en el sepulcro muchísimas víctimas, es a mi entender, una calentura gástrica biliosa, complicada frecuentemente con el elemento catarral. La difteria que con no poca frecuencia se ha presentado en esta epidemia, y la pulmonía que ha acometido a algunos individuos” .
La segunda vez que se suspendieron las alfombras de La Orotava fue pocos años después. Concretamente en 1897, y el motivo lo aclara perfectamente la prensa del momento, “en la procesión de la Octava del Corpus, no pueden presentarse las artísticas alfombras de flores naturales, que tanto renombre han dado a aquella Villa, porque hallándose temporalmente cerrada al culto la iglesia parroquial de la Concepción, por estarse haciendo en ella importantes reformas, tiene la procesión que recorrer un itinerario distinto al de costumbre”.
Y en este 2020, como es sabido por todos, el Ayuntamiento de La Orotava, en un pleno telemático aprobó el 5 de mayo, por unanimidad, las suspensión, por tercera vez en la historia, de las Fiestas de las Flores, ante la pandemia del coronavirus. Pandemia esta que, a diferencia de 1891, sí tuvo que suspender también la Semana Santa Villera. El pasado día 5, en que se confirmó la tercera suspensión de la alfombras de flores de La Orotava, este municipio contaba con 43 casos contagiados y 3 fallecidos, de los más de mil contagios en la isla de Tenerife y más de 100 fallecidos. A nivel nacional las cifras son más devastadoras en la medida de que ya se habían producido en más de 25.000 fallecidos y más de 200.000 contagiados, lo que hicieron de España en ese momento el país europeo con más contagios y el tercero en número de fallecidos tras Italia y Reino Unido.
*Investigador e historiador