crisis coronavirus

25 africanos, ‘abandonados’ a su suerte en una calle de Santa Cruz

Dejan a un grupo de inmigrantes en los exteriores del pabellón Pancho Camurria después de pasar ocho meses alojados en el campamento de refugiados de La Montañeta, en Garachico
25 africanos, 'abandonados' a su suerte en una calle de Santa Cruz FRAN PALLERO
25 africanos, 'abandonados' a su suerte en una calle de Santa Cruz FRAN PALLERO
25 africanos, ‘abandonados’ a su suerte en una calle de Santa Cruz FRAN PALLERO

Un grupo de 25 jóvenes africanos, que llevaban ocho meses refugiados en La Montañeta (Garachico), fueron abandonados ayer a su suerte en las inmediaciones del Pancho Camurria, en plena calle de la capital. Según explicaron a DIARIO DE AVISOS, no se les permitía permanecer más tiempo en la citada instalación del norte de la Isla y pidieron ser trasladados a Santa Cruz, al entorno del pabellón deportivo, del que tenían noticias de su condición de enclave de sintechos. Anoche durmieron a ras de suelo.

Los fenómenos migratorios, pese a los estigmas sociales que los rodean, suelen tener como objetivo mejorar las condiciones de vida de sus protagonistas a base de esfuerzo y trabajo. Esa es la meta que pesiguen personas como Sheikh y Lou Lou, dos jóvenes africanos que se montaron en una patera hace ocho meses con la esperanza de llegar a España y encontrar un futuro más próspero. Pero en las costas canarias no les deparaba una tierra de bonanza, o al menos, así dicen sentirlo a DIARIO DE AVISOS, mientras colocan en el suelo las mantas sobre las que dormirán un par de horas más tarde, al anochecer, en los exteriores del Pabellón Pancho Camurria. Junto a ellos, otros 23 compañeros que en octubre del año pasado escogieron dejar su vida atrás, subirse a un transporte del todo inseguro y navegar durante días hasta arribar al puerto de Los Cristianos.

Detrás de sus ojos penetrantes, aspecto aseado y cordialidad a raudales, una larga travesía de cuatro a nueve días -según a quién se le pregunte- en la que tan solo la posibilidad de formarse, tener un empleo o llevarse todos los días un pan a la boca les daba la energía suficiente para resistir las embestidas del mar, jornada sí y jornada también, a bordo del cayuco. Lou Lou ha sido agricultor, y también se ha dedicado a reparar vehículos en su país natal, Senegal. Según explica al DIARIO, vino a España con las ideas muy claras: dado que habla inglés, francés y algo de español, pensó que tendría más opciones de conseguir trabajo, especialmente en Canarias, al tratarse de una región turística. Ese fue el sueño que lo trajo a Tenerife, aunque poco a poco se ha ido disipando. Primero, porque ha permanecido desde su llegada en el campamento provisional que Cruz Roja desplegó en La Montañeta (Garachico) dadas las oleadas de inmigrantes que llegaron a las Islas por esos meses, sin poder avanzar en casi ningún sentido. Y en segundo lugar, por la emergencia sanitaria del coronavirus.

A pesar de todo, Lou Lou no se da por vencido. Afirma que, en cierto modo, escogió el Archipiélago frente a otros lugares, teniendo en cuenta el perfil que cumple, aparentemente ideal para el turismo. Durante su conversación con este periódico, menciona en varias ocasiones a un amigo suyo que también llegó en patera y que ahora vive en Santander. Lo primero que le dijo su colega fue que se marchara al Norte de la Península, donde sería recibido con los brazos abiertos. Sin embargo, él optó por buscar una oportunidad en Canarias, algo que, por el momento, no le está resultando. Confía en encontrar trabajo cuando la crisis sanitaria termine, poder recibir formación y quedarse a vivir en la Isla, pero reconoce que también tiene en mente el plan B de su amigo.

Minutos antes de hablar con el DIARIO, Sheikh se sentaba en la acera con un móvil en la oreja. Con ciertas dificultades para entender lo que le decían al otro lado del teléfono, el joven mantenía una charla con su madre, que mostraba preocupación por cómo se encontraba. Una vez terminada la llamada, se incorpora al grupo y relata su experiencia. “No quiero más Montañeta”, dice aterrado. Asegura que su estancia en el recurso habilitado en Garachico para atender a medio centenar de inmigrantes llegados a las Islas no fue positiva, afirmación que ratifican, asintiendo con la cabeza, sus compañeros. Según explican, “el mismo agua para la ducha era para beber”, refiriéndose a que empleaban el mismo grifo tanto para asearse como para saciar su sed. Más de una noche aseveran haber pasado “frío”, y lamentan, además, que a su juicio “perdimos el tiempo”, puesto que “solo un día” acudió al recinto una profesora para impartirles clases de español, formación interrumpida al decretarse el estado de alarma y que a los 25 les gustaría recibir para adaptarse más fácilmente.

Guinea, Sierra Leona, Gambia, Senegal o Costa de Marfil son algunas de las nacionalidades del grupo que durmió anoche a ras de suelo en las inmediaciones del Pancho Camurria, tras ocho meses en La Montañeta. Habían oído hablar, según cuentan, del pabellón deportivo, donde confluyen muchos sintecho debido a la falta de infraestructuras para satisfacer la amplia demanda, intensificada por la crisis sanitaria. Por tanto, dado que ya no podían seguirse quedando en el recurso de Cruz Roja, señalaron el enclave de la capital tinerfeña como siguiente parada en una tortuosa batalla por ganarse la vida. Y allí, explican, les dejaron los trabajadores de la entidad. A su suerte, con una mano delante y otra detrás. Empezando desde cero.

PROBLEMA DE FONDO

Lo ocurrido a estos 25 africanos no se trata, ni de lejos, de una situación puntual. Ya a principios de mes saltaban a la palestra las imágenes de la conocida como nave de la vergüenza; instantáneas en las que se podía observar cómo otros 42 inmigrantes llegados en cayuco pasaron la noche en una nave industrial en desuso de Las Palmas, en el suelo y sin poder ducharse. Unas deplorables condiciones que el presidente del Gobierno canario, Ángel Víctor Torres, tildó de “drama humanitario”, al tiempo que lamentó que se hubiera actuado de tal manera.

Es por ello que, en coordinación con la ministra isleña Carolina Darias, titular de Política Territorial y Función Pública, el jefe del Ejecutivo canario pidió que se incorporara al orden del día de la próxima cumbre bilateral Canarias-Estado, a celebrarse próximamente, la migración, como uno de los temas a abordar entre ambas administraciones. En este sentido, es importante recordar que, a raíz del bloqueo del Estrecho, se ha incrementado el número de pateras que arriban a las Islas. En concreto, según el Ministerio del Interior, en 2019 llegaron hasta 2.644 personas, un 108% más que el año anterior.

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