
Cruz Roja alerta de las bolsas de pobreza en el sur de Tenerife, una realidad “nunca vista hasta ahora”. La pandemia de coronavirus ha sacado a la luz la precaria situación de numerosas familias, tanto nacionales como inmigrantes, que dependían en la mayoría de casos de la economía sumergida y que, de la noche a la mañana, se han quedado sin nada.
La organización humanitaria ha atendido en los últimos tres meses a 2.500 nuevas familias, a las que ha entregado 5.000 ayudas en los municipios de Arona, Granadilla, San Miguel, Arico y
Vilaflor, el mismo número de atenciones que presta en un año, según confirmó a DIARIO DE AVISOS, José Luis Camisón, coordinador de Cruz Roja en la comarca de Abona.
“La situación que hemos vivido en el último trimestre nunca la habíamos visto, hemos pasado por crisis anteriores, pero jamás habíamos recibido tantas peticiones, hasta el punto de registrar 200 demandas diarias a través del teléfono, correo electrónico y nuestra página web desde los cinco municipios que atendemos. Muchos los afrontábamos y otros los derivábamos a los Servicios Sociales de los ayuntamientos. Durante mes y medio nos hemos ocupado de repartir alimentos, medicamentos y productos de higiene personal y para el hogar a una media de 100 familias cada jornada, algo sin precedentes”, explicó Camisón. La cifra de hogares atendidos actualmente ronda el medio centenar.
Casi la mitad de las familias asistidas (más de 1.200) entre marzo y la primera semana de junio residen en Arona, el municipio más poblado del Sur. “En El Fraile no hay calle donde no haya entrado una ayuda de Cruz Roja, en todas hemos repartido alimentos”, aseguró. Le sigue Granadilla, con 920 familias, muchas de ellas okupas, especialmente en San Isidro, donde “cuando vamos a entregar una caja con comida, salen de una misma casa 20 o 25 personas, que viven juntas sin tener lazos familiares y sin estar empadronadas”. San Miguel, con 140 familias, Arico (33) y Vilaflor (9), “donde nunca habíamos entregado nada”, completan los repartos.

El coordinador de Cruz Roja en Abona destacó que hasta la puerta de la ONG en el Sur están tocando determinadas comunidades, como la filipina y la china, que hasta hoy “vivían en silencio”, sin verse como ahora con la soga al cuello, aunque afirmó que la gran mayoría de demandantes siguen siendo inmigrantes procedentes de América y África. “Venezolanos, colombianos… no queda una nacionalidad sudamericana que no hayamos atendido y lo mismo ocurre con todos los países del área subsahariana. En total más de 100 nacionalidades distintas”. Tres de cada cuatro ayudas que reparte la organización tienen como destinatarios inmigrantes –en muchos casos no están empadronados-, segmento de población más desprotegido que los residentes nacionales, por cuanto estos cuentan, en la gran mayoría de los casos, con el apoyo de las administraciones públicas.
Además de quienes se han quedado sin nada y se han visto obligados a recurrir por primera vez a los servicios sociales de los ayuntamientos o a ONG como Cruz Roja o Cáritas, la pandemia del coronavirus y el cero turístico agravan la situación de los colectivos más desfavorecidos, ahora todavía más vulnerables y en una situación extrema. Numerosas personas han sufrido un ERTE o directamente se han quedado sin ingresos porque se dedicaban a la economía sumergida y, de repente, quién se los iba a decir, se han visto obligados a pedir ayuda por primera vez a las administraciones o a las entidades sociales. “Muchas familias nos llaman y nos preguntan qué tienen que hacer porque no saben cuándo volverán a cobrar y solo tienen comida para tres días. Esa primera vez es un proceso muy duro, es un trámite que suele dar vergüenza”.
Cruz Roja, que esta misma semana ha comenzado a entregar tarjetas de 50 y 100 euros para adquirir productos perecederos (carne y pescado, fundamentalmente) en los supermercados, gestiona, además, el albergue provisional habilitado en el pabellón de Los Cristianos para las personas sin hogar desde que se declaró el estado de alarma y el camping de El Médano (Granadilla), que llegó a acoger a una docena de personas y que hoy cerrará sus puertas después de trasladar a los últimos dos ciudadanos a otros recursos y un tercero regresar a Italia, su país de procedencia.
En el caso del polideportivo aronero, permanecen 20 usuarios, enviados hasta allí por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Arona, que financia este recurso, atendidos por enfermeros, técnicos y trabajadores sociales. En este lugar se les proporciona cama, comida y ocio. “Algunos usuarios que llegaron al principio han encontrado un puesto de trabajo y han salido del albergue, ahora se pagan una habitación”, indicó Camisón.

Paralelamente, Cruz Roja se ocupa de repartir diariamente un centenar de desayunos, almuerzos y cenas a otras tantas personas sin techo que duermen en playas, cuevas y edificios abandonados. La Unidad Móvil de Emergencia Social sale todos los días a su rescate. Empezó atendiendo a 40 usuarios y la cifra no ha parado de crecer hasta alcanzar la centena. Los Cristianos, El Fraile y Las Galletas son los puntos de reparto. Precisamente, la próxima semana está previsto que el Patronato de Servicios Sociales de Arona firme la renovación del convenio hasta final de año.
familia marroquí
José Luis Camisón subrayó la lección de solidaridad ciudadana que aflora ante la adversidad económica actual. “La gente ayuda con lo que tiene”, afirmó, y puso como ejemplo el caso de un matrimonio marroquí, con dos niños residentes en Granadilla que le ha marcado. “Se pusieron en contacto con nosotros para pedirnos una ayuda porque se quedaron sin alimentos. Les entregamos una caja con comida y artículos de higiene, y al mes siguiente cuando cobraron un dinero, supongo que del ERTE porque los dos trabajaban, nos volvieron a llamar para pedirnos el número de cuenta donde poder ingresar un donativo de 100 euros para ayudar a otra familia en la misma situación por la que ellos habían pasado. Es un gran ejemplo que dice mucho de la calidad humana de estas personas”.