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La Laguna vive el día grande del Cristo desde la intimidad de su Santuario

Las medidas sanitarias contra la COVID-19 obligan a eliminar procesiones y actos, en el día más importante de las fiestas, y reducirlos a una misa en el templo, con aforo reducido
Un momento de la celebración eucarística de ayer en el real santuario del Cristo, con aforo reducido, ayer. / DA
Un momento de la celebración eucarística de ayer en el real santuario del Cristo, con aforo reducido, ayer. / DA
Un momento de la celebración eucarística de ayer en el real santuario del Cristo, con aforo reducido, ayer. / DA

El Cristo de La Laguna vivía ayer, como cada 14 de septiembre, el día grande de sus fiestas, una tradicional jornada de celebraciones eucarísticas, tanto en la catedral como en el santuario, así como de reencuentro de los fieles con la santa imagen por las calles del casco de La Laguna, y que culmina con la conocida exhibición pirotécnica de los Fuegos del Risco.

Sin embargo, las medidas sanitarias y de seguridad impuestas desde el Gobierno para evitar la propagación de la COVID-19 obligaron a reducir los actos en homenaje al Cristo de La Laguna a la intimidad de su santuario, celebrándose tan solo una misa, con aforo reducido, que pudo verse en directo a través de la televisión y de las redes sociales.

La jornada, en la que el buen tiempo acompañó, arrancó poco antes de las 11.00 horas con la recepción, en el atrio del real santuario, del representante del Rey de España que, en esta ocasión, recayó en el presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos, quien aseguró que “como lagunero, es un honor y un privilegio poder representar en un día como hoy al jefe del Estado”, y tuvo palabras de recuerdo para las personas que han perdido la vida como consecuencia de la pandemia y para sus familias. “Espero que pronto podamos tener un remedio médico que poco a poco nos devuelva a la normalidad de las relaciones personales. Mientras tanto, toca ser responsables, cumplir con las normas e intentar convivir lo mejor que se pueda en estas circunstancias”, señaló.

La recepción contó también con la presencia de representantes de la Delegación del Gobierno, del Gobierno de Canarias, Cabildo de Tenerife, con su presidente, Pedro Martín, al frente, el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, así como miembros de la Corporación local, el esclavo mayor de la Esclavitud del Cristo de La Laguna, Francisco Doblas González de Aledo, y representantes del estamento militar, que también accedieron posteriormente a la misa.

Luis Yeray Gutiérrez calificó la jornada como “uno de los días más importantes de la ciudad, que vive unas fiestas muy emotivas y adaptadas a los protocolos sanitarios”, y animó a la ciudadanía a mirar el futuro de manera positiva. “Juntos y unidos podemos salir adelante”, indicó el regidor municipal, quien aseguró que desde el Consistorio “vamos a trabajar desde ya para tener el próximo año las fiestas que merece La Laguna”.

Mientras, el esclavo mayor aseguró que, “dentro de la tristeza y de las restricciones, que han supuesto que no haya podido venir la mayoría del pueblo de La Laguna, de Tenerife y de Canarias, en general, también nos sentimos alegres por haberlo podido celebrar, por no haber dejado que este día pasar inadvertido en toda Canarias”, y agradeció a los medios y al Ayuntamiento “por ayudarnos a difundir esta celebración para que llegara a todo el Archipiélago”.

Homilía

Cumplimentado con los honores correspondientes, Gustavo Matos recibió el bastón de la Esclavitud del Cristo y se dirigió al templo, en cuya puerta le esperaba el obispo, Bernardo Álvarez. En la homilía, el obispo recordó el origen de la fiesta de la exaltación de la santa Cruz, símbolo para expresar la salvación de Cristo, es decir, “el triunfo de la cruz, signo e instrumento de nuestra salvación”.

“Resulta extraño exaltar la cruz porque es un signo negativo, es el suplicio más infame al que se podía someter a una persona”, continuó Álvarez. En cambio, los cristianos celebran su gloria porque “Cristo entregó su vida en la cruz, por lo tanto, la cruz clama el amor infinito de Jesús, y adquiere un valor positivo, y la exaltamos como el signo del amor”, apuntó.

“¿Dónde está Dios en medio de la pandemia? Allí dónde hay una persona contagiada, donde hay un médico o un enfermero, allí donde hay gente trabajando para frenar la pandemia, en las autoridades, voluntarios, y cuerpos y fuerzas de seguridad. Ahí está el Señor, animando, alentando, a todos para que con ayuda de su gracia salgamos adelante. Por eso vamos a pedir por todas esas personas que están haciendo posible esta lucha contra la pandemia, para que el Señor les de fortaleza, paciencia, y que no se contagien y puedan seguir cuidando a los demás, y por las personas mayores, que están confinadas en una situación muy difícil, son tantas las situaciones que se están generando… ¿Y dónde está Dios? Ahí, sufriendo con los que sufren y trabajando con los que trabajan”, concluyó el obispo.

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