
Cuando Nieves, la costurera palmera, comenzó a vivir en Vence, esta calle solo era una senda, un camino, serpenteada cuando apenas apenas había media docena de casas, allá por 1961 cuando se casó con Celso. A finales de siglo las casas ya alcanzaban el medio centenar y veinte años después, tras un largo parón por la crisis económica de 2008 -muchos proyectos se quedaron sin terminar- los albores de la recuperación, incluso desafiando a la pandemia, han hecho que casi un centenar de viviendas se hayan construido al borde de camino. Vence es sin discusión la calle con más construcción en los tres últimos años en Candelaria, e incluso hay quien dice que se han dado más licencias de obra mayor ahí en los dos últimos años que en un municipio como Arona.
Vence, antes denominada La Crucita, comenzó siendo una senda que unía el pueblo de Las Cuevecitas con la carretera vieja o carretera del Sur (TF-28), hasta que en los noventa, con la llegada del asfalto -que solo se ha parcheado desde entonces- se convirtió en calle, con la numeración de las viviendas y la aparición de las aceras, sin que el anunciado alcantarillado (2001) haya llegado aún.
La construcción de la carretera Los Peneras en la década de los setenta, que une Araya, Las Cuevecitas y Malpaís, también aumentó el tráfico en Vence, pero su asfalto sigue siendo un campo de minas, entre otras razones, por las continúas fugas de la obsoleta red de agua potable que forman pequeñas grietas que terminan convirtiéndose en socavones que hay que esquivar a diario. El asfalto y la red de agua sigue siendo el mismo de hace veinte años, cuando habían 50 viviendas y hoy hay más de cien. En 1972 llegó el alumbrado público y hace poco la banda ancha de telefonía.

Sin embargo, pese a esas claras deficiencias que los vecinos han denunciado sin ser atendidos -por ahora- Vence se ha convertido hoy, como ya ocurrió a finales de los noventa -cuando ya se construían una media de 400 viviendas al año en el municipio- ,en el objeto del deseo de mucha gente, casi todos de fuera de Candelaria, que llegaban con el ánimo de gozar de la posibilidad de vivir fuera de las cuatros paredes de un piso -y más ahora tras el confinamiento sufrido- del tráfico urbano y disfrutar además incluso de una pequeña huerta en la mayoría de las ocasiones, cuando el suelo era urbano a borde de camino, con parcelas mínimas para construir de 500 metros cuadrados.
Una demanda que se demuestra con el incremento considerable del precio del metro cuadrado del suelo. Hace veinte años costaba 4.500 pesetas, mientras que hoy supera los 100 euros, en todas aquellas parcelas que dispongan de 15 metros de frente y unos de 230 de fondos.
Pero, además, la autoconstrucción ha dejado paso a obras que promocionan inmobiliarias o constructoras, que se están haciendo con todos los terrenos urbanos que aún quedan en Vence, una calle de unos 900 metros que va desde la TF-28 (Carretera del Sur) a la TF-247 (Carretera de los Peneras).
No es extraño, por tanto, que Vence acumule la mayoría de las 24 licencias de obras mayores que se han dado en Candelaria en este año, entre otros motivos por la segregación realizada por un particular que heredó casi la mitad de la calle, aunque todavía hay propietarios de parcelas libres que se resisten a vender, aunque le hayan prometido hasta una piscina gratis.