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La “fábrica de personas” recuerda a ‘El Mae’

Alumnos y exalumnos de la Escuela Montessori homenajean al maestro Antonio Castro, creador de un centro educativo en el que los niños y los valores son los protagonistas
La Escuela Montessori es laica y pertenece a la red de Escuelas Asociadas de la Unesco. Fran Pallero
La Escuela Montessori es laica y pertenece a la red de Escuelas Asociadas de la Unesco. Fran Pallero
La Escuela Montessori es laica y pertenece a la red de Escuelas Asociadas de la Unesco. Fran Pallero

Siete años después del fallecimiento de José Antonio Castro Álvarez, la Escuela Montessori mantiene vigentes las ideas de este maestro revolucionario que aplicó un modelo educativo diferente en el que ponía en el centro a las personas y sus valores. Así, profesores, exalumnos y alumnos dedicaron la semana pasada una jornada de recuerdo a la figura de El Mae, como así era conocido este docente.

Fue exactamente el pasado viernes 29 de enero cuando se cumplía un año de la muerte de El Mae, y en su Escuela, ubicada en la calle Emilio Calzadilla, dedicaron la jornada a su recuerdo. Como cada año, el aniversario del fallecimiento de José Antonio Castro Álvarez se convierte en un día emotivo para el profesorado, que en muchos casos tuvo la “fortuna” de haberle tenido como maestro.

Ese es el caso de Cristo, la directora del Colegio Montessori, quien solo tenía palabras de cariño y agradecimiento tras haberse formado en un centro fuera de lo común. Ella relataba cómo el propósito original, el de formar “personas”, sigue siendo la guía a la hora de educar en la Escuela.

Y es que, inspirado en el método de la italiana María Montessori, El Mae creó un espacio ordenado, estético, simple y real en el que los niños pueden ser libres, siempre dentro de unos límites claros y bajo la supervisión de los maestros.

Hasta en la estética del Montessori puede verse impregnada esa filosofía. Cada aula es distinta en formas, colores y tamaños. En el patio, de estilo canario, llama la atención la escalera de caracol y en las paredes cuelgan las fotografías de El Mae y su esposa, Nieves Díaz, así como otras imágenes y figuras que cuentan la historia de ese recinto.

Lugares acogedores que se convierten en un hogar para los 294 niños matriculados en esta Escuela y que se reparten en los niveles que van desde primero de Infantil hasta cuarto de la E.S.O. Además, este centro Privado-Concertado pertenece a la red de Escuelas Asociadas de la Unesco, lo que implica la promoción de aspectos relacionados con la cultura, la paz, los derechos humanos, la igualdad entre las personas y el medio ambiente.

La bandera republicana, colocada sobre una de las estanterías, o las palabras “Institución Laica de Enseñanza” recuerdan también los orígenes de José Antonio Castro Álvarez, quien tuvo la valentía de idear durante el franquismo una institución laica y donde se fomentara la mentalidad “crítica”, algo revolucionario por aquel entonces.

SUS ALUMNOS

A la entrada del Colegio Montessori una pancarta en agradecimiento a El Mae ya informaba del aniversario de su fallecimiento. No sería la única imagen que en su recuerdo adornaba la Escuela, ya que los actuales alumnos habían realizado varios dibujos durante la semana. “El muelle de Santa Cruz”, podía leerse en una de las pancartas hecha por una niña de Infantil y en la que se veía el océano, el Puerto de Santa Cruz y un barco.

“Me siento muy bien porque hoy hemos salido al muelle”, contaba la pequeña de apenas cuatro años, quien explicó que El Mae “cada día, cuando se levantaba, visitaba el muelle de Santa Cruz”. José Antonio Castro Álvarez tenía una gran vinculación con los barcos y en una vitrina de la Escuela puede verse un navío de vela de grandes dimensiones.

En la visita escolar al Puerto de Santa Cruz, los alumnos también recitaron las Nanas de la cebolla, del poeta republicano Miguel Hernández, que se habían aprendido de memoria para la ocasión: “Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca”, decía de memoria una de las pequeñas de Infantil.

En los pasillos del Montessori aún suena la música clásica, porque para él la música en la Escuela era una forma de incentivar el conocimiento y transmitir a los alumnos que allí se acude con un “propósito”.

Algo que aprendieron alumnas como la escritora Pilar Gil-Roldán Trujillo, que formó parte de la primera promoción del Montessori. Gil-Roldán fue invitada la semana pasada a la radio del colegio, donde los alumnos de cuarto de la E.S.O. la entrevistaron en la radio escolar para conocer cómo fue su experiencia en los inicios de la Escuela.

También dentro del Montessori, el homenaje de los niños de Primaria consistía en ver el documental El Maestro, en el que José Antonio Castro Álvarez explica los propósitos con los que fundó su “fábrica de personas” y cómo fue aplicar los valores en los que creía en sus inicios, cuando aún vivía el franquismo: “Las ideas nuestras en aquella época eran europeizantes”, relataba.

Y no solo se refería a la libertad de pensamiento, sino que su visión era un centro abierto, con grandes ventanas y donde los estudiantes se mezclaran entre pasillos. Además, ideó un centro alejado de la “frialdad” de los “macrocentros” para 800 o 900 alumnos que a partir de aquella época se construyeron: “A mí me parecen cárceles”, criticaba, contrario de un modelo que a su juicio impide tratar como se merece a cada alumno.

Una enseñanza basada en la solidaridad, la paz y el respeto mutuo

José Antonio Castro Álvarez (1928-2014), nacido en el Puerto de la Cruz en 1928, era hijo del exalcalde republicano de Santa Cruz de Tenerife, Sebastián Castro. Su padre fue encarcelado en la prisión militar Fyffes por sus ideas opuestas al régimen franquista.

En 1999 donó a la ciudad de Santa Cruz el monumento La ida, de María Belén Morales, “a la memoria de quienes sufrieron persecución, cárcel y muerte en el penal de Fyffes (1936-1942)”. Una obra que puede verse en el comienzo de la Rambla de Santa Cruz.

Desde 1960, clandestinamente, y desde 1964 de forma oficial, Castro fue maestro, fundador y director de la Escuela Montessori. Una labor que realizó junto a su esposa Nieves Díaz, conocida como La Seño y fallecida en 2018.

Lejos de impartir únicamente contenidos, basaron la docencia en inculcar valores como la solidaridad, la paz y el respeto mutuo.

 

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