
MiradasDoc, el Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora, se celebra hasta el sábado, 6 de marzo. Quienes hacen posible cada año el encuentro con el cine de realidad en el municipio sureño han tenido que enfrentarse en esta edición, la decimocuarta, a la complejidad de un tiempo marcado por la pandemia. Sin embargo, en medio de las restricciones, la distancia social y los protocolos de seguridad sanitaria, han logrado que vuelva a ser posible esa ceremonia íntima de sentarse en una butaca y contemplar las historias que muestra una pantalla grande. Relatos más lejanos o más próximos, depende, pero siempre historias que dialogan con todos nosotros.
-Primer MiradasDoc en tiempos de pandemia y también el primero en el que asume su dirección en solitario, tras ser designado Alejandro Krawietz director insular de Cultura.
“He participado en MiradasDoc desde la primera edición, por lo que dirigirlo no me pilla descolocado. No obstante, aunque excepto Alejandro prácticamente todo el equipo se mantiene, la COVID-19 nos hizo replantearnos muchas cosas. MiradasDoc este año se hace de manera híbrida, pero hemos conseguido que la parte de festival continúe siendo presencial. La gente puede asistir a una sala de cine, contemplar una película y dialogar con el director, la directora o los protagonistas de ese film. Esa es la magia de un festival. Por otro lado, nuestro mercado reúne hoy a importantes televisiones, distribuidoras, festivales de todo el mundo… Eso hacía muy complejo hacerlo presencial. El mercado de MiradasDoc ha dado un paso adelante y se relaciona con los grandes decisions makers, con festivales como Cannes o Sundance, o los más importantes de cine documental, como IDFA (Holanda), Vision du Réel (Suiza), DocsMx (México)… y también con muchas televisiones. En definitiva, aunque sea online, este año tenemos un panel muy potente”.
-La distancia social es hoy una prescripción sanitaria. ¿El cine documental es más imprescindible que nunca, al acercarnos a otras realidades y propiciar una reflexión conjunta?
“Sí. Con el cine de realidad viajamos a esos lugares a los que hoy no podemos ir y conocemos muchas historias que están sucediendo en el mundo. Por lo general, los documentalistas proponen una reflexión a través de sus obras y, en ocasiones, una revisión de cuestiones que siempre nos hemos planteado de una manera determinada. Eso nos acerca a otras realidades con un lenguaje cinematográfico que, al menos el que programamos en MiradasDoc, es muy cuidado. Toda esa poética, ese cine a menudo observacional, hace que tengamos películas muy importantes a nivel visual, pero también con una crítica de fondo a lo que sucede en el mundo”.
-Durante nueve días se van a poder contemplar más de 40 películas de diferentes partes del planeta. ¿Cómo es, a grandes rasgos, el proceso de selección?
“Siempre es difícil. A lo largo del año recibimos 600 o 700 documentales, más los que nos envían o vemos en diferentes festivales. Hay un comité de evaluación previa, conformado por cuatro personas, que durante tres o cuatro meses visiona todas estas películas. De ahí surge una primera selección, a partir de la que otras cuatro personas terminan de decidir cuáles participarán en MiradasDoc. Es un proceso con discusiones muy complejas, en las que se argumenta por qué una película estará en el festival y otra no. No es sencillo”.
-¿Y cuál es, si lo hay, el hilo conductor, la idea que conecta esa diversidad de trabajos?
“En lo que tiene que ver con la temática y con lo narrativo, MiradasDoc presta mucha atención a las pequeñas historias que suceden en el mundo, a relatos íntimos de personajes, a pinceladas de personas que viven aisladas y que, si en apariencia sus vidas no pueden ser más normales, al profundizar se descubren muchas otras cosas. En esa mirada, y también en la revisión de relatos más grandes, que habíamos contemplado quizás desde una única perspectiva y ahora se les ha dado una vuelta, basamos nuestra selección”.
-MiradasDoc rinde homenaje a Gianfranco Rosi y le otorga el premio Mirada Personal. ¿De qué manera presentaría a este cineasta y cómo describiría su aportación al cine documental?
“Gianfranco Rosi es uno de los grandes. Ha obtenido premios en festivales como Venecia, Berlín o Sundance. Su obra ha sido reconocida en todo el mundo, en citas cinematográficas en las que generalmente se premia a las películas de ficción. Ya esto dice mucho en favor de su trayectoria. Gianfranco Rosi trabaja muy bien la fotografía, sus películas poseen una riqueza visual increíble, pero además está la investigación previa, un proceso del documental sobre el que no se suele hablar mucho. En el caso de Rosi es algo esencial. Le ocupa muchos años porque siempre busca tener un amplio conocimiento del tema que quiere tratar. Otros aspectos que yo destacaría son el montaje, que es espectacular y, por supuesto, el argumento de sus films, que suele estar relacionado con temas bélicos, con migraciones, con cuestiones muy sociales presentadas de una manera casi pictórica”.
-El mercado de MiradasDoc se adapta a las circunstancias y es online. ¿Cómo ha revertido hasta la fecha este encuentro entre cineastas, productores y distribuidores?
“Estos mercados resultan vitales para la pequeña industria del cine documental. Y digo pequeña porque la ficción, y sobre todo últimamente con las series de televisión, se mueve mucho más. Gracias a iniciativas como el mercado de MiradasDoc se genera un encuentro muy necesario entre quienes programan las películas y quienes las hacen. Los realizadores de documentales suelen centrarse más en la faceta creativa, en hacer su película, y se pierden en un campo tan complejo como el de la distribución. Los mercados hacen posible que los proyectos lleguen a cines, televisiones y plataformas. Y lo hacen con películas terminadas y con obras en proceso de desarrollo. De ahí la importancia de nuestros laboratorios, DocSur, Afrolatam, AniDocs, en los que se trabajan los proyectos y luego son presentados ante ese panel de decisions makers. Gran parte de estas películas han podido obtener financiación y salir adelante gracias a estos encuentros. Es fundamental seguir manteniéndolos y que proyectos que empiezan en MiradasDoc, como 1982 o Entre perro y lobo, se puedan ver finalmente como películas en un festival”.
-La formación es uno de los ejes fundamentales de esta iniciativa. ¿De qué modo conciben esa educación de la mirada en la búsqueda de nuevos públicos?
“Es un trabajo en el que nos hemos implicado mucho. EnseñanDoc pretende que los estudiantes conozcan este otro tipo de lenguaje audiovisual y se reúnan con directores y productores para hablar de él. Pero también es importante la vertiente dedicada a los alumnos de imagen y sonido, que cuentan con propuestas como DocExprés, en la que durante una semana realizan sus propias producciones, o también el Taller de Crítica del Documental Contemporáneo. Otras iniciativas se centran en los profesionales. Por ejemplo, contamos con un taller dedicado al teaser, ese tráiler que resulta esencial para vender una película y es tan complejo de hacer, pues en apenas un minuto o un minuto y medio debes dar la mayor potencialidad posible a tu obra. En esta edición de MiradasDoc trabajamos mucho con películas casi terminadas, junto a montadores con un largo recorrido, que aportan consejos y en ocasiones hacen remontajes de esos documentales junto a sus directores. Por otra parte, desarrollamos con la población de Guía de Isora un proyecto de cohesión social que une a jóvenes y a mayores a través de un documental, Isora, por vía oral, con el que se prentede contribuir a recuperar la memoria de la comunidad”.
-Además de dirigir festivales como MiradasDoc o Ficmec, David Baute es documentalista. Desde esa experiencia, ¿cree que en Canarias hemos evolucionado como espectadores de cine de realidad? ¿Existe un mayor interés por este género que, por ejemplo, hace 10 o 15 años?
“Desde luego. Los espectadores que acuden a los festivales no solo son personas que van por primera vez a ver qué ocurre en ellos, también gente que ha visto mucho cine de este tipo y lo conoce muy bien. Algo parecido ocurre en la parte profesional. Recuerdo que cuando comencé a dirigir mis primeros documentales, a finales de los 90, apenas había dos o tres personas dedicadas a esto. Hoy nos encontramos fácilmente con 30 o 40 realizadores, haciendo películas que además llegan a festivales nacionales e internacionales y ganan premios. Si en algo destaca hoy la industria audiovisual canaria es por el género documental. Y eso en parte se debe a iniciativas como MiradasDoc, donde la gente se forma y puede contemplar este tipo de cine, pero además entra en contacto con profesionales de la industria que nos abren caminos”.
-¿Cuáles son las historias que quiere contar hoy el cineasta David Baute?
“Hemos hecho un documental que dará paso a una película de animación sobre refugiados climáticos, personas que tienen que abandonar el lugar en el que viven debido a la desertificación, a la subida del nivel del mar o a fenómenos atmosféricos constantes. Llevamos ya seis o siete años documentando las historias de varios de nuestros personajes. El documental, Éxodo climático, lo presentamos el pasado octubre en la Seminci de Valladolid y tuvimos la suerte de recibir la Espiga Verde. Estamos empezando a desarrollar la película de animación. Son procesos mayores de producción y confiamos en que en tres años esté terminada”.