granadilla de abona

El mayor barco hospital civil del mundo, un año aislado en Granadilla

Más de un centenar de cooperantes sanitarios del África Mercy, que partirá en junio si nada se tuerce para su campaña solidaria en Senegal, no han podido moverse del puerto de Granadilla por la COVID-19
El África Mercy es un barco-hospital que desarrolla campañas solidarias de operaciones en Senegal / DA

El África Mercy atracó en Tenerife en pleno estado de alarma (31 de marzo) y en esta ocasión eligió el puerto de Granadilla para su tradicional parada técnica anual. Teóricamente iban a ser dos o tres meses, pero la pandemia global -África incluida-, y por ende sus restricciones, le han obligado a pasar más de un año en la Isla, estando previsto que la abandone, si nada se tuerce, a finales de mayo o principios de junio, según dijo a DIARIO DE AVISOS su actual capitán, el holandés Jan Tuinier. Más de un centenar de cooperantes sanitarios, de múltiples nacionalidades (la mayoría norteamericanos), no han podido moverse fuera de la embarcación, salvo pisar el muelle, por las restricciones sanitarias a causa de la pandemia.

El mayor barco hospital civil del mundo llegó hace un año con 239 personas, entre tripulantes, cooperantes y familiares (también viajan niños), pero hoy quedan en torno a 140, porque los restantes terminaron su misión y ahora se está a la espera de que sean reemplazados en la campaña de cooperantes abierta en todo el mundo, según comenta Daniela Cruz, la única cooperante mejicana que lleva cuatro años en el barco, al que llegó porque “me gustaban los cruceros, y esto es lo más parecido a un crucero que encontré”, señala con una sonrisa. Ahora lleva Recursos Humanos y se muestra feliz de pertenecer a una familia “que de manera altruista, hasta pagando por ello, todos hacemos de todo; no por ser médico no hace otras tareas”, dijo mirando a Eliezer Rodrigues, el doctor venezolano que nos mostró orgulloso los cinco quirófanos -ahora resguardados hasta regresar a Senegal- y el laboratorio del África Mercy, que, según él, “nos sitúan como un hospital de primer nivel. Algunos médicos que nos han visitado nos han comentado que en la Isla hay pocos hospitales de este nivel”, relató el doctor, que tiene ganas de volver a África para “atender, sobre todo, todo a niños que ya nos están esperando y a adultos, para intervenciones en malformaciones genéticas, operaciones maxilofaciales, graves quemaduras o cataratas”.

Gerardo Vangioni, director de Naves de Esperanza (Mercy Ships, en inglés), nos recuerda que hay “tres momentos o hitos en el origen de Mercy Ships como ONG de ámbito mundial. Un huracán, el nacimiento de un hijo y un encuentro. Nuestros fundadores, Don y Deyon Stephens, de Texas, se encontraban en una isla del Caribe, realizando tareas de ayuda social, cuando sufrieron los efectos devastadores de un huracán. Allí, en medio de la tragedia, una de las componentes del grupo dice en voz alta, como en una oración: “Qué bueno sería que pudiese venir un barco con ayuda médica y suministros”. Así anida la idea del barco hospital en los corazones de Don y Deyon Stephens.”

Pasan los años y al matrimonio Stephens les nace un hijo con necesidades especiales, según añade Vangioni. La condición de Juan Pablo (así se llama su hijo) reforzó su creencia de que tenían que llevar ayuda a los que no disponían de una atención sanitaria.

Por último, Don se encuentra con Teresa de Calcuta en un viaje a la India. Don comparte con ella sus impresiones acerca de esa visión que había crecido en su corazón y su deseo de servir a los que no tenían acceso a una atención sanitaria básica. Teresa de Calcuta le anima a ponerse en marcha y a buscar un barco.

En 1978, con la ayuda de particulares, empresas y un banco suizo, adquieren un buque de cruceros que iba a ser remozado. Después de mucho trabajo, se convierte en un buque hospital, el Anastasis. “Así comenzó esta labor de llevar salud y esperanza a los más necesitados”, dice Vangioni.

Poco después, llegó el África Mercy, un barco con 40 años, que, según su capitán, Jan Tuinier, “ya empieza a ser viejo, aunque hemos aprovechado la larga parada en Tenerife para hacerle una reparación profunda, con una nueva grúa y tanques de estabilidad, que no estaba prevista inicialmente”.

Quizás por eso pronto saldrá a navegar, en el primer trimestre de 2022, el Global Mercy, que, con 174 metros y 37.000 toneladas, dispondrá de seis quirófanos y alojará a más de 600 voluntarios, uniéndose al África Mercy, que seguirá viniendo a Tenerife, “donde nos han tratado extraordinariamente bien, antes en Santa Cruz y ahora en Granadilla” dijo Gerardo Vangioni.

Naves de Esperanza, de carácter internacional, con 16 sedes en todo el mundo, se subvenciona con las aportaciones de individuos, empresas e instituciones, que realizan bien aportaciones monetarias, bien donativos en materiales y equipamientos, a los que dan nombre los donantes. Así ocurre, por ejemplo, con los quirófanos. Otra manera de subvencionarse es a través de los voluntarios, que no sólo entregan sus habilidades y tiempo para ayudar a otros, sino que además contribuyen con los gastos de su estancia a bordo del buque, donde todo se paga en dólares, disponiendo hasta de un exclusivo Starbucks o una tienda de souvenirs africanos. El barco también cuenta con una escuela y un banco.

“En estos 42 años de existencia hemos visitado 592 puertos en más de 56 naciones, prestando servicios médicos, realizando más de 105.000 cirugías, capacitando a más de 49.000 profesionales de la salud locales y llevando a cabo más de 1.100 proyectos de infraestructuras y desarrollo”, resume Vangioni.

Durante la estancia, que todavía se prolongará por espacio de al menos dos meses, el África Mercy ha donado medicamentos en la lucha contra la COVID-19 a la Cruz Roja, alimentos para ser distribuidos por el Cabildo, y hoy mismo 35 cooperantes -aquellos que están libres de las restricciones sanitarias por su nacionalidad, el resto solo puede bajar al muelle – contribuirán a una limpieza de playa y fondos marinos en El Porís de Abona, iniciativa de Terramare.

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