
“Llevábamos casi un año con el problema, pero los meses de enero y febrero fueron horribles, el ruido y las vibraciones eran insoportables, no podíamos descansar”, asegura Nayra Rojas, portavoz de los vecinos de El Médano afectados por unas molestias que les han impedido conciliar el sueño con normalidad y que han llegado a provocar problemas de ansiedad, especialmente entre la zona de Pelada y Los Balos, donde alrededor de 300 personas se manifestaron hace una semana en una caravana de coches y bicicletas para exigir una solución.
Cansados de que sus denuncias se toparan con la burocracia de las administraciones públicas, alejada de los tiempos de respuesta que demandaban los afectados para averiguar la procedencia de los zumbidos, un grupo de vecinos se puso manos a la obra con la intención de acabar de una vez por todas con la pesadilla sin tener que esperar por estudios de empresas especializadas, informes independientes o nuevas reuniones técnicas y políticas.
Los residentes dirigieron sus sospechas hacia la plataforma petrolífera atracada en el puerto de Granadilla. Después de conocer el nombre de la empresa estadounidense propietaria de la megaestructura Ocean Greatwhite, uno de los vecinos, Mike, descolgó el teléfono, contactó con la sede de la compañía Diamond Offshore Drilling en Houston (Texas) y repitió la frase que se le atribuyó al astronauta Jack Swigert durante el accidentado viaje del Apolo 13: “Houston, tenemos un problema”.
Su interlocutor, el director de operaciones del departamento de Salud, Seguridad y Medio Ambiente de la empresa, le pidió durante la media hora que duró la conversación “miles de detalles” acerca de las anomalías detectadas por los vecinos, explicó a este periódico Nayra Rojas, que reveló que el directivo les transmitió su extrañeza porque no se le había notificado ninguna incidencia.
“Nos dijo que contactaría de inmediato con el responsable de la plataforma para recabar toda la información y una hora después nos llamó para decirnos que a él tampoco le había llegado ninguna queja”, señaló Rojas. A partir de ahí la empresa activó un protocolo específico para estos casos consistente en realizar mediciones hasta localizar la maquinaria que podría generar las vibraciones y los ruidos en la costa granadillera.
Un par de días después, la compañía contactó desde Houston con el vecino para informarle que los ingenieros de la plataforma habían realizado cambios en los motores y solicitarle la confirmación de la desaparición de las molestias entre los residentes. “Llevamos, por fin, una semana durmiendo como hacía bastante tiempo, las vibraciones han desaparecido”, certificó la portavoz vecinal, que agradeció la rápida respuesta de la compañía, pero no ocultó su decepción por la “desidia de quienes debían resolver un problema del que ni siquiera se quejaron”. “¿Cómo es posible que todas las autoridades implicadas hayan permitido durante tanto tiempo poner en peligro la salud de tanta gente?”, se preguntó.
Los vecinos rechazan que se realice ahora “deprisa y corriendo” un estudio de medición en sus casas, que inicialmente estaba previsto para mañana, tal como les comunicó el Ayuntamiento y una empresa especializada por encargo de la Autoridad Portuaria “sin saber en qué consiste”, por lo que piden que se les notifique por escrito el protocolo de actuación antes de acceder a las viviendas. “Ahora es cuando menos prisa tenemos porque el problema lo hemos solucionado”, insisten.
Los vecinos quieren que se elabore un protocolo de seguridad y salud “rápido y eficaz”, mientras se preguntan qué pasará cuando lleguen tres o cuatro plataformas petrolíferas más y cómo no se detectan este tipo de anomalías en el puerto de Granadilla. Por ello proponen la creación de una estación medidora que permita conocer en tiempo real a los ciudadanos, vía telemática, cualquier contratiempo de estas características que se produzca en la instalación portuaria.
El Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria mantuvieron a principios de abril una reunión en la que, según explicó el alcalde, José Domingo Regalado, la Autoridad Portuaria se comprometió a realizar un estudio sobre las vibraciones. Además, el propio Ayuntamiento anunció que, paralelamente, encargaría un informe independiente para determinar las causas y encontrar una solución. Pero apareció Mike, que descolgó el teléfono y lo arregló. Hoy prefiere guardar silencio. Houston tiene un problema menos y las redes claman Mike for president.