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Carlos, 13 días en la UVI con COVID-19: “Me armé de valor para luchar y salir de allí por mi familia”

El icodense, que aún desconoce dónde y cuándo contrajo el virus, reconoce a DIARIO DE AVISOS que "era un muerto viviente que dependía de las enfermeras y los médicos", y agradece enormemente la labor del personal sanitario del HUC
Carlos, que ya está recuperado del virus, recibió la primera dosis de la vacuna esta misma semana. | DA

Carlos, de 69 años, desconoce en qué momento se contagió de coronavirus. Intentaba mantener una rutina dentro de la nueva normalidad, respetando todas y cada una de las medidas sanitarias decretadas por las autoridades. No fuma ni bebe, practica ejercicio físico con regularidad y suele realizarse una analítica general cada seis meses. Y aún, hoy en día, después de más de un mes de sentir el auténtico terror al virus que ha paralizado el planeta, ignora el cómo y el dónde.

A comienzos de abril, su mujer y él dieron positivo en COVID-19, pero fue el tinerfeño, residente en la localidad de Icod de los Vinos, quien tuvo que ser trasladado en una ambulancia del Servicio de Urgencias Canario al Hospital Universitario de Canarias (HUC). “Me ingresaron en la UVI con una neumonía por SARS-CoV-2 con insuficiencia respiratoria aguda”, explica a este periódico el afectado, que afortunadamente ya se encuentra recuperado y sin secuelas aparentes. Allí permaneció 13 días intubado con oxígeno “en una situación crítica y delicada”. “A lo largo de mi vida, he sufrido algún que otro accidente de tráfico, pero nunca me he enfrentado a algo así; esto era diferente”. Afirma que sintió miedo a la incertidumbre, pero “me armé de valor para luchar y salir de allí por mi familia, por mis seres queridos”.

En plena recuperación mediante sesiones de fisioterapia -realizó esta entrevista minutos después de acudir a una de ellas-, el icodense valora muy positivamente la atención recibida por parte de los profesionales del HUC: “Siento un agradecimiento total por las personas que me asistieron; me trataron de forma humana y profesional”. Incluso, en tono jocoso, reconoce que “yo era una especie de muerto viviente que dependía de las enfermeras y los médicos”. “Intentaban bromear conmigo para que estuviese más relajado y, además, tenían pequeños detalles que para mí fueron especiales”. La mujer de Carlos, que padeció la enfermedad sola en su vivienda con una sintomatología leve, recibía cada día la llamada del equipo médico que atendía a su marido en el citado complejo hospitalario. “Intenté dar continuamente las gracias al personal porque, para mí, el factor humano es importantísimo”, agrega.

Ahora, a tan solo dos días de haber recibido la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19, se muestra optimista y admite que, con todo lo que soportó en la UVI, “esto fue una especie de caricia”. “Ni me di cuenta de que me habían pinchado”, dice entre risas.

En alusión a las aglomeraciones y fiestas sin medidas anti-COVID que han trascendido a los medios de comunicación durante las últimas semanas, afirma con rotundidad que “la ignorancia es muy atrevida, sobre todo cuando uno es joven”. Indica que “no ver al bicho” no significa que nunca vaya a contagiar o que se haya ido. “Tenemos que continuar siendo prudentes y seguir las recomendaciones sanitarias que, después de más de un año de pandemia, ya sabemos que son sota, caballo y rey, es decir, utilizar mascarillas, mantener la distancia social mínima de un metro y medio y lavarnos continuamente las manos”. Pide a la población que evite bajar la guardia porque el coronavirus “continúa entre nosotros”. “Y lo sabemos porque cada día sigue muriendo gente”, concluye.

Carlos es otro de los canarios que, desde marzo del año pasado, engrosa una lista que parece haberse convertido para muchos en una cifra fría, gélida e incluso indiferente. Una especie de lastre por el que asoma una insolidaridad camuflada de falsa libertad. Lo que muchos aún desconocen es que, como Carlos, su mujer y su familia, el virus no entraba en sus planes, pero sucedió. Y a día de hoy, tan solo podemos aprender de testimonios como el suyo que, en plena campaña de vacunación, incita una vez más a la responsabilidad individual, la de todos.

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