La iniciativa partió de un grupo de trabajadores del área de Obras y Servicios Municipales, que sin querer o queriendo, decidieron que el antiguo convento de Santo Domingo, el edificio anexo del Ayuntamiento portuense, donde se ubican varias dependencias municipales, volviera a tener una cruz.
No es una cruz cualquiera. Está tallada con madera de tea sobrante de las obras de demolición del antiguo parque San Francisco, un símbolo de la ciudad. Fue bendecida el viernes en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia con la asistencia de una amplia representación del personal y ayer, durante la ceremonia religiosa con motivo del Día de la Cruz, el cura párroco volvió a destacar el gesto de homenajear a la patrona de la ciudad y al mismo tiempo, expresar a través de esta obra su agradecimiento a todas las personas que han dado lo mejor de sí para combatir la pandemia y recordar a los fallecidos.
La actual situación sanitaria no impidió que los portuenses celebraran el día de su patrona de una manera diferente, pero respetando todas las medidas de seguridad para impedir cualquier tipo de aglomeración en torno a capillas y cruces.
Como novedad, el Ayuntamiento encargó la elaboración de cinco cruces de tres metros en las entradas de la ciudad (Punta Brava, Las Dehesas, La Vera, San Antonio y El Botánico) y otra en el muelle para simbolizar el acceso por mar.
Las asociaciones vecinales están cerradas debido a la Covid-19 y solo pudieron hacer su cruz aquellas que se la llevaron a casa. La Ranilla Espacio Artesano a tampoco pudo organizar en la calle Mequinez la tradicional muestra de maderos de los distintos colectivos de la ciudad. Sin embargo, no ha quedado vacía, cerca de media docena de cruces recicladas con diferentes materiales tales como pompones de lana, papel y gomaeva, se expusieron a la vista del público, incluida una con la llave fundacional de la ciudad.
Efectivos de la Policía Nacional vigilaron que las normas se cumplieran, dado que al ser día festivo, muchos aprovecharon el buen tiempo para pasear y darse un baño. Esta fue la imagen que más común, la de jóvenes y familias caminando hacia playa Jardín, San Telmo y el muelle.
A primera hora de la mañana, el alcalde, Marco González, y varios concejales de la Corporación municipal participaron de una ofrenda floral en el Templete del Peñón del Fraile, amenizada por la Banda de música de Puerto de la Cruz. Posteriormente, se celebró la misa en honor a la Cruz de Plata del siglo XVII, a la que siguió a mediodía la tradicional traca, que se recuperó para rememorar todas las historias y leyendas que reviven en la memoria de los portuenses cada 3 de mayo en torno a cruces y capillas.
Las capillas de las calles El Sol y El Medio Arriba, en Los Realejos, lucen sus mejores galas para honrar al santo madero
Con menos público que años anteriores pero con las mismas ganas y devoción, las capillas de la calle El Sol (izq.) y la calle El Medio Arriba (der.) lucieron ayer sus mejores galas para honrar a la cruz, un día muy esperado por los realejeros, aunque abrieron sus puertas desde el domingo para que los vecinos pudieran verlas con todas las medidas de seguridad exigidas por la pandemia. A quienes no pudieron hacerlo de manera presencial, las redes sociales del Ayuntamiento acercaron de manera virtual todas las que se elaboraron en el municipio, incluidas las 93 de la Cruz Santa. El año pasado la Covid-19 impidió disfrutar a los realejeros del 3 de mayo, un día que culmina con un espectáculo de luces y colores en el cielo que ayer volvió a brillar. Fue el momento más esperado de la jornada y la mayoría pudo verlo por redes sociales. El tradicional “pique pirotécnico” entre las dos calles, se sustituyó, por acuerdo de ambas, por una ofrenda más íntima de fuegos y luces. No era momento de grandes exhibiciones, pero sí de agradecer a la santa cruz que nuevamente se pudiera ir a su encuentro