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Lleva años viviendo con miedo en Guía de Isora por las amenazas de su exnuera

Laya, de 60 años, denuncia que pese a una condena de alejamiento y tras una pena de cárcel por agresión en 2019, la expareja de su hijo le sigue acosando en Guía de Isora
En el centro, de color vino, el edificio con un local comercial y dos viviendas, propiedad de Candelaria / DA


Laya tiene 60 años y desde hace tres vive con el miedo de “lo que me pueda pasar”, tras sentirse acosada por la expareja de su hijo en Guía de Isora, después de sufrir episodios de agresiones y amenazas de esta.
Candelaria, que es su nombre real, es propietaria de un edificio con un salón en el bajo y encima dos viviendas, situado en la avenida Isora número 20. Vive en el primer piso y el segundo se lo cedió a su hijo, que hasta hace tres años vivía en él con su pareja.


El hijo de Candelaria fue denunciado por maltrato por su pareja, finalmente archivada, aunque rompió relaciones y se marchó a vivir a Playa San Juan y su excompañera “se quedó de okupa”. Desde entonces, comenta Candelaria, la que consideraba hasta entonces como nuera le ha hecho la vida imposible, llegándole a agredir. “Me dio por todos lados”, comenta.

Las denuncias por agresiones terminó en un juicio que la expareja de su hijo perdió, siendo condenada a dos años de cárcel, sin entrar en prisión, al no tener antecedentes penales, más una multa económica y una orden de alejamiento de seis meses. Sin embargo, Candelaria afirma que “esa sentencia nunca se cumplió, porque siempre siguió viviendo encima de mi vivienda y haciéndome la vida imposible”.


La señora denunciante, poco después, interpuso una demanda por ocupación ilegal de su propiedad y, aunque la ganó, la expareja de su hijo recurrió por la vida penal, recurso que ha perdido y teóricamente tiene hasta el día 21 para abandonar voluntariamente el piso antes de que se produzca el lanzamiento. Sin embargo, Candelaria se muestra pesimista, porque “ya no me queda con quien hablar, no tengo ayudita de nadie, parece que tuviera todos los caminos cerrados, aunque la Justicia me ha dado la razón”, subraya con evidentes signos de abatimiento.


La propietaria del edificio recuerda que la Guardia Civil está al tanto de lo que ocurre, pero no puede entrar en la casa de su teórica exnuera, de la que “día y noche me cae agua, porque no deja que entre un fontanero en la casa para arreglar la bañera, que está mal, y que ya se arregló antes con el seguro de la casa”. También ha llamado a la alcaldesa, Josefa Mesa, pero “tampoco deja entrar a la Policía Local”. Es tal la desesperación, comenta, que “he llamado al periódico para que se conozca mi caso y alguna autoridad puede hacer algo; estoy desesperada y tengo miedo”.


Preguntada por su hijo, Candelaria relató que “él viene a verme casi todos los días, pero no quiere saber nada de esta señora, de la que está separado desde agosto de 2018”.

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