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Un jubilado, su hija ciega y su mujer enferma, a punto de quedarse sin casa

La Justicia avala la decisión del propietario de no renovarle el contrato de arrendamiento, al corriente de pago, en la vivienda de San Isidro en la que residen desde 2010; la familia pide una prórroga
Embarek junto a su hija y su esposa, ayer, en la vivienda de San Isidro en la que residen.
Embarek junto a su hija y su esposa, ayer, en la vivienda de San Isidro en la que residen. J.C.M.

Embarek Abeid lleva varios días sin dormir. Quienes le conocen en San Isidro (Granadilla de Abona), donde reside desde hace 22 años, definen a este ciudadano saharaui de nacionalidad española como una persona “seria” y “honesta”. Desde 2010 vive en un piso de alquiler en la calle Anaga, junto a la autopista del Sur, donde cuida las 24 horas a su mujer, Lahdiya (65), enferma de parkinson, y a su hija, Naima (32), ciega y con una discapacidad física del 84%. Mantiene a su familia con su pensión no contributiva y la paga que le corresponde a su hija por la dependencia severa que sufre.


Aunque abona puntualmente, “mediante transferencia bancaria”, los 350 euros al mes de alquiler -además de pagar luz y agua- acordados con el propietario de la vivienda, con quien reconoce que siempre había mantenido una buena relación, este le manifestó en 2019 que no le renovaría el contrato y que, por tanto, tendría que abandonar la casa. Embarek, de 73 años, le trasladó que estaba dispuesto a pagar hasta 100 euros más al mes –“no podía subir más porque no tengo para más”, asegura–, pero encontró la negativa por respuesta. Sospecha que el propietario de la vivienda, dueño del edificio de tres plantas, quiere destinar el inmueble completo al alquiler vacacional, ya que ha aplicado a otros inquilinos la misma medida, incluso perdonando el pago de algún mes de atraso.


El propietario llevó a la Justicia el caso de Embarek en 2019 y después de que los tribunales dieran inicialmente la razón al pensionista saharaui, el recurso de apelación presentado por el dueño de la casa prosperó y el juez ha declarado resuelto por expiración el contrato de arrendamiento. Embarek y su familia están obligados a recoger sus enseres y marcharse. Así se lo ha comunicado hace un mes la abogada de oficio. ¿Dónde? Es la gran pregunta, pero ahora les preocupa más el cuándo.


“Llevo un mes sin parar, desesperado, buscando un alquiler y no hay nada. Los precios son muy caros y no podemos pagar 600 o 700 euros que piden por aquí. No encuentro una vivienda a un precio razonable y ya no sé qué más hacer, tengo miedo de que un día vengan y me echen de la casa. ¿A dónde voy con dos personas dependientes?”, indicó a este periódico Embarek Abeid.


La solución temporal que plantea es ganar algo más de tiempo para continuar en la vivienda mientras busca otro apartamento en la zona donde poder residir. Para ello, asegura, es necesario que desde el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Granadilla de Abona se emita un informe en el que se advierta de la situación de vulnerabilidad que sufre su familia. “Hace tiempo escribí una carta a los Servicios Sociales, donde me conocen por la discapacidad severa de mi hija, pero todavía no me han dicho nada”, lamenta.


A la espera de conocer la versión del Ayuntamiento de Granadilla de Abona, Embarek no quiere perder el tiempo y pide “algún contacto al que dirigirme para poder alquilar una casa, si puede ser en San Isidro, porque no tenemos coche y dependemos del transporte público”.

Ayer, durante la visita que realizó DIARIO DE AVISOS a su vivienda, Embarek se mostraba desconcertado y muy preocupado por su situación familiar. Sigue buscando el milagro de encontrar un alquiler similar al actual, mientras espera que el Ayuntamiento de Granadilla de Abona “nos eche una mano”. Pero antes de verse en la calle con su familia, ya se plantea llevar a su mujer y a su hija a El Aaiun y regresar solo para seguir buscando casa. “¿Qué otra cosa puedo hacer?”, se pregunta.

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