
Ancor es villero. Llegó en 2005 a Barcelona, con 20 años, a terminar la carrera de Sociología que empezó en la Universidad de La Laguna (ULL). Tenía una relación sentimental con Barcelona y el Barça desde que era pequeño. También había una razón académica, que muchos de los profesores que le daban clase en la ULL se fueron a la Ciudad Condal, así que no dudó cuando pudo cambiar el expediente.
Terminó Sociología, hizo un máster en Psicología Social y luego el Doctorado. Para poder costearse estos últimos estudios consiguió un trabajo como sociólogo en la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona. En ese momento su interés pasaba por la microsociología alrededor de las nuevas tecnologías y los jóvenes, pero ese trabajo fue el que le introdujo en la sociología urbana y en los movimientos políticos y vecinales de la ciudad surgidos desde abajo.
“Ahí trabajé sobre todo en los barrios, haciendo diagnósticos vecinales e intentando incentivar la participación de la ciudadanía en asociaciones de vecinos y distintos movimientos”, explica. Ese trabajo coincidió con el 15-M, el movimiento social surgido en 2011 que convocó en distintas ciudades de España a todos los indignados por los recortes públicos y la situación económica, que implicó un antes y un después en la política del país y puso fin al bipartidismo PP-PSOE. En ese contexto, Ancor conoció a Ada Colau, quien había fundado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en el mismo local de la Federación. Ancor nunca se involucró en la coalición electoral Barcelona en Comú (Bcomú) y tampoco en Podemos, porque estaba muy implicado con el movimiento vecinal “y eso estaba por encima de todo”.
No obstante, sí tenía relación con algunos miembros de la Federación que participaron en la candidatura de Ada Colau en 2015, año en el que consiguió ser alcaldesa por primera vez con un resultado histórico.
“Yo no vine aquí para quedarme, sino porque le tenía mucha estima a la ciudad. Mi objetivo era aprender y luego volver a Canarias, pero cada vez más me fui entusiasmando, conociendo a gente clave e implicándome con los movimientos”, cuenta. Llegó 2017 y ya dio un paso más cercano al movimiento político institucional.
Primero desde Podemos de Barcelona, donde ganó unas primarias siendo el coordinador general y se quedó como el número 2 del partido y empezó a preparar las implicaciones en las elecciones en 2019 para incorporarse a BComú. Mientras tanto siguió trabajando en la universidad como profesor asociado, primero en la de Barcelona y luego en la Autónoma.
Como parte de la campaña electoral, la formación política llevó a cabo una campaña innovadora puerta a puerta, que consistió básicamente en organizar a todos los activistas (militantes) para hablar con los vecinos sobre la actualidad política de la ciudad. “Picamos más de 20.000 puertas y tuvimos más de 15.000 conversaciones directas”, recuerda. Tras las elecciones pasó a formar parte de la dirección ejecutiva de BComú y al mismo tiempo fue elegido conseller del distrito Sants-Montjuic, donde lleva el Plan de Barrios, movilidad, viviendas, desahucios y memoria democrática
Todo cambió hace tres semanas, cuando recibió una llamada de Ada Colau para proponerle incorporarse a su gabinete como asesor de Alcaldía. En concreto, para coordinar la política territorial, es decir, tratar de acercar “al máximo” a la alcaldesa a todos los barrios de la ciudad “para poder visualizar las políticas que estamos realizando a nivel territorial”, precisa. Asegura que trabajar con la alcaldesa “es maravilloso” porque “es una líder muy cercana, muy tierna y sabe cómo explicar las cosas a sus asesores. Nos escucha muchísimo y es muy clara, moldeable y receptiva a nuevas ideas”.
Ancor sostiene que la Ada Colau de 2011-2015, antes de llegar al Gobierno, es muy similar a la de ahora. “Su gen activista, su compromiso brutal con las problemáticas sociales y hacer la política lo más plana del mundo para poder llegar a todos es uno de los mayores fuertes que continúa conservando”. A su juicio, el cambio que ha experimentado en los últimos años “está en pasar de ser una activista a pie de calle, negociando con los bancos para evitar que la gente pierda su vivienda, a tener que asumir las responsabilidades que supone gestionar probablemente la ciudad de España más conocida en el mundo. Esa es la gran transformación que ha tenido ella, de pasar a ser una activista a ser una líder.
Eso le ha hecho ganar tablas, autoridad, peso y se le nota en el semblante y en la capacidad que tiene. Basta mirarla a la cara para darse cuenta que es una mujer fuerte”. Su nuevo asesor destaca los logros de su jefa. Entre los últimos, fruto de la pandemia, ha sido el de conseguir transformar una ciudad “sobresaturada turísticamente” a una que tiene un vacío tremendo de visitantes. Además, el Gobierno de Barcelona ha implementado un dentista público, que ya ha atendido a más de 2.000 personas que nunca habían podido ir a un profesional, se han abierto escuelas bressol (similar a una guardería pública), se ha avanzado en el urbanismo táctico para proteger el comercio, y se destinarán 70 millones al sector cultural. Cuando le contó a su familia que iba a formar parte de la corte de se mostró muy contenta e ilusionada.
Su madre, lo primero que le dijo es “tú puedes” y él pensó: “Si lo dice mi madre, quién soy yo para negarlo”. Lo mismo le pasó con Ada. “Si ella me pide que la ayude, quién soy yo para decirle que no”, añade. Ancor se define como una persona “que no tiene ambiciones, sino que todo lo que se me ha dado me ha ido surgiendo. Y eso me lo decía Ada. Todos hemos llegado aquí y estamos haciendo cosas que no hemos hecho nunca”. Ada Colau tiene un equipo de asesores que no llega a la decena. Ancor se encuentra entre ellos. Tiene 36 años y por delante un futuro muy prometedor. Al menos en política.