La soledad del confinamiento, lejos de todo prejuicio, y el estreno de la popular serie Veneno fue lo que impulsó a Ayla Hernández Trujillo a decirse a sí misma “o transiciono o chao”. Esta mujer trans de 22 años, que reside en el municipio tinerfeño de La Orotava, tenía claro desde su infancia que su género asignado al nacer no le correspondía. Por ello, inmersa en una dinámica de burlas y acoso, su subconsciente “hizo un pacto conmigo” y decidió dejar pasar el asunto hasta que fuera mayor. Y así fue. Conforme fueron transcurriendo los años, la joven comenzó a codearse con el colectivo trans y tomar consciencia de que su personalidad, su esencia, aún estaba por labrar.
Coincidiendo con la semana del orgullo LGTBIQ+, Ayla ha querido contar a DIARIO DE AVISOS su vivencia. “En su momento, intenté implementar tanto la androginia (dicho de una persona: que tiene características tanto masculinas como femeninas) para expresar mi género como el mundo del drag porque creía que era lo más sencillo”, explica la joven en alusión a sus primeros años de transición. Con 18 años, vestía con falda y se maquillaba mientras continuaba socializando en masculino, pese al trato discriminatorio que recibía continuamente mediante comentarios del tipo “no te acerques, maricón”. Incluso, llegaron a amenazarle con “partirle la cara” cuando iba tranquilamente de camino a su casa, ubicada en la Villa.
Sin embargo, a mediados de marzo de 2020, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez decidió confinar a la población española por un virus que apenas se conocía por aquel entonces, la tinerfeña inició su verdadero camino: “La decisión estaba plantada y terminó de germinar”. “Durante el confinamiento estuve a solas en un espacio en el que me sentía segura, sin los prejuicios externos a los que estaba acostumbrada, por lo que decidí experimentar mis sentimientos respecto a mi identidad”, declara la entrevistada, quien agrega que el apoyo y la comprensión de su familia más cercana fue fundamental. Y tras un complejo proceso de aceptación y meditación, Ayla afirma ahora con rotundidad que “soy una mujer trans no binaria”. “En mi entorno me he sentido arropada, pero siempre hay alguna voz discrepante”, indica la joven, que a su vez admite que la transición de género no solo es complicada para la propia persona, sino también para los suyos. “No es sencillo e intento ser muy comprensiva con eso porque sigue siendo un proceso”.
Al ser preguntada por posibles referentes, Ayla agradece la influencia de sus amigues trans, y puntualiza el término “porque uno de ellos es no binario”. Además, la irrupción de la potente serie de Los Javis, Veneno, fue todo un “chute de energía”. “Ese momento en el que Cristina llega con su hoz hecha una fiera a reclamar su espacio en el Parque del Oeste fue increíble, un subidón total”. Y es que, según la joven trans, “a veces es necesario dar un puñetazo sobre la mesa para decir aquí estoy yo”.
La tinerfeña percibe que las personas trans, dentro del propio colectivo LGTBIQ+, son desplazadas y, por ello, incide en que las etiquetas son importantes porque visibilizan una realidad. Afortunadamente, “España, y sobre todo Canarias, se ha puesto las pilas y está reivindicando la T”. En referencia a la nueva Ley Trans, aprobada por unanimidad el pasado mes de mayo en el Parlamento canario, destaca que la autodeterminación y la despatologización es “muy importante” durante todo el proceso porque “yo no estoy enferma ni tengo ningún trastorno mental; simplemente soy una persona trans a la que le gusta la fotografía y disfrutar de la naturaleza”.
Ayla ya ha finalizado sus dos formaciones profesionales de Grado Superior en Audiovisuales y Fotografía y actualmente se encuentra en búsqueda activa de empleo. No obstante, pese a que desconocemos si engrosa esa inconcebible cifra -el 80 por ciento- de personas trans sin empleo por discriminación, esta villera de 22 años lleva su etiqueta por bandera, la de persona trans: “Las etiquetas son importantes porque visibilizan una realidad”; la de Ayla, y la de muchas personas.