
El highline es un deporte de equilibrio en el que se usa una cinta que se engancha entre dos puntos de anclaje para luego caminar sobre ella. A diferencia de otras modalidades parecidas (se suele confundir con el funambulismo) no se usa ningún otro elemento que el propio cuerpo para poder mantener el equilibrio. Quizás usted, en Tenerife, haya podido ver a practicantes de este deporte en parajes naturales. Es posible que los haya tildado de locos por su atrevimiento, pero, lejos de lo que pueda parecer a simple vista o con prejuicios, se trata de un deporte completamente seguro y que, poco a poco, gana adeptos en Canarias.
Sacha es uno de los entusiastas practicantes del highline, un deporte que le enganchó desde el primer día, del que, junto a otros deportistas tiene en marcha la puesta a punto de una asociación para facilitar su realización que, insiste, se trata de una práctica segura y no arriesgada, uno de los tópicos con los que tienen que enfrentarse a la hora de acercar su pasión a la opinión pública.
“Se empieza montando una línea (cuerda) a poca altura, por ejemplo, en un parque para ir aprendiendo. Se requiere mucha preparación a la hora de dejar listo todo el equipo; la seguridad es primordial para nosotros”, apunta Sacha: “Es cierto que se ve con un punto de locura desde fuera, pero hablamos que elementos como anclajes y otros que tienen que ver con la seguridad son dobles, algo que no ocurre en otras modalidades”.
Siempre se realiza una reunión en la que se analiza el recorrido para adaptar todos los sistemas de seguridad que pueden ser incluso triples. Cuanto más grande es la línea que se quiera tender, más mecanismos hay a la hora de facilitar el trabajo a las personas que la montan.

El sábado, por ejemplo, el lugar elegido fue la costa de El Sauzal, concretamente en la zona de Rojas. Allí, a 30 metros sobre el nivel del mar, extienden sus líneas para cubrir un recorrido de unos 150 metros de longitud: “Jamás nos jugamos la vida gracias a esos sistemas de seguridad dobles. Eso es clave porque en este deporte es fundamental el aspecto psicológico”.
Ese aspecto, el mental, es prácticamente el más importante a la hora de practicar highline. Es fundamental a la hora de dar el paso de practicar a muy poca altura, en un parque, con las líneas entre dos árboles, a hacerlo en un acantilado: “Hay gente a la que se le da muy bien y otra a la que le cuesta mucho. Practicar mucho, saber cómo moverte sobre la línea, es muy importante. La parte mental, ser consciente de que estás seguro en todo momento, es vital. No es sencillo. Más en lugares en los que, como ayer, el mar está debajo de ti, porque es una superficie en movimiento”.
Porque subirse a la línea y comenzar a caminar por ella es complicado. O, al menos, requiere mucho trabajo. Es importante no bloquearse, de ahí lo fundamental del trabajo mental, de entender qué se encontrará el deportista cuando se encuentre arriba. Sacha admite que hay personas que “van dos veces y se dan cuenta que no es para ellos” o que va tres meses y “da 10 o 15 pasos, no digo que tranquilamente, pero va avanzando”. Se pueden tardar meses en ponerse de pie en la línea. No es algo que se realice a lo loco.

El objetivo ahora es poder poner en marcha una asociación que aglutine a todos esos deportistas que, poco a poco, gana adeptos. Será a principios de febrero, eso podrá ayudarles, por ejemplo, a la hora de gestionar los permisos necesarios: “Estaremos cubiertos por seguros y esperamos gestionar con mayor agilidad los permisos y tenerlos para hacer highline tanto en parajes naturales como en cascos urbanos. Hay mucha gente y esperamos que sea aún más”.
Precisamente por ese auge, por toda esa gente que, poco a poco, se suma a probar este deporte, Sacha narra su experiencia, apelando a la paciencia, un factor muy importante: “Cuando lo probé la primera vez lo único que hacía era líneas en parque, a poca altura entre dos árboles. Busqué muchísima información para comprender cómo se montaban las líneas, los aspectos de seguridad, la mejor forma de llevar a cabo todo el trabajo…”.