Cuando escucha noticias como la ocurrida el martes con el pesquero español Villa de Pitanxo, uno de los mayores naufragios de las últimas décadas, Moncho León Herrera siente una enorme tristeza y no puede evitar preguntarse cómo ocurrió y si podría haber sido evitable, y más en su caso, que se ha especializado en temas de seguridad marítima cuando dejó de navegar.
Tampoco puede evitar sentir preocupación y “una enorme tristeza” de saber que hay personas, los pescadores, que para poder ganarse la vida honradamente y sostener a sus familias tienen que estar sometidas a riesgos de este tipo.
El exalcalde de Icod de los Vinos y actual concejal en la oposición del Ayuntamiento en el grupo Somos Icodenses es capitán de barco retirado. Empezó a navegar muy pronto, a los 18 años, y sus primeros pasos como oficial fueron en América. Pasó varias veces por la isla de Terranova, en la costa de Canadá, considerada una de las más peligrosas del mundo, donde se hundió el buque del grupo Nores, en el que iban a bordo 24 personas, de las cuales solo tres han sobrevivido, mientras que nueve han muerto y 12 continúan desaparecidas.
“La zona normalmente es considerada conflictiva dentro de la legislación marítima que se aplica en la seguridad de los barcos. Tiene una peligrosidad innata por los fuertes temporales, la presencia de hielos y, sobre todo, por las aguas tan frías, que hacen que cualquier marino que caiga en ellas tenga difícil su recuperación”, declaró León días atrás en una entrevista concedida a Radio Ecca.
“Los que hemos navegado por allí sabemos de la dureza de aquellos mares, incluso en las buenas estaciones del año en que los barcos mercantes pueden entrar en el Estuario del Río San Lorenzo, a través del cual se llega a Quebec, Montreal y se accede a Los Grandes Lagos. Pero podemos imaginar, y alguna vez lo hemos vislumbrado y experimentado, lo que puede ocurrir en invierno, cuando los hielos impiden la entrada”.
Cuenta que los barcos mercantes, como en los que viajaba él, “pasaban” por la zona. “De repente te venía una ola de frío del norte que bloqueaba la entrada y la salida por los hielos. Tenías que estar pendiente de las condiciones del tiempo”, explica.
Un trabajo heroico
Para los pescadores es aun más duro, porque están allí meses, “lidiando con los hielos y temperaturas bajo cero, con las manos y el cuerpo mojado por el inevitable, directo y permanente contacto con la mar y las redes húmedas. Es una exigencia límite en lo profesional y lo técnico bastante difícil de entender. Sin duda, es un trabajo heroico”, sostiene León, quien se indigna por el hecho de que obliguen a los pescadores “a trabajar en las condiciones más infames”, que dan lugar a que se produzcan accidentes como el ocurrido.
Pese a la dureza del mar, Terranova alberga uno de los bancos de pesca “históricos, porque está más que demostrado que antes del descubrimiento de América ya iban allí pescadores vikingos, vascos y gallegos”, ratifica León. Al principio era la pesca de la ballena y luego del bacalao, y, pese a que la normativa internacional ha permitido controlarla, sigue siendo un punto “extraordinariamente rico” para especies nuevas que antes no se encontraban, como el fletán negro.
El exmandatario recuerda que navegó meses con muchos marineros que habían sido pescadores de los barcos bacaladeros de Terranova, que después cansados conseguían un trabajo en barcos mercantes. “Magníficos marineros, curtidos, duros y cumplidores, para los cuales un barco mercante grande, en el que se podían mover y dormir cuatro horas seguidas, era el paraíso. Es triste pensar que para ganarse el sustento, a estos hombres no les valga con afrontar y superar aquella tremenda dureza, sino que ademas corran el gran riesgo de jugarse la vida con tan alta frecuencia, como dicen las estadísticas de esta noble profesión”, escribió en su cuenta de Facebook.
León navegó durante 20 años, pero siempre estuvo ligado al mar, como profesor en la Escuela Náutica de Santa Cruz de Tenerife y luego como capitán inspector de una empresa naviera, donde se especializó en temas de seguridad.
Investigación
La Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), dependiente del Ministerio de Transportes del Gobierno de España, ha comenzado con las pesquisas sobre lo sucedido el pasado martes, un trabajo que realiza en colaboración con la autoridades canadienses.
Tras descartarse un posible incendio o un choque entre barcos o contra el hielo, la única explicación razonable que encuentra León es que fuera en un momento de la operativa. “Quizás para recuperar la red, que pesa toneladas y obliga a realizar difíciles maniobras que dificultan el gobierno en altamar. Es probable que en ese momento un par de olas fuertes los haya cogido de lado y los volcara sin darles tiempo a reaccionar. No es una situación normal, porque el barco tiene estabilidad suficiente, pero tampoco descabellada”, argumenta.
Es la única justificación que encuentra para la catástrofe ocurrida “con una embarcación moderna, dotada de alta tecnología, de acero, con buen casco, bien equipada y diseñada para navegar en una zona de riesgo como Terranova y ejercer la pesca”.
En este sentido, pese a las condiciones “tremendamente duras” de la climatología, considera que lo son aún más las condiciones que tienen que soportar los marineros para ser trabajadores rentables. “No paran la actividad pese a la escasa visibilidad, las condiciones meteorológicas más adversas y sin un horario de trabajo. Viven en una situación técnica y profesional bastante difícil de entender”, asegura.
Los familiares también apuntan a la misma causa y piden que, por favor, se investigue el naufragio. En declaraciones a los medios en Vigo recogidas por Europa Press, Pablo More, hermano de Daniel More y tío de Diego Andrés More y Edwin Andrés More -los dos primeros fallecidos, mientras que del último no se sabe nada-, no entiende “cómo es posible que el patrón haya estado trabajando con ese temporal, cuando hay barcos que están esperando a que amaine el tiempo para poder pescar. Siempre, siempre con esto. Y ha tenido que pasar”, ha lamentado, tras apuntar hacia el patrón del barco que, según él, no era la primera vez que decidía seguir operando pese a las duras y complicadas condiciones meteorológicas.
Búsqueda
El portavoz de Somos Icodenses está en desacuerdo con la decisión de las autoridades canadienses de dejar de buscar los cuerpos, pero sabe que “tiene que ver con la racionalidad” de los sajones. “Si la decisión hubiera sido de España, la búsqueda se habría prorrogado durante más tiempo, como ocurrió con la tragedia que vivimos en Canarias con las niñas Anna y Olivia, en la que durante un mes el Gobierno mantuvo un barco para encontrarlas y al fin se hallaron indicios y se tuvo la certeza de lo que había ocurrido”.
No obstante, admite que las condiciones de la zona son duras para la pesca, pero también para la búsqueda, que se paró después de 36 horas. “Es cierto que en esas aguas si después de ese tiempo no se encuentra una balsa, es muy complicado hacerlo”, apunta.
Pero le apena que ni siquiera se puedan recuperar los cadáveres, porque un consuelo para muchas familias es poder llorar a sus seres queridos: “Creo que habría que hacer un esfuerzo por parte de la Administración española para exigírselo a los canadienses. Al menos para saber dónde está el barco, porque probablemente muchos de los cuerpos estén allí, al no haber tenido tiempo de salir”.
Moncho León no pierde las esperanzas que con mejor tiempo el barco se pueda localizar, porque la profundidad no es excesiva y la tecnología actual permite tener detalles con más precisión. “El Titanic se recuperó después de cien años”, dice convencido. Además, porque en el mar, la esperanza es lo último que se pierde.