Realpolitik para unos, traición para otros. El giro del Gobierno español, que preside Pedro Sánchez, respecto a su tradicional postura sobre la soberanía del Sáhara Occidental fue interpretado por muchos, especialmente en Canarias, como una sumisión del Estado a las pretensiones del Reino de Marruecos. Sin embargo, esa medida perseguía un fin: normalizar las relaciones diplomáticas entre sendos países, que se habían visto dañadas por la entrada en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para tratarse de COVID-19. Aunque, a pesar de haber logrado calmar -en parte, vistos episodios como el ocurrido recientemente en la valla de Melilla– las aguas, aún existe cierta desconfianza respecto a las pretensiones que Mohamed VI puede tener sobre las Islas, y, en general, lo que el continente africano representa para Europa, con el Sahel como zona caliente de proliferación de colectivos de dudosa naturaleza, incluidas organizaciones terroristas.
Así quedó de manifiesto en el Concepto Estratégico aprobado esta semana por la OTAN, documento que marca las líneas maestras del club para la próxima década. En dicha hoja de ruta, se recoge un fortalecimiento del flanco sur del territorio adherido, con Canarias, Ceuta y Melilla como principales exponentes. Es más, se afirma que tanto la que es considerada por la Alianza como principal “amenaza”, Rusia, como su “ gran desafío”, China, tienen tentáculos en el continente vecino, motivo adicional para no abandonar a los isleños ni a los residentes en las dos ciudades autónomas españolas. No obstante, en este sentido es necesario matizar que no solo hablamos de refuerzos militares al uso, sino en materias como la ciberseguridad. Y es que la inestabilidad en el Este de Europa, con una guerra abierta en Ucrania, está teniendo consecuencias en nuestro privilegiado rincón del Atlántico.
De hecho, tal y como publicó DIARIO DE AVISOS en exclusiva, el conjunto de administraciones y sector público dependiente del Gobierno canario recibió, desde el inicio de la invasión rusa (24 de febrero) hasta el mes de mayo, 1.500 ataques informáticos procedentes del entorno de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Unas ofensivas que, cabe destacar, fueron repelidas mediante los sistemas coordinados por el Centro de Operaciones de Seguridad (SOC) del Ejecutivo regional, comandado por la Dirección General de Telecomunicaciones y Nuevas Tecnologías, que dirige Víctor Melián.
Precisamente desde la Administración autonómica, su presidente, Ángel Víctor Torres, valoraba este jueves las acciones que prevé emprender la OTAN en esta región. Así, el socialista aseguraba que se trata de una “buena noticia” que traerá consigo “mayor seguridad”. Y ponía el acento, sobre todo, en una problemática que tuvo su pico en el Archipiélago el mismo año del inicio de la pandemia del coronavirus (2020): las migraciones. En el Concepto Estratégico, se admite que existen naciones -como se presume que ha hecho Marruecos- que utilizan a las personas como arsenal político, a fin de presionar a otros países; algo que ya experimentaron las Islas con la reactivación de una de las vías más peligrosas del planeta para desplazarse en busca de un mejor porvenir, la ruta canaria, que se ha cobrado miles de vidas en los últimos tiempos. Según la ONG Caminando Fronteras, más de 4.000 africanos perecieron en este trayecto durante 2021.
EN EL CENTRO
La reunión de la OTAN celebrada en Madrid ha supuesto una cita de excepción. En ella no solo se dio luz verde al referido documento estratégico, sino que fue escenario de cómo se rompió con la tradicional neutralidad de dos territorios, Suecia y Finlandia, invitados formalmente a entrar en la Alianza por sentirse intimidados por Moscú. Y en esa cumbre, Canarias estuvo también en el centro del tablero, en la medida en que se pusieron de relieve las particularidades archipielágicas y las amenazas a las que puede tener que hacer frente en los próximos 10 años, con la mirada puesta en el Sahel. Es decir, la región que comprende una decena de países del norte de África, como Senegal, Mali o Burkina Faso, y en la que, dada su inestabilidad política y social, han metido baza potencias como las ya mencionadas Rusia y China.
“La estrategia rusa en el Sahel viene de hace muchos años (…) es una estrategia de Putin a largo plazo que se basa principalmente en desestabilizar Europa. No solo utilizan el instrumento militar, sino a la sociedad civil. Es increíble ver en las manifestaciones malienses banderas rusas y saber que los líderes de la sociedad de Mali son prorrusos”. Son palabras de Beatriz de León, experta en Relaciones Internacionales de la Universidad de Vitoria, en declaraciones al podcast De Cara al Mundo. Para ella, al Kremlin “le da absolutamente igual si gobierna un tirano autócrata o la persona más democrática”. El hecho de tener un socio extranjero “les da bastante confianza a los africanos, sobre todo por toda la historia que tienen de colonización con los países europeos”. De ahí que la hegemonía de Occidente esté en riesgo, pero también la seguridad de Canarias.